𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑: 𝐄𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐈𝐧𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐝𝐨𝐬

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Luna regresó a su departamento, exhausta pero con una mezcla de emociones que la mantenían despierta. Apenas cruzó la puerta, encontró a Camila en el sofá, leyendo un libro.

—¡Al fin llegas! —exclamó Camila, levantando la vista—. ¿Cómo te fue en la reunión con el profesor?

Luna dejó su bolso en una silla y se desplomó en el sillón junto a su amiga. Sus pensamientos estaban todavía en el encuentro, en la pintura que había mostrado y en la conexión palpable que había sentido entre ella y Bill. Respiró hondo, tratando de ordenar sus ideas antes de responder.

—Fue... interesante pero a la vez extraño —comenzó Luna, jugueteando con un mechón de su cabello—. Me dijo que mi trabajo era increíble, pero la forma en que me miraba. Como si no fuera solo mi arte lo que le interesaba.

Camila levantó una ceja, intrigada.

—¿Algo más? —preguntó, con una sonrisa cómplice—. ¿Te refieres a una conexión más... personal?

Luna se sonrojó y evitó el contacto visual.

—No lo sé, Cami. Es complicado.

Camila soltó una risa suave y se levantó del sofá, estirando los brazos.

—Bueno, pues necesitamos despejarnos un poco, ¿no? Vamos a salir esta noche. Hay una discoteca en el centro de la ciudad. He escuchado que es genial y creo que nos vendría bien bailar un poco y despejar esas cabecitas.

Luna suspiró, pero una parte de ella estaba de acuerdo. Necesitaba despejarse y dejar de pensar en Bill, aunque solo fuera por unas horas.

—Está bien, me apunto —dijo finalmente, esbozando una sonrisa—. Vamos a bailar y olvidar todo por un rato.

### Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad...

Al mismo tiempo, Bill se encontraba con los chicos en un pequeño bar en el centro de la ciudad. Habían pasado la tarde poniéndose al día, pero su mente seguía volviendo a Luna. Sus pensamientos estaban enredados con las emociones que había sentido durante su reunión con ella.

—¿Y cómo te fue con tu estudiante estrella? —preguntó Tom, dándole un empujón a su hermano mientras bebía de su cerveza.

Bill dejó el vaso sobre la mesa y suspiró, sabiendo que no podría evitar el tema.

—Fue bien... Creo —respondió, tratando de sonar despreocupado—. Me mostró una nueva pintura, y es increíble. Pero no puedo dejar de pensar en ella. No es solo su arte. Es... una conexión muy fuerte .

Georg sonrió y se inclinó hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.

—¿Conexión, eh? No me digas que te estás enamorando de una de tus estudiantes. —comentó, con una chispa traviesa en los ojos—. ¿Es solo su talento lo que te atrae?

Bill se recostó en su silla, incómodo con la dirección de la conversación. Sabía que había algo entre él y Luna, pero también era consciente de las complicaciones. Aún así, no podía ignorar lo que sentía.

—No lo sé —admitió—. Hay una conexión, y no solo es artística. Pero es mi estudiante, no puedo cruzar esa línea.

Tom lo miró con una mezcla de burla y seriedad.

—Tal vez lo que necesitas es distraerte un poco. ¿Por qué no vamos a bailar? Conozco una discoteca nueva que está de moda. Vamos, será divertido.

Bill vaciló, pero finalmente asintió. Una parte de él sabía que necesitaba distraerse, dejar de pensar en Luna por un rato. Así que decidieron dirigirse a la discoteca en el centro de la ciudad.

Amor en Dos TiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora