La historia de un chico que encuentra un gusto por la música.
___________________________
toda imagen, video o audio que se use en la historia no es mío, créditos a sus respectivos autores.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Odio a la gente que dice que trabajo mucho, no lo hago, solo trabajo lo necesario para mantenerme a flote. Cada que digo mis horarios y las cosas que debo hacer toda la semana me ponen esas caras... siento que me están diciendo - broo que lástima. - Y siempre con esas caras... caras compadecentes. Las odio.
¿Y qué si estoy más delgado de lo normal?
¿Y qué si trabajo mucho para alguien de mi edad?
Intentan ser modestos diciéndome que no es normal, pero solo le dan de comer a su ego para luego decir - Haa~h... hoy le di un consejo a alguien necesitado... - Nadie necesita tu puto consejo. Ni el tuyo ni el de las otras de miles de personas que me dijeron lo mismo.
Hay vanidad en la modestia, y modestia en la vanidad.
Pero, últimamente hubo alguien que me dejó pensando si es que estaba alimentando su ego o solo estaba siendo amable de forma sincera.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Se pasa por la tienda donde trabajo normalmente y cada que aparece siempre me suele sacar charla, no me gusta hablar tanto con los clientes pero él tiene algo que no todos tienen: es muy sincero. Y por eso es que cada que llega el tema sobre el trabajo que y dice que no debería trabajar tanto, no lo siento como algo para llenarse de la panza de satisfacción, sinó que es más como «Un consejo corto para alegrarte más la vida», cosa que me incómoda, pero también me emociona. Me emociona porque me tomo la charla más a la ligera y con el tiempo me di cuenta de que realmente no estuve intentando mucho hablar poco... fuck.
***
Abrí la puerta de par en par, estaba todo oscuro, pasé con la linterna del teléfono hasta la cocina donde prendí el foco de la luz. Subí por las escaleras del living hasta el pasillo de las habitaciones intentando que mis pies sean ligeras como plumas: Se enoja si la despiertas a éstas horas. Al entrar a mi habitación me cambié vigorosamente de ropa y fuí de nuevo a la cocina.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
