Ángel

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He visto un ángel.

Su pelo un corte de medianoche, sedoso como un beso y poblado de orquídeas, su piel marmórea y deslumbrante, tallando su imagen para siempre en mi retina herida por su belleza, sus ojos agua, calmando mis pesares con su mirada preocupada.

He sentido un ángel.

Sus manos terciopelo en mi cuello, sintiendo mi corazón, y toda la sangre que hubiese dado por prolongar mi dicha, su tacto. Ha posado su mejilla en mi pecho, ha escuchado mi vida, y mi vida se habría detenido con tal de nunca alejarme de su arte.

He escuchado un ángel.

Ha tocado un arpa de melodiosas notas, ha cantado mi existencia y mis penas y yo no he podido hacer más que mantenerme cuerdo ante tal sonido.

He abrazado un ángel.

Extendí mis brazos, fantasmas, hacia si, y me ha respondido con una perla marina, sí, los angeles lloran perlas, y este me regaló miles mientras mi vida se escapaba por los brazos que acababa de perder.

Los fantasmas no necesitan sangre.

Yo tampoco.

Espero encontrarte nuevamente.

Adiós, ángel.

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora