Fiesta en la hacienda de los Benedetto

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Me he llegado a preguntar si realmente es posible que nosotros los humanos algún día podremos inventar un nuevo color.

Admirando el cielo oscuro desde el balcón de la habitación de mi hermano quien hace muy poco falleció.

Mamá aun me regaña por entrar y es que es inevitable no hacerlo, era mi único hermano, cuando supe que había fallecido me cayó como una cubeta de agua fría.

- ¿aun no estas lista?, ya casi es la hora para que empiece la fiesta de los Benedetto. -me pregunta mamá casi exaltada y quizás echando fuego por los ojos-.

- Me falta arreglarme el cabello, ¿podrías ayudarme? -le digo intentando no verla a los ojos-.

Algo que hago muy bien es evitar mirar a los ojos y hacer como si la persona no existiese, me ha salvado de muchos futuros conflictos.

- Ya está, pero tu delineador de ojos se ha corrido un poco, deja voy por un pañuelo -dice mientras corre-.

Esta fiesta era bastante importante para mis padres, pues no solo era la unión de ambas empresas, también era mi compromiso con un hombre al que nunca he visto, pero por los adjetivos que usaba su madre, mi ahora suegra, se podría decir que es alguien tranquilo y de muy pocas palabras. Yo no estoy para nada emocionada. Es algo muy retorcido que en pleno 2024 aún se sigan haciendo estos matrimonios por conveniencia.

A quien realmente anhelaba ver era a el hijo de los Agostinelli, para ser específicos a Dante, quien ha sido mi compañía desde mi regreso a Italia.

- Tu papá acaba de llegar, nos pide que bajemos – me informa mamá-

- ¿En verdad es necesario que yo vaya? – le suplico con la mirada-.

- Si, por fin conocerás a tu prometido, cariño, tú en verdad sabes que esto es importante – me dice con un todo dramático, como si no supiera que esto solo los beneficia a ellos y no a mi-.

Sale de la habitación y por acto seguido yo también, los tacones que uso son bastante altos así que intento caminar bien para no terminar rodando por las escaleras.

Aunque…, no, dios es tan macabro de mi parte estar pensando en mi muerte y sonreír al mismo tiempo. De todos modos, no podría hacerlo, soy cobarde.

Bajo a la planta baja y al parecer iremos acompañados de la familia Lombardi, no me llevo con su hija Gianni debido a unos inconvenientes, con inconvenientes me refiero a que ella estaba interesada en Dante, pero él simplemente se dedicaba a ignorarla y con eso convirtiéndome a mí en la villana.

- Oh Adélie, te ves hermosa – me alaga la señora Lombardi-.

- Siento no hacerle mucho honor a su cumplido señora, pero se lo agradezco – le digo esbozando una media sonrisa-.

De hecho, hasta la señora Lombardi se veía más atractiva que yo. Era obvio que estaba más pronunciada y trabajada a detalle con su maquillaje.

Yo traía puesto un vestido corto de tul de tono crema, en la parte superior mi corse con un escote pronunciado sin tirantes, las mangas largas y acampanadas con detalles florales. Sobre el vestido mi cárdigan largo de color beige claro que caía abierto sobre mis hombros. Y mi cabello pelirrojo simplemente estaba suelto, pero que tenía broches de florecitas blancas.

Tenía que lucirme esta noche, ¿no?

Papá alza la voz y con un tono hostil nos advierte que debemos ir subiendo a los autos, que ya casi se nos hace tarde.

- Vamos, vamos, no queremos hacer esperar a los Benedetto – dice mi mamá con un tono melódico-.

Ella era la más emocionada, más que la prometida, toda la maldita semana estuvo hablando de la familia Benedetto, no quiero decir que no me agraden, amo a la señora Gia y a sus riquísimas galletas con chispas de chocolate que suele enviarme en mis cumpleaños. Lo que no me gusta es que mi mama me sofoque con temas y cosas que ya se.

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