2: El camino de ANBU

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Al la mañana siguiente un Anbu fue a avisar a Sakura que la Hokage solicitaba su presencia, asintio y se diriguio a la ducha, luego de ducharse miro al espejo, se sentia rara, como si.. quisiera ser.. alguien nuevo.

El cabello guarda recuerdos..¿no?

Sakura se miraba en el espejo, los ojos enrojecidos por el llanto. El espejo le devolvía una imagen que apenas reconocía. La chica de cabello largo y rosado, siempre detrás de los demás, siempre esperando, siempre suplicando por atención... esa ya no era ella. O al menos, no quería serlo más.

Naruto se había ido. Sasuke y Kakashi también había seguido su camino. Ella se había quedado atrás, atrapada en su propia impotencia, en su debilidad. Esa Sakura, la niña que lloraba en las sombras, había muerto el día que su equipo la dejó. Y aunque su corazón aún dolía, había algo que necesitaba hacer. Un cambio.

"Basta, Sakura " se dijo a sí misma, con la voz rota pero firme. Se inclinó sobre el tocador y agarró las tijeras que había dejado allí, brillando bajo la luz tenue de la lámpara. Su mano temblaba al principio, pero conforme el frío metal rozó sus dedos, una inesperada calma la invadió.

Ya no había vuelta atrás.

Con un movimiento rápido, cortó el primer mechón de su largo cabello. La suavidad de su caída sobre el suelo la hizo sentirse más ligera, como si con cada mechón cortado dejara atrás una parte del pasado. Continuó sin detenerse, sus manos ahora más firmes, su respiración más controlada. Pronto, su cabello dejó de ser una larga cascada para transformarse en algo más corto, más salvaje.

Se miró al espejo. El rostro que la observaba ya no era el mismo. Sus ojos verdes brillaban con determinación, su cabello ahora era un corte desordenado, con capas desiguales que caían sobre su rostro y una parte más corta en la nuca. Un mullet, pensó, como esos cortes atrevidos y rebeldes que había visto en algunas revistas.

Ya no era la Sakura débil. Ya no sería la que se quedaba atrás. Había cambiado. Quería cambiar.

"No soy más Sakura " murmuró, observando su reflejo con una mezcla de dolor y fuerza renovada.

"Soy Hisaku".

El nombre sonaba extraño en sus labios, pero a la vez, era como un renacimiento. Un nuevo comienzo. Ya no dependería de nadie.

Pero algo seguía faltando. La imagen de sí misma aún no estaba completa. Se levantó del tocador y caminó hacia el armario, empujando la puerta de madera. Sus dedos recorrieron las prendas familiares, una por una, hasta que algo la hizo detenerse. Allí, al fondo, encontró lo que estaba buscando. Un atuendo negro, sencillo, similar al que Sasuke había usado cuando eran niños. Como él, pensó, con una sonrisa amarga en los labios.

Se lo puso con cuidado, notando cómo la tela le quedaba ceñida. Era algo que jamás habría usado antes, algo que no era "ella". Pero ya no importaba. Ella tampoco era la misma. Hisaku necesitaba ese cambio.

Se miró nuevamente en el espejo. Más fuerte. Más fría. Pero aún sentía que algo faltaba para completar su nueva identidad.

Fue entonces cuando lo vio. Sobre una estantería, cubierto de polvo, descansaba una vieja máscara, similar a la que Kakashi siempre llevaba. La tomó entre sus manos, sintiendo el peso de los recuerdos de su antiguo sensei. Sin dudarlo, se la colocó, cubriendo la mitad inferior de su rostro. El cambio estaba completo.

Frente al espejo, ya no estaba Sakura Haruno, la chica que había suplicado por atención y fuerza. Hisaku era quien la miraba ahora, una versión más decidida, más peligrosa.

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