La niebla envolvía el bosque mientras Hisaku y Sai avanzaban en silencio, cubiertos por las sombras de los árboles. Habían pasado varios días desde que la misión comenzó, y cada día ambos se encontraban más en sintonía, una sincronización que no venía de palabras, sino de una comprensión silenciosa que solo los ANBU lograban desarrollar.
Era una misión de largo alcance, infiltración profunda en territorio enemigo para recabar información sobre un grupo de criminales renegados que operaban cerca de la frontera de Konoha. Durante días, Hisaku y Sai habían recorrido caminos solitarios, adentrándose cada vez más en la oscuridad y el peligro. La relación entre ellos, que en un principio era estrictamente profesional, estaba empezando a evolucionar. La naturaleza de sus habilidades y personalidades les había permitido entenderse de maneras que solo los compañeros de misión de largo plazo podían.
El amanecer se filtraba débilmente entre los árboles cuando hicieron una pausa para descansar en un claro apartado. Sai estaba sentado en una rama alta, sus ojos oscuros y analíticos observando el horizonte, mientras que Hisaku estaba de pie junto a un arroyo, llenando su cantimplora. El silencio entre ellos no era incómodo, era parte de su dinámica. Sai, de pocas palabras y normalmente distante, había comenzado a mostrar señales de respeto por Hisaku, no solo por su habilidad, sino por su dedicación.
La misión era arriesgada, y en ese contexto ambos comprendían que el otro podía ser la diferencia entre la vida y la muerte.
- "La última patrulla del enemigo pasó hace dos horas," - comentó Sai finalmente, desde su posición elevada. Su tono era neutral, sin urgencia, como si estuviera hablando de algo trivial, pero en su voz había una apreciación tácita por la eficiencia de Hisaku en mantenerse oculto y en mantener el ritmo de la misión.
Hisaku asintió sin mirarlo, sus ojos jade centelleando bajo la luz filtrada por las hojas. Aunque sus conversaciones eran mínimas, había un entendimiento no verbal que estaba comenzando a florecer. Sai apreciaba la seriedad y el enfoque de Hisaku, características que rara vez encontraba en otros shinobi. Hisaku, por su parte, reconocía en Sai un compañero digno, alguien que comprendía el peso de las misiones y el peligro constante que enfrentaban como ANBU.
Ambos eran diferentes, pero esas diferencias se complementaban de manera efectiva en el campo. Sai era sigiloso, casi etéreo, sus habilidades con la tinta lo hacían un espía excelente y un luchador versátil. Hisaku, en cambio, con su presencia imponente y su control cada vez más fino de la energía caótica, aportaba una fuerza explosiva y una precisión letal cuando la situación lo requería.
El primer indicio de su verdadera coordinación llegó en el segundo día de la misión, cuando se encontraron con un grupo de guardias del enemigo mientras exploraban los límites del campamento. Los movimientos de ambos fueron automáticos, instintivos. Sai desapareció en las sombras, observando desde la distancia con sus creaciones de tinta mientras Hisaku evaluaba el terreno. No fue necesario un intercambio de palabras; ambos sabían lo que debían hacer.
Sai dibujó un par de pequeños pájaros de tinta en su pergamino y los envió volando, obteniendo una visión más clara de la disposición de los enemigos. Al recibir la información, Hisaku utilizó una de las técnicas que había estado perfeccionando. Canalizó la energía caótica, manteniéndola contenida dentro de él hasta el momento adecuado. Con una precisión silenciosa, manipuló el entorno a su alrededor, desviando la atención de los guardias hacia una dirección opuesta mientras Sai se deslizaba entre las sombras, eliminando a los enemigos sin ser visto.
La operación fue limpia, eficiente, y el entendimiento entre ellos fue absoluto. No había habido necesidad de una señal o una orden; simplemente sabían qué hacer. En el momento en que Hisaku sintió la energía regresar a su interior, Sai ya había vuelto a su lado, su rostro inmutable, pero con un leve asentimiento que indicaba un reconocimiento silencioso del éxito.
Durante las siguientes noches, mientras montaban guardia en turnos y descansaban en los escondites que encontraban en el bosque, el silencio entre ellos comenzó a llenarse con pequeños gestos de camaradería. Sai, que solía mantener una distancia emocional con sus compañeros, se había permitido hacer pequeñas observaciones sobre la misión, incluso algunas ligeras bromas en su estilo seco. Hisaku respondía con su habitual seriedad, pero con el tiempo empezó a notar los matices en los comentarios de Sai. Ambos empezaban a aprender a confiar, no solo en las habilidades del otro, sino también en su juicio y carácter.
Una noche, cuando el campamento enemigo estaba a solo un día de marcha, Sai rompió el silencio con algo inesperado.
- "Eres más impredecible que cualquier otro compañero que haya tenido," - dijo mientras trazaba figuras en su cuaderno de tinta. No había tono de crítica en su voz, sino una observación tranquila.
Hisaku, que estaba afilando sus kunai, levantó una ceja.
- "¿Impredecible?"
Sai asintió, sin apartar la vista de su dibujo.
- "Tu poder... ese caos que manejas. Es interesante. Descontrolado en ciertos momentos, pero lo suficientemente dirigido cuando lo necesitas. Me recuerda a las formas que la tinta puede tomar, pero más volátil."
Hisaku reflexionó un momento. Sai no solía hacer comentarios sobre las habilidades de los demás, lo que significaba que había estado observando con atención, evaluando sus capacidades. Era un reconocimiento sutil, pero claro.
- "Aún estoy aprendiendo a controlarlo completamente," - admitió Hisaku con su habitual seriedad. - "Pero al igual que tu tinta, tiene el potencial de adaptarse a cualquier situación. Sólo necesito perfeccionarlo."
Sai sonrió ligeramente, una expresión que rara vez mostraba.
- "Lo lograrás. Y cuando lo hagas, será formidable."
El intercambio fue breve, pero en esa conversación había algo más profundo. Sai, quien había comenzado la misión como un observador distante, ahora expresaba algo cercano a la confianza en su compañero. Por su parte, Hisaku, con su seriedad inquebrantable, había comenzado a respetar el enfoque metódico y calculado de Sai, reconociendo que detrás de su aparente desapego había una mente estratégica y una lealtad silenciosa.
A medida que se acercaban al objetivo de la misión, la relación de compañeros entre Hisaku y Sai se había fortalecido en las sombras. El campo de batalla los unió de una manera única, forjando un vínculo basado en la eficiencia, el respeto mutuo y la comprensión tácita de lo que significaba ser ANBU: vivir y luchar en la oscuridad, confiando ciegamente en el compañero a tu lado.
Cap dedicado a Sai y Hisaku 💪🏼
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corazon silencioso
Fiksi PenggemarSakura es abandonada por todos. Un nuevo poder nace. Sakura renace en alguien nuevo.