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El coche avanzaba lentamente por la carretera oscura, el sonido del motor y la lluvia golpeando el parabrisas creando una especie de música de fondo inquietante. Jennie estaba al volante, sus manos firmes, pero su mente completamente al borde del caos. A su lado, Roseanne miraba por la ventana, en silencio, mientras los faros iluminaban brevemente las sombras de los árboles al borde del camino. Ambas estaban atrapadas en el peso de lo que habían hecho, lo que ahora compartían en secreto, un vínculo sellado por el miedo y la desesperación.

00:02

Jennie miró el reloj del salpicadero. Habían pasado exactamente dos minutos desde que arrancaron el coche y, sin embargo, se sentía como si llevaran horas conduciendo. El tiempo parecía arrastrarse, estirarse hasta el límite de lo soportable. Cada segundo caía sobre ellas como una sentencia de algo que apenas comenzaba.

Jennie rompió el silencio.

—¿Sabes a dónde vamos? —preguntó, sin apartar los ojos de la carretera.

Roseanne, inmóvil, tardó en reaccionar, como si la pregunta hubiera tardado en llegarle desde otro mundo.

—Lo mencionaste antes —respondió con la voz apenas audible—. Dijiste que conocías un lugar.

Jennie asintió. El bosque, lejos de la ciudad. Había pasado por ahí de pequeña, pero ahora todo le parecía una mala idea. ¿Cómo iba a saber si realmente estaba deshabitado? ¿Cómo sabían que nadie las seguiría o las descubriría? Pero era la única opción que tenía en mente.

—Sí... es una reserva, nadie va allí a estas horas —respondió Jennie, intentando sonar convincente, tanto para Roseanne como para ella misma—. Estaremos solas.

El silencio volvió a asentarse en el coche, pero no era una pausa cómoda. Era espeso, cargado de todo lo que no estaban diciendo. Jennie no podía dejar de pensar en lo que llevaba en el maletero, en el cuerpo que, hasta hacía poco, había sido una persona. Ahora era un secreto que compartían.

00:15

Quince minutos después de haber salido, la lluvia comenzó a caer más fuerte. Jennie aumentó la velocidad del limpiaparabrisas, pero la visibilidad seguía siendo mala. Las luces de la carretera parecían desaparecer bajo una cortina de agua, y por un momento, Jennie pensó que quizás debían parar. Quizás la lluvia era una señal. Sin embargo, no podían detenerse. Si lo hacían, las dudas crecerían, y Jennie sabía que si permitía que la incertidumbre se apoderara de ellas, todo lo que estaban intentando hacer colapsaría.

—Jen... —La voz de Roseanne sonó de repente, rompiendo la tensión—. ¿Estás segura de que podemos hacer esto?

Jennie apretó el volante, sintiendo el peso de la pregunta. No, no estaba segura. Ni remotamente. Pero no podía decirle eso a Roseanne. Si lo hacía, la única cosa que las mantenía unidas—esa frágil seguridad de que podían salir de esto—se rompería en mil pedazos.

—Tenemos que hacerlo, Roseanne —dijo, su voz firme—. No hay vuelta atrás.

Roseanne la miró de reojo, como si estuviera buscando alguna pista, algún rastro de duda. Pero Jennie había aprendido a controlar sus emociones demasiado bien. Incluso ahora, con la adrenalina corriendo por sus venas y el miedo arañando su pecho, mantenía una fachada tranquila.

00:30

La carretera seguía extendiéndose frente a ellas, interminable y monótona, hasta que un sonido perturbador rompió el ritmo constante del viaje. Era un timbre, agudo y penetrante. El teléfono de Roseanne vibraba sobre el asiento. Las dos lo miraron al mismo tiempo, sus corazones deteniéndose por un segundo.

—¿Quién es? —preguntó Jennie, con los ojos aún en la carretera.

Roseanne agarró el teléfono y miró la pantalla. Su rostro se tensó.

—Es... Lisa.

Jennie sintió cómo una nueva ola de ansiedad se arrastraba por su pecho. Lisa, la hermana de Roseanne. La única persona a la que Roseanne le importaba, además de ella.

—¿Vas a contestar? —Jennie trataba de mantener la calma, pero sabía que no había respuesta correcta. Lisa probablemente no sabía nada de lo que había pasado, pero cualquier conversación en este momento podría ser un riesgo.

Roseanne dudó por un momento antes de deslizar el dedo por la pantalla y contestar.

—Hola... —su voz era baja, contenida.

Jennie apenas podía escuchar lo que Lisa decía al otro lado de la línea, pero lo que sí pudo captar fue el cambio en el rostro de Roseanne. El pánico se había disipado, reemplazado por un control calculado, como si estuviera poniendo en marcha un papel que había ensayado miles de veces.

—Sí, estoy bien. Salí un rato, necesitaba despejarme. —Una pausa. Jennie no se atrevió a respirar."Por favor, no hagas preguntas." —Estaré en casa más tarde, no te preocupes.

Roseanne terminó la llamada de forma abrupta, pero eficaz. El silencio volvió al coche, esta vez acompañado de un aire más tenso.

—¿Le dijiste algo? —preguntó Jennie, esperando que la respuesta fuera negativa.

—No. Solo... lo justo para que no sospeche.

Jennie asintió, aunque las palabras "no sospeche" resonaron en su mente. No ahora, tal vez, pero Lisa no era tonta. Y si algo empezaba a parecer fuera de lugar, ella lo notaría. Tenía que notarlo.

00:45

Faltaban quince minutos para que la primera hora de su viaje terminará cuando Jennie notó algo en el retrovisor. Al principio, pensó que era solo otra ilusión creada por la lluvia y la oscuridad, pero no. Había un coche detrás de ellas.

—Roseanne... —susurró Jennie, su tono lo suficientemente bajo como para no alarmar de inmediato a su amiga—. Creo que alguien nos está siguiendo.

Roseanne giró rápidamente hacia el retrovisor, sus ojos entrecerrados mientras intentaba distinguir el vehículo detrás de ellas. Los faros eran apenas visibles a través de la cortina de agua, pero estaban ahí, acercándose cada vez más.

—¿Qué hacemos? —preguntó Roseanne, su voz una mezcla de miedo y urgencia.

Jennie no respondió de inmediato. Pensó en acelerar, en intentar perderlos, pero eso solo llamaría la atención si resultaba ser una patrulla de la policía. No podían permitirse cometer errores tan temprano.

—Podría ser solo alguien que va en la misma dirección —dijo finalmente Jennie, intentando convencerse a sí misma—. No hagamos nada estúpido.

Pero las dos sabían que cualquier cosa en esta situación podría ser una amenaza. Con un cadáver en el maletero, lo que normalmente parecería un coche inocente se convertía en una amenaza latente.

00:55

Cinco minutos antes de que la primera hora terminará, el coche detrás de ellas redujo la velocidad repentinamente, quedando rezagado hasta casi desaparecer de su vista. Jennie soltó un suspiro de alivio, aunque la tensión en su cuerpo no desapareció del todo.

—Puede que nos hayamos estado imaginando cosas —dijo Jennie, aunque no estaba segura de sí lo creía del todo.

Roseanne no respondió, simplemente volvió a girarse hacia la ventana, su mente claramente absorbida por el peso de lo que estaban haciendo.

El reloj del coche marcaba exactamente la 01:00 cuando Jennie finalmente dejó escapar el aire que había estado conteniendo, aunque sabiendo que aún quedaba un largo camino por recorrer.

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voy tarde a la u

𝑭𝒐𝒓 𝒚𝒐𝒖 - 𝒄𝒉𝒂𝒆𝒏𝒏𝒊𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora