One Shots ┃ My hero Academia.

03. Katsuki Bakugou

✝︎

En la casa del idiota, miraba la televisión de la sala. La Sra Mitsuki había salido junto al Sr. Bakugou ha hacer las compras en el Super. Como Katsuki estaba enfermo pidieron de mi ayuda para que lo cuidará.

Ya conocen como es Katsuki.

No quería que yo lo cuidara, pero aquí estoy.

Katsuki y yo éramos amigos durante mucho tiempo, mi familia y la suya tienen años de conocerse entonces simplemente seguimos la cadena. Aunque no nos cayeramos bien.

Me estire un poco y vi la hora en el reloj de la pared. Era hora del medicamento del niño explosivo. Fui a la cocina a preparar un té para que pudiera acompañar con aquellas tabletas.

Una vez listo el té, lo coloque en un plato. Salí de la cocina, atravesé la sala y subí por las escaleras, dudaba que Katsuki estuviera dormido. Aunque también era normal que lo hiciera, tenía gripe.

Toque la puerta de su habitación con mis nudillos, pero no hubo respuesta. Esta dormido entonces. Entre suavemente para no despertarlo.

Lo vi ahí, tapado con su edredón y temblando. Siempre he sido alguien que se altera demasiado, rápidamente coloque en el buró de alado todo y me senté a su lado.

—¿Katsuki, estás bien?

No obtuve respuesta, temblaba pero no hacia frío, además sudaba. Le quite la sabana y comencé a quitarle la ropa para que pudiera estar a temperatura ambiente.

Su voz entrecortada dijo; —Dej-jame idiota...

Toque su frente y estaba muriendo de fiebre, tome su camiseta y fui al baño a mojarla con agua fresca. Al volver la coloque en su frente, me recoste en la cama y trate de que su cuerpo quedará recargado en mi.

Su cabeza reposaba en mi pecho, y trataba de hacer que sus temblores se calmaran.

Una vez ya tranquilo, me miro a los ojos, su temperatura había reducido. El se aferró a mi por la cintura, algo inesperado de el.

—Katsuki...

—Cierra la boca. –Dijo en un tono ronco.

Me le quedé viendo mientras acomodaba su cabeza en mis pechos cómodamente, no había notado lo íntima que era esa posición.

—¿Podrias taparme? Ahora tengo frío por tu culpa.

—¿No me darás las gracias, imbécil? –Tomé el edredón y nos tape a los dos.

—No. –Cerró los ojos.

—¿Te sientes bien ya? –Le pregunte. Obtuve como respuesta un Si con la cabeza. —¿Puedo irme?

—¿Por qué? –Preguntó.

—¿Por favor?

—Que cómica. –Mencionó irritado. –No, no te irás.

—Y eso ¿Por qué?

—Porque no quiero y punto. –Volvió a cerrar los ojos.

Lo vi tan relajado a mi lado, me daba ternura. Siempre era tan evitativo conmigo, creo que son efectos de la fiebre.

—Además, tus pechos me sirven como almohadas.

Reí —¿Y que tal?

—Hmm, nada mal. –Comentó. Abrió los ojos, paso su mirada a mis labios y de nuevo a mis ojos.