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Es difícil ver una salida cuando el dolor te envuelve, pero te aseguro que hay esperanza más allá de este momento. Quédate, por favor.

— Zyren.

—¿Cómo te sientes hoy, Seokjin? —preguntó el psiquiatra, con su tono calmado y su mirada firme detrás de las gafas

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—¿Cómo te sientes hoy, Seokjin? —preguntó el psiquiatra, con su tono calmado y su mirada firme detrás de las gafas.

Seokjin apretó los dedos sobre sus rodillas, como si estuviera buscando palabras que se desvanecían antes de que pudieran tomar forma.

—No sé qué decirle —empezó, su voz apenas un susurro. Una pausa prolongada llenó la habitación, mientras sus ojos vagaban, esquivando el contacto visual—. He estado tomando las pastillas, siguiendo las indicaciones al pie de la letra... pero... siento que no me hacen efecto.

El hombre de bata blanca asentía, silencioso, mientras su bolígrafo se deslizaba sobre el papel. Pero Seokjin sabía que detrás de esa calma profesional había una búsqueda de respuestas que él mismo no podía darle.

—Las noches... —Seokjin tragó saliva, el nudo en su garganta tensándose como un hilo a punto de romperse—. Se sienten interminables. Me quedo mirando el techo, inmóvil, como si algo dentro de mí se hubiera congelado. Y justo cuando siento que el sueño va a llegar, mi cuerpo empieza a temblar. Como si algo me estuviera empujando a la orilla de un precipicio que no puedo ver, pero sé que está ahí.

Su respiración se volvió superficial, los recuerdos de la noche anterior volviendo con demasiada claridad.

—De repente no puedo respirar —continuó, entrecerrando los ojos—. Mi corazón late tan rápido que creo que me va a explotar en el pecho. Mi piel se pone fría, pero estoy sudando, y... siento que me voy a desmayar, aunque sigo despierto. Todo eso sucede cuando estoy a punto de quedarme dormido. Así que me obligo a mantenerme despierto, por miedo... miedo de que esta vez no pueda controlarlo.

El psiquiatra detuvo el bolígrafo por un segundo, lo suficientemente largo como para que Seokjin lo notara.

—¿Y cuántas noches seguidas has sentido esto? —preguntó el hombre, sin apartar la vista de su paciente, observando con cuidado la reacción.

—Todas —respondió Seokjin, su voz quebrándose por un momento—. No recuerdo la última vez que dormí de verdad. El insomnio es... como una sombra. Se esconde cuando quiero ignorarlo, pero siempre está ahí, esperando. Cada noche, los mismos pensamientos se apoderan de mí. Intento respirar profundo, calmarme, pero el ataque de pánico siempre llega antes que el sueño. Y cuando me quedo quieto, escucho cada latido de mi corazón como si fuera el último.

El cuarto blanco alrededor de ellos parecía hacerse más pequeño, atrapando cada palabra que caía de los labios de Seokjin. Su mirada estaba vacía, perdida en algún punto de la pared, mientras su mente se sumergía en la angustia de las noches solitarias.

Quédate - NamJinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora