Capítulo 2

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El clima de esta semana, en comparación a la anterior, mejoró

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El clima de esta semana, en comparación a la anterior, mejoró. El sol permanece un poco más y el viento sopla para refrescarnos de las altas temperaturas. Al parecer, la pequeña lluvia de la semana anterior había sido una advertencia para alertar que la primavera estaba en camino.

La primavera me gusta, trae consigo una serie de excelentes noticias, como por ejemplo el receso educativo, es decir, unas increíbles vacaciones.
Lily se puso en campaña para conseguir unas grandes vacaciones el mismo día que anunciaron la fecha del receso, así que tengo un viaje asegurado para la próxima semana. Pero es mejor que por ahora mantenga la atención en los parciales finales.

Hoy, por fin, es sábado. Uno de los pocos días libres que se nos ha obsequiado para hacer lo que queramos sin ser cuestionados. Así que hoy voy a usar mi día para ir a comprar la blusa que hace varios días había estado deseando.
Entonces, lo primero que hago es darme un baño.

Me visto decentemente para salir a la calle y finalmente salgo a disfrutar las Avenidas de Seúl y aprovechar para mirar qué otra cosa puedo comprar hoy.

Tengo que confesar que es imposible aguantarme las ganas de observarlo. Desde aquel día en la cafetería, cuando cruzamos miradas, decidí que lo mejor para mi salud mental es no mirarlo más porque su maldita mirada me hizo mearme figurativamente. Pero la verdad es que es imposible. Escuchaba alguna de sus conversaciones que tenía con sus amigos, obviamente sin intención, y su forma de expresarse provoca en mí una sonrisa involuntaria. Ese comportamiento mío comenzó a levantar algunas sospechas para Lily, a veces me pregunta por la razón de mi sonrisa descontextualizada, y ya se me están acabando las excusas.

Cada vez es más difícil prestarle atención cuando me habla, normalmente logro mantener mi cordura y seguirle la conversación, pero hay veces en las que simplemente no sé qué contestar y es obvio que la razón es porque simplemente no le estoy dando toda mi atención.

Aunque Lily todavía no se animó a preguntar directamente sobre mi dificultoso problema de interés, algo está sospechando y no va a tardar demasiado en arrojarme el cuestionario.

A pesar de que me gusta escucharlo, me gusta más la kilometrada distancia que hay entre nosotros, realmente me da temor tenerlo cerca, aunque todavía no estuvimos lo suficientemente cerca como para compartir un mismo círculo, sigo pensando que su porte es atemorizante. Desde aquella vez que cruzamos miradas por un milisegundo, pensar en la profundidad de sus luceros negros y la curva diabólica que tiene su boca cada vez que sonríe con gusto, me acobarda.

Otra de las cosas que me hace maquinar sobre él es su manera de ser tan reservado. Una de las materias obligatorias para todas las carreras de la universidad es Actividad Física, en este espacio todos elegimos un deporte a realizar y de pura casualidad coincidimos en los mismos horarios de actividad, por lo tanto, compartimos el campus en el mismo momento. Por lo visto eligió fútbol y al parecer una condición mayoritaria de los estudiantes que eligieron fútbol es no cubrirse el torso luego de terminar las prácticas. Adoro que él es uno de los pocos que simplemente agita su camiseta para darle paso al aire en su cuerpo y no tener necesidad de estar mostrando su fisionomía. Desde mi perspectiva esa acción le sube demasiados puntos.

¡Qué estoy diciendo! ¿Puntos de qué?

Sonrío cuando veo la tienda. Entro y provoco que la campana llamador que está en la puerta haga su respectivo ruido. Las muchachas que trabajan aquí me ven pasar y me saludan ofreciéndome ayuda. Me niego y le agradezco el gesto. Comienzo a pasear por los pasillos buscando algo más para sumar a mi compra y a lo lejos veo una linda gorra color verde pálido que combina perfectamente con la blusa que elegí. Hago unos pasos más hasta llegar al estante y cuando lo veo óptimo estiro mi brazo para agarrarla. Frunzo el entrecejo cuando otra mano se interpone en mi objetivo, yo la vi primero. Volteo para ver quién es el susodicho que se atreve a arrebatarme las cosas y cuando me rescato de su presencia mi cuerpo entra en crisis.

¿Qué probabilidad hay de que me lo encuentre en la tienda en la que estoy habiendo quichicientas más en todo Seúl?

Mi cuerpo se afloja cuando comprende el tamaño de él. Nunca lo experimenté tan cerca de mí. Realmente es alto (o yo soy muy pequeña). En tan solo un segundo repaso sus ojos, que resultaron ser marrones y no negros. Memorizo el pequeño lunar que tiene en su nariz y, juro que trato de no mirar ahí, pero las ganas me hacen frente y termino por ver sus malditos labios redondos y brillantes que ahora puedo agregar que son de un ligero color rosita.

Quedátelo —pronuncio en español, olvidándome que estoy en otro continente que obviamente no entiende mi idioma—. Quedátelo —corrijo finalmente y salgo lo más rápido del lugar con las manos vacías.

Cuando estoy lo suficientemente alejada, suelto el suspiro que tenía guardado desde que lo vi.

Es increíblemente alto. Y su energía imponente me hizo mearme otra vez.

Y su perfume. Dios, ¡Qué perfume!

Vuelvo a casa deleitándome de su anatomía y cuando abro la puerta de mi departamento observo en el espejo la facha tan “decente” que tengo puesta.

—Soy una ciruja, no puedo andar así en la calle —lloriqueo—. ¡Y encima no compré la blusa! —me rindo en el piso y hago catarsis—. ¿Una remera más rota no tenía?

 ¿Una remera más rota no tenía?

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𝐓𝐈𝐀𝐌 - Lee KnowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora