La primera humana con la que estuve era un ser bastante extraño.Llevaba siempre un artefacto de escritura en el que registraba cada acción de insípida y vacía existencia, parecía no saber realizar más actividad que peinarse y llorar. Era un muchacha curiosa, no curiosa de que curioseaba, sino curiosa de que era muy extraña, puesto que nunca me prestaba mucha atención, a menos que hubiese alguien cerca. Algunas veces la veía vertiendo líquidos de sus ojos y la escuchaba emitir sonidos desagradables que sugería algún tipo de daño, y me acercaba a sus patas -largas y sin pelo,hay que ver cómo son los humanos- tratando de hacerla callar o transmitir algo de estabilidad emocional e intelectual a su persona,pero siempre terminaba pateándome y yo arañándole, y ella, en respuesta, me pateaba una vez más
Mi humana no me caía muy bien.
Varias veces pensé en huir, pero sinceramente, la idea de no comer atún tres veces al día me aterraba un poco, y no soy un ser que tolere muy bien las temperaturas bajas. Ni las altas. De hecho no tolero muy bien nada.
Bueno,mi humana no era la mejor la mejor humana, pero era mi humana. Y uno acepta las cosas que no puede cambiar. O algo similar.
Hace unos días mi humana me puso en una caja, creí que solamente quería jugar o llevar a cabo esos estúpidos rituales llamados "sorpresas",pero mis sospechas se disiparon después de una largo tiempo sin percibir movimientos.
Escuchaba pasos, sentía algo caliente bajo mis patas y sentía que no podía respirar de forma usual. Naturalmente, traté de empujar las paredes que me tenían preso pero fallé, claro, los humanos no hacen nada bien y cuando lo hacen no es nada bueno. Luego de haber tratado dos o tres veces más, me di por vencido, fuera del hecho de que tenía calor, hambre y sed, había otra cosa dentro de mí. Era una cosa amorfa y pequeña que, conforme pasaba el tiempo allí en la penumbra, iba creciendo, y era como si cavase en mi interior. No sabía que era, pero era peor que tener hambre.
Supongo que me quedé dormido, porque algo como un golpe repentino me hizo gruñir e incorporarme de golpe. La caja se había movido, brusca y violentamente y me había mandado a volar junto con ella. No comprendía lo que estaba pasando, pero iba a salir de allí. Me quedé agazapado a la espera de otro impacto pero no la pasó.Hubieron pasado unos minutos antes de que otro golpe volviese a sorprenderme, pero esta vez la caja se abrió y yo salí corriendo lo más rápido que pude.
Corrí un rato hasta que estuve seguro de que nada me iba a hacer daño o a patearme y me metí detrás de algo. Todavía estaba experimentando aquello que los humanos llaman miedo y no era una sensación nada placentera. Decidí explorar mi entorno y buscar a mi humana, ya tenía demasiado sin verle y quería volver a casa.
Estaba en un de esos lugres que los humanos frecuentan para relacionarse y correr como auténticos descerebrados, valga la redundancia.Un parque, en pocas palabras. Habían humanos en todas partes, todosellos haciendo alarde de su total falta de capacidad intelectual y jugando con caninos.
Ugh.
Siempre me pregunté por qué nunca llevaban a seres tan listos como yo y mis congéneres al parque, sólo llevaban a esos babosos y estúpidos perros. Nosotros también somos dignos, tal vez más que ellos. Tal vez sólo éramos ornamentos vivientes, o al menos, así me trató mi humana.
Mi humana.
No había rastro de ella por ninguna parte, entre tanto humano no le vi.Me acerqué a varios y me lanzaban cosas como sándwiches a medio comer o trozos de carne, ¡já! Yo no comería esa basura, yo esperaría a mi humana, que aunque no me caía bien, y a veces se olvidaba de mí, me alimentaba. Tal vez se había olvidado de mí, le pasaba mucho, se olvidaba de una cantidad alucinante de cosas. Ella era mi evidencia de que los niveles de actividad cerebral de los humanos eran precarios.
Hacía un día bastante frío, y ese día no tardó en volverse noche. No tengo problemas con la oscuridad, me gusta la oscuridad, los humanos son torpes en ella, (los humanos son torpes en todo, pero especialmente en la oscuridad) y yo veía perfectamente en ella. A diferencia del sol, esas malévola esfera que nublaba mi visión, la oscuridad parecía esclarecerla.
Teniendo en cuenta que no había nadie en el parque, y hacía mucho frío, me trepé a un árbol. Yo nunca había estado en un parque, de hecho nunca salía del hogar de mi humana así que no sabía dónde estaba,pero estaba resuelto a esperarle.
La rama del árbol no era muy cómoda, no era nada cómoda y hacía un frío terrible. Esa incómoda y fría rama fue mi hogar por dos noches.
En mi interior, junto a mi hambre, la cosa amorfa que iba creciendo con el pasar de las horas, finalmente mutó y se transformó en algo. Era un vacío, un vacío más grande y doloroso que cualquier falta de alimento.
Me descubrí a mí mismo entristecido por el abandono de mi humana.Porque me había abandonado. Y había tenido el descaro de contagiarme su estupidez, porque no darse cuenta de cosas simples y obvias es una efecto colateral de la estupidez que caracteriza a los humanos.
Malditos humanos.
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El diario de Ferguson
HumorHola, criatura inferior... perdón, humano. Mi nombre es Fergus Sonidus Attackepeck IV. Pero como sus mentes infradotadas no podrán con eso, pueden llamarme Ferguson. (Es el nombre que mi estúpida humana me ha puesto, y no está tan mal) He visto a lo...