Amor en Dos Tiempos

𝐂𝐚𝐩 𝟏: 𝐄𝐥 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐏𝐫𝐨𝐟𝐞𝐬𝐨𝐫

Luna se despertó temprano aquella mañana, los primeros rayos del sol penetraban a través de las cortinas y llenaban su pequeño departamento con una suave luz dorada. El caos organizado de su espacio la hacía sentir en casa. Las paredes estaban cubiertas de bocetos, algunos en papel, otros directamente sobre el muro. Los pinceles, lienzos y tubos de pintura estaban desperdigados por el suelo, en una caótica armonía que solo ella entendía.

Con 22 años, Luna era una artista en formación. Estudiaba Bellas Artes en la universidad, pero su verdadero aprendizaje venía del caos, de las experiencias cotidianas y de las emociones que plasmaba en sus cuadros. Sus manos, siempre manchadas de pintura, eran su mejor herramienta, y su mente, una fuente inagotable de creatividad. Sin embargo, el arte también era su refugio, una manera de escapar del bullicio del mundo exterior, de las expectativas familiares y de los caminos que los demás insistían en que debía seguir.

Luna había crecido en una familia tradicional que valoraba la seguridad por encima de todo. Sus padres habían esperado que eligiera una carrera "más seria", como medicina o derecho, algo que le asegurara estabilidad financiera. Pero Luna, desde pequeña, se había sentido atraída por los colores, las formas y las emociones que el arte podía transmitir. Había sido una lucha constante convencer a su familia de que el arte no era solo una pasión pasajera, sino su vida entera. Aunque seguían preocupados por su futuro, con el tiempo habían aprendido a respetar su decisión.

Se levantó de la cama, estirándose, mientras su mirada vagaba por el lienzo en el que había estado trabajando la noche anterior. Era una mezcla de tonos vibrantes y figuras abstractas, un reflejo de la confusión y los sueños que albergaba en su interior. Luna suspiró. Algo le faltaba, pero no sabía qué. Parecía que, últimamente, nada de lo que creaba la satisfacía por completo.

El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Un mensaje de su mejor amiga, Camila, apareció en la pantalla: "Voy para allá. Tengo noticias jugosas que contarte."

Luna sonrió. Camila siempre tenía algo que decir, algún chisme universitario o rumor extravagante que compartía con la misma energía con la que hablaba de las cosas más importantes. La presencia de Camila en su vida era como una bocanada de aire fresco; mientras Luna solía perderse en sus pensamientos y su arte, Camila la traía de vuelta al presente.

Diez minutos más tarde, la puerta del departamento de Luna se abrió con el típico estruendo que Camila causaba al llegar. Entró sin siquiera tocar, con su característico entusiasmo, y dejó caer su mochila en el suelo mientras se dirigía directamente al pequeño sofá, despejando espacio entre los libros y materiales de arte.

-¡No vas a creer lo que me acabo de enterar! -exclamó Camila, con los ojos brillantes de emoción.

Luna se rió, acostumbrada a las exageraciones de su amiga, mientras le pasaba una taza de café. -A ver, dime. ¿Qué es tan increíble como para venir corriendo a primera hora de la mañana?

Camila bebió un sorbo de café y, sin más preámbulos, soltó la bomba. -Dicen que tenemos un nuevo profesor de arte, pero no cualquier profesor... Es "Bill Kaulitz".

Luna parpadeó, incrédula, como si no hubiera escuchado bien. -¿Bill Kaulitz? ¿El cantante de Tokio Hotel?

Camila asintió vigorosamente, claramente disfrutando del momento. -¡Sí! ¡Ese mismo! Se rumorea que está tomando un descanso de la música para dedicarse a su otra pasión, el arte, y que va a enseñar en nuestra universidad mientras trabaja en su nuevo proyecto.

Luna frunció el ceño. La idea de tener a una celebridad como profesor le parecía absurda. No podía imaginar a alguien como Bill Kaulitz, una estrella de rock, interactuando con estudiantes en una clase universitaria. Claro, ella lo recordaba bien; su adolescencia había estado marcada por canciones como "Monsoon" y "Automatic". Pero, ¿enseñar arte? Eso parecía... demasiado surrealista.