Arrepentimiento

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"El arrepentimiento nace cuando las consecuencias de todo lo que hicimos o no hicimos, bueno o malo, se vuelven contra nosotros"
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Narrador omniciente
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Luciel desde pequeño, tenía un miedo mortal a no sentirse a salvo, a que algo terrible pasara y no pudiese hacer más que observar. No era que él hubiera nacido en un país en guerra o en un ambiente poco seguro, simplemente tenía una imaginación sorprendente que no hacía más que atormentarlo. Sus padres lo llevaron a múltiples psicólogos y a clases de defensa personal para lograr que pudiese sentir esa tranquilidad que había anhelado por toda su niñez.

Constantemente pensaba en que moriría joven, ya sea de una manera común como una manera absurda, que solo aumentaba la preocupación de sus padres. Esa paranoia lo atormentó por años.

Conforme avanzó el tiempo, empezó a desarrollar algo de valentía, por lo menos podía quedarse solo tranquilamente. Y para los 16 ya tenía sus miedos bajo control, era un chico fuerte y estratégico, con una sonrisa pícara y una mirada juguetona. Lo malo es que, como había pasado tantos años con su paranoia, él nunca pensó en qué haría con su futuro, no tenía un sueño ferviente por alguna carrera. Así que decidió meterse al ejército a los 18.

Los primeros años fueron los más difíciles, tolerar burlas, maltratos y todas esas cosas que nunca te dirían en la tele, porque si lo hicieran, nadie se inscribiría en el ejército. Constantemente quedando en riesgo por culpa de varios compañeros e incluso superiores que preferían hacerle bromas antes de ayudarlo en sus tareas. Los días se sentían eternos, pero por lo menos logro hacer un par de amigos.

Hasta que un día, después de una misión donde él fue el que mejor desempeño dio, lo empezaron a respetar poco a poco, incluso los sargentos le contaban anécdotas de vez en cuando.

-Sabes, hijo, tú debes de ser uno de los mejores cadetes que he tenido.- Su superior dijo una de esas tardes después del entrenamiento

-¿Es en serio? - Luciel dijo con un brillo en sus ojos

-Sí, hasta me recuerdas a mí cuando tenía tu edad, lleno de energía y sueños... Mantente así, Luciel, sigue siendo como tú sabes ser...

En menos de lo que esperaba, se convirtió en la promesa de su escuadrón, aquel chico que no se dejó pisotear por la presión y llegó a la mejor parte de su vida

Así eran las cosas normalmente, todo mundo le comentaba sobre sus expectativas, su suerte, su carisma, su fuerza y lo afortunado que él era. Todos esos halagos con tan solo 23 años, una vida larga y amena por delante y unas anécdotas infantiles por detrás.

Era el chico de la suerte, el chico de los pósteres y revistas, el chico que haría historia y que todos los jóvenes soldados verían como el mejor ejemplo a seguir.

Uno de esos días, lo mandaron a una misión en solitario. Él ya había ido a muchas misiones, tanto individuales como grupales, y ha sido el que más hacía cosas, básicamente el líder de todo, por lo tanto, no tenía ni un problema.

Su tarea era simple, ir a un edificio alejado, porque se rumorea que muchas personas se juntan para hacer planes de terrorismo y conspiración, aunque eso era simple especulación y no estaba ni cerca de ser confirmado. Revisar el lugar, asegurarse de que todo el falso y en el caso de ser real, dar el aviso para que manden a más militares ahí.

Luciel fue al edificio, armado hasta los dientes, con miedo como cualquier otro, pero determinado a salir bien parado. Le habían dicho de antemano que el lugar estaría vacío y eso le aliviaba bastante. Fue directamente al salón principal, luego a las habitaciones, buscó por todas partes por algún plano o estrategia, pero estaba todo vacío o lleno de papel basura. Era un lugar extraño, todo era tan correcto y simple, que agobiaba, al punto donde el silencio era incluso más aterrador que el ruido.

Falsa alarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora