1 - Prólogo

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- 490...

Una leve voz fue lo único que se escuchó en la habitación oscura, la luz de la madrugada no era lo suficiente para iluminar el lugar. Pero si era suficiente para revelar la apariencia del chico que se ejercitaba.

- 491, 492, 493...

La voz sonaba agitada después de 400 lagartijas, el sudor bajaba del cabello rubio del chico, hasta llegar a sus cejas rubias, donde comenzaba a gotear y caer al suelo de la habitación.

- 494, 495...

La espalda del chico se podía apreciar gracias a que eseste no estaba usando una camiseta, debido a la comodidad a la hora de entrenar. Su cuerpo estaba muy bien condicionado, para su edad era raro de ver, ya que este contaba con tan solo 11 años. Los músculos no eran voluptuosos pero si marcados, magros.

Músculos creados para velocidad.

- 496, 497, 498...

El rubio frunció el ceño y miró al frente con una leve sonrisa.

- 499 y... -este bajo hasta que su nariz tocó levemente el suelo, para volver a flexionar sus brazos para subir nuevamente-. 500 -el chico bajo nuevamente y de un impulso se levantó casualmente-. Debería de ir a tomar un baño -los murmullos del chico fueron interrumpidos por un gruñido de su estómago hambriento-. Ya que estamos iré por algo de comida, dos en uno.

El rubio sonrió para si mismo y agarro una camisa que se encontraba en la cama perfectamente aliñada, para luego ponérsela y quedar a juego con su short negro del mismo color.

La puerta del cuarto fue abierta por el rubio antes de que entrara a la sala, una pequeña habitación de 6x6, con un viejo sillón frente a una pared vacía, al fondo una pequeña cocina con unos gabinetes y una vieja refrigeradora.

Naruto, como se llamaba el chico de 11 años, camino hasta estar frente a la nevera para abrirla. Solto un suspiro y se encogió de hombros.

- No sé porqué esperaba encontrar algo -se dijo para si mismo antes de abrir la puerta de su departamento y salir-. Toca ir al bosque, de nuevo.

Naruto comenzó saltando al edificio de enfrente, una vez en el techo echo una mirada a la aldea por la madrugada. Al ser unas calles cercanas a la zona roja pudo ver muchos borrachos alrededor de las calles, ladrones en las oscuridades y raramente algún guardia rondando.

Comenzó a saltar de techo en techo para llegar a su objetivo, paso por el centro comercial de la aldea y como era de esperar los locales en su mayoría estaban cerrados. Los que se encontraban abiertos era porque recién los estaban abriendo, eso le dio una clara idea de la hora que era aproximadamente. Ya que no contaba con un reloj o algo para ver la hora, esta era la forma que tenía de hacerlo.

El rubio salió de sus pensamientos al ver frente a él unas mallas que evitaban el paso de la gente al bosque, ignoró los grandes letreros con "prohibido el paso" y saltó la barda.

Una vez dentro el ojiazul comenzó a correr hasta adentrarse en el bosque, lo helado del viento golpeando su cara no fue un problema para él, que comenzó a saltar sobre las ramas de los árboles para acelerar su paso.

De esta forma logró llegar en unos pocos minutos a su destino, un caudaloso río que fluía con fuerza vívida. La vida acuática en este era visible, así que el rubio no perdió tiempo para quitarse sus prendas y quedar desnudo.

- Uh... -gruño el rubio al poner su pie dentro del río, aparentemente con aguas heladas-. Mierda, que más da.

El rubio comenzó a caminar hasta estar en la parte más profunda del río, cubriendo su cintura. El chico simplemente se dejó caer sobre su espalda, comenzando a nadar de reverso.

Demonio EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora