1 | Dangerous Passion

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Soobin miraba su reflejo en el espejo del baño del bar, tratando de convencerse a sí mismo de que esa sería la última vez

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Soobin miraba su reflejo en el espejo del baño del bar, tratando de convencerse a sí mismo de que esa sería la última vez. Pero sabía que era mentira. La verdad era más oscura y profunda. Estaba atrapado, no solo por la pasión que sentía, sino por la mujer que se había convertido en su obsesión: Jiyeon.

Ella no solo era hermosa, sino también peligrosa por el simple hecho de estar casada con Jin-hu, su amigo de años. Un hombre con conexiones en la mafia, alguien que no tendría piedad si descubriera la verdad. Si Jin-hu se enteraba, Soobin sabía que lo mataría sin pensarlo dos veces.

Su propio matrimonio, en cambio, era solo una fachada. No sentía nada por su esposa; era más una conveniencia que una compañera. Con Jiyeon, todo era diferente. Ella lo hacía sentir vivo, deseado, aunque ambos sabían que lo que hacían estaba mal. Lo que compartían no podía terminar bien.

Esa noche, Soobin había inventado una excusa para salir. Le dijo a su esposa que tenía una reunión importante con clientes, y aunque eso le permitía ver a Jiyeon sin levantar sospechas, el peso de la culpa lo seguía aplastando.

Llegó al bar que habían acordado. El lugar era discreto, oscuro y lo suficientemente apartado como para que nadie notara sus encuentros. Afuera, la lluvia caía con fuerza, como si el cielo mismo intentara advertirle que se alejara, que no cruzara esa puerta. Pero no podía. No quería.

Dentro del bar, el ambiente era sombrío, el sonido de la lluvia afuera se mezclaba con el murmullo de las conversaciones. Jiyeon ya estaba allí, sentada en una mesa al fondo, vestida de negro. Su cabello caía en ondas sobre sus hombros, y aunque su rostro parecía tranquilo, había una tensión en el aire. Una tensión que los envolvía cada vez que se veían.

Cuando sus ojos se encontraron, el mundo a su alrededor se desvaneció. Era como si estuvieran solos en el universo, atrapados en una realidad que solo ellos entendían.

Soobin se acercó lentamente, sintiendo el peso del deseo que siempre lo arrastraba hacia ella, sin importar las consecuencias.

"Te dije que no volvería a verte aquí," dijo Jiyeon cuando él se sentó junto a ella. Su voz era un susurro que rozaba su oído, como si no quisiera que el resto del bar escuchara lo que ocurría entre ellos.

"Soobin..." La manera en que ella pronunciaba su nombre siempre le producía un escalofrío. La intensidad de su mirada lo desarmaba. No respondió de inmediato, solo la miró, atrapado en sus pensamientos. Sabía que lo correcto era levantarse y marcharse. Pero no podía.

"Lo sé", murmuró finalmente, mientras tomaba un trago de su vaso, tratando de tragar el nudo en su garganta. "Pero aquí estoy."

Jiyeon sonrió, pero no era una sonrisa feliz. Era una sonrisa que escondía secretos, que contenía algo más que diversión. Había una chispa de oscuridad en sus ojos, la misma que lo había atraído desde el principio. Con ella, todo era un torbellino de emociones, de altibajos que lo hacían sentir más vivo que nunca. Pero esa misma adrenalina lo estaba consumiendo.

"¿Cuántas veces más vamos a hacer esto?" preguntó Jiyeon, aunque ambos sabían que la respuesta era irrelevante. Ninguno de los dos estaba dispuesto a detenerse.

"La última vez" mintió Soobin, aunque sabía que no sería la última. No podía apartar la mirada de ella, de la forma en que su cabello caía despreocupadamente sobre sus hombros, de cómo su perfume llenaba el aire y lo envolvía.

Jiyeon se acercó más, hasta que apenas quedó espacio entre ellos. "Siempre dices eso" murmuró, y sus labios rozaron los de él, encendiendo de nuevo la chispa que lo consumía por dentro.

Soobin la besó, profundamente, como si ese momento pudiera detener el tiempo. Los minutos pasaban, pero para ellos, solo existía ese instante. En el refugio oscuro del bar, lejos del juicio del mundo, se entregaron el uno al otro sin pensar en las consecuencias.

Las manos de Soobin recorrieron el cuerpo de Jiyeon, y aunque sabía que estaban rodeados de gente, en ese momento, solo ella importaba. Los susurros entre besos y las caricias furtivas lo llevaban al límite. Jiyeon lo devolvió con la misma intensidad, como si supiera que ese momento, tan clandestino como lo era, era lo único real entre ellos.

"Esto nunca va a funcionar" murmuró Soobin contra sus labios, pero sus manos no dejaban de tocarla, aferrándose a la piel que sabía que no le pertenecía.

"Lo sé" respondió ella, con una tristeza oculta tras sus ojos. Pero luego sonrió, y esa sonrisa contenía un desafío. "Pero por ahora, ¿importa?"

La respuesta era evidente: no, al menos esa noche. Ambos sabían que estaban condenados, pero esa condena era parte del atractivo, parte del fuego que los mantenía juntos.

El resto de la noche pasó entre risas bajas, besos robados y palabras que ambos fingían que no dolían. Cuando finalmente se despidieron, bajo la lluvia que seguía cayendo sin tregua, sabían que su historia no tenía futuro, pero aun así, seguirían viéndose. No podían parar, aunque sabían que el final estaba cerca.

Mientras Soobin se alejaba, con la figura de Jiyeon perdiéndose en la distancia, su corazón se sentía más pesado que nunca. Sabía que su vida estaba al borde del colapso. Pero hasta entonces, seguiría buscando esos momentos con ella, aunque fueran breves, aunque fueran peligrosos.

Inspirada en DOUBLE FANTASY de The Weekned ft. Future

 Future

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Life in Melodies "One shots" | TXTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora