Mi carcelero

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Las noches y los días eran muy largos, casi no se diferencian cuando estás en la oscuridad. Las frías sábanas no abrigan cuando la frescura roza tu piel. La comidas no tienen sabor alguno cuando tu cuerpo ya no siente nada. Las emociones no buscan florecer con la depresión.

Pero no puedo quejarme... A él no le gusta escucharme reprochar todo lo que hace por mi. Durante horas, se sienta frente a mi, me mira y cuenta historias. Historias de su odio al mundo. Y me pide que le cuente historias. Historias que yo invento para él. Historias donde aquel sótano es mi castillo, y él es mi príncipe azul. Azul. Depresión. Mi carcelero.

No sé cuánto tiempo he estado encerrada en aquel lugar. No recuerdo qué pasó. No recuerdo quién era yo. Dijo que yo soy una de las tantas princesas que rescató. Yo no veo a ninguna otra. Al menos viva.

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