Capitulo 1

33 6 4
                                    

Durante el viaje en limusina, mi mente sigue divagando ante lo que pasaría al ver al padre de mis hijas, pensando en cómo es que llegamos a este punto, después de todo, jamás pensé que las cosas escalarian de una manera tan desastrosa, pues hace un año, la simple idea de ser padre se instaló en mi mente, justo después de soplar las velas de mi cumpleaños numero 10,000 mil, ni siquiera comprendo cómo fue exactamente que esto paso; solo se que, al momento de soplar esas velas, la idea nació en mi mente, fue como si un instinto se activará en mi interior en ese momento, y por mas que lo intente, me resultó imposible ignorarlo.

-¿Se encuentra bien, señor?- preguntó Luigi, echando un vistazo por el espejo retrovisor.
-Claro que sí- respondí- ¿por qué no lo estaría?.

-No lo sé, señor -murmuró.

Cerré los ojos por un momento, en ocasiones Luigi es un dolor de cabeza, con un suspiro, comencé a acariciar mi vientre, recordando el instante en que nuestras vidas se cruzaron en un restaurante italiano en el mundo mágico, era uno de mis sitios favoritos para comer. Fue en ese instante que nuestras miradas se cruzaron, iniciando una conversación, que a decir verdad, no era más que un juego de miradas, centrado en sus intensos ojos rosados y esa corona que parece revolotear a su alrededor, como lo haría la luna con su planeta. Es un hada llamativo, encantador y con una sonrisa que te atrae al instante en que brilla hacia ti.

-Hola, ¿quieres un poco de vino? -preguntó cuando finalmente decidió acercarse.

-No suelo beber vino durante el trabajo -respondí.

-Nadie se dará cuenta, lo garantizo.

Quizá ese fue mi error; no debí dejar que se sentara en mi mesa, no debí aceptar aquella copa de vino, pero lo hice, y aquí estamos.

Mientras la limusina avanzaba, el sonido del tráfico se mezclaba con mis pensamientos, mis dudas, miedos y confusión, ¿Cómo puedo entender a C.c., que no me interesa que forme parte de la vida de mis hijas? ¿Tendré que deshacerme del hombre que alguna vez me hizo sentir mariposas? Bueno, sí, si me obligan a hacerlo, tendré que hacerlo.

-¿Está pensando en él? -preguntó Luigi, rompiendo mis pensamientos.

-Quizá -respondí, acariciando mi vientre-. Es complicado, ¿sabes? A veces creo que él va a intervenir en mis planes.

Luigi asintió, con ese aire de tensión en sus hombros.

-Lo mantendremos en línea, Don Papi -agregó-. No va a llegar a las niñas, eso se lo puedo jurar.

-Sé que lo harás, Luigi -respondí-. Sé que las cuidarás.

-Daría mi vida por ellas, señor -respondió.

La limusina continuó su trayecto, y podía sentir la tensión crecer en mi pecho. Era inevitable encontrarme con él, pero no deseo hacerlo. Observé cómo poco a poco nos alejamos de la ciudad. Pude ver aquella propiedad a lo lejos, ese hogar en el cual alguna vez compartí risas con C.c., pero también es el sitio donde fui sometido al control de un idiota que sentía poseer algún derecho sobre mí.

-¿Qué pasa si C.c. no quiere quedarse lejos de ellas?

Luigi, siempre atento, captó mi inquietud.

-Don Papi, usted es un hombre fuerte, ha superado muchas cosas. No permita que el pasado lo detenga.

-Sería más sencillo si no tuviera un estómago tan grande -suspiré.

-No se preocupe por eso, yo tengo la suficiente puntería por ambos -respondió, levantando un arma para enfatizar su punto.

Me fue imposible no reír. De alguna manera, Luigi siempre sabe qué decir para hacerme sentir mejor. Finalmente, la limusina se detuvo frente a aquella elegante mansión. Tomé una respiración profunda mientras la mano de Luigi se dispuso a ayudarme a bajar del vehículo.

PAPI MAFIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora