Hace un par de años mi amiga Rosa, gran amiga mía desde la niñez, se trasladó a vivir a Barcelona por motivos de trabajo y allí conoció a un chico estupendo con el que decidió casarse después de unos meses de salir juntos. Debido a que todos sus amigos y amigas vivíamos lejos de Barcelona, nos propuso hacer la despedida de soltera y soltero justo un día antes de la boda para que casi todos pudiéramos acudir; total, uno solo puede celebrar su despedida de soltero una vez en la vida. Carlos que es mi novio y sus amigos no conocían mucho al novio, pero se unieron a la fiesta de despedida de soltero de los hombres y yo naturalmente a la de las chicas. La boda al día siguiente era por la tarde, por lo que disponíamos de toda noche y la mañana posterior para dormir.
Mi novio Carlos y yo llegamos pronto a Barcelona, fuimos directamente a la casa nueva de Rosa y conocimos a su futuro marido Sergio, que además de alto y guapo, era encantador. Rosa estaba guapísima, con su pelo negro, largo y rizado, sus ojos castaños y una cara tan dulce. Toda la mañana, hasta la hora de comer, la dedicamos a ayudar a la novia a formalizar algunas cosas que quedaban pendientes de la boda. A la hora de la comida se unió a la ayuda nuestro amigo Tomás que llegó a esa hora. Y a eso de las 4 de la tarde, mientras Carlos y Tomás se quedaban ayudando a Rosa a subir un montón de cosas a su casa nueva, Sergio fue a preparar el banquete del día siguiente y yo me fui a un salón de belleza y me hice un corte y un peinado moderno con el pelo muy rubio cortito y con escalones, también me hice la manicura, tomé unos rayos UVA, un tratamiento de piel, depilado total de piernas, dejando el vello de mi pubis muy recortadito, tal y como le gusta a mi hombre.
A las nueve llegue al hotel donde ya me estaba esperando Carlos. Aquella noche se presentaba muy calurosa y húmeda por lo que debíamos ponernos ropa ligera. Yo me quise poner sexy y me decidí por un vestidito amarillo de gasa, muy vaporoso, con tirantes, gran escote y muy cortito de muslo; a mi novio le encantaba y le ponía como una moto.
—¡Cómo te queda ese vestido! —me decía.
—Ya sé que te gusta amor mío, luego te dejo que me lo quites. —Le respondí.
—No sé si voy a poder aguantar —contestó excitado.— ¡Estas buenísima!
A mí me encanta y me pone a tono que me diga esas cosas y él lo sabe, pero es que además aquel vestido era realmente muy sexy y me quedaba muy bien, las cosas como son.
Nos despedimos con unos ardientes besos y nos dirigimos cada uno a nuestra fiesta, él con los chicos y yo con las chicas.
Al verme llegar mis amigas me saludaron.
—¡Joder chica, nos vas a quitar los pretendientes! —comentó Carmen, que por entonces estaba soltera y buscando novio.
—¡Qué guapa y que sexy estás! —dijo otra.
—¡Vaya piernas! —me piropeó mi amiga Rosa.
Cuantas más cosas oía, más me gustaba, más me recreaba y me paseaba entre ellas y mi vestidito levantaba el vuelo vaporoso y dejaba ver por entero mis muslos. El camarero que nos serviría la cena, no me quitó ojo en toda la noche.
Toda la cena fue de cachondeo, risas, mucho vino y sobre todo criticando a los hombres, yo no se que pasa pero siempre que nos reunimos las mujeres acabamos hablando de los mismo, de hombres, supongo que ellos hagan lo mismo hablando de mujeres. Luego, tras el cava y los cafés, se hizo un reparto de cosas típicas de despedida, regalos de sex-shop, como: condones de colores y de sabores, pollas andantes, conjunto de lencería súper sexy, un pequeño consolador para la futura novia, etc.
Después nos fuimos a una discoteca donde casi todas seguimos bebiendo bastante y estuvimos hasta las tres y pico de la madrugada riendo, vacilando y bailando. Recuerdo que otras dos amigas y yo estuvimos bailando encima de los altavoces de la discoteca con bailes más que sensuales y poniendo cachondo al personal. Un camarero nos tuvo que ayudar incluso a quitarnos de encima unos tipos que no hacían mas que intentar meternos mano.