CAPITULO 9: DESCONTENTOS

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"Bueno, sé que estar solo contigo

no es fácil de hacer,

Con la excepción de ti, me disgustan

todos en la habitación"

Stop The World I Wanna Get Off
With You by Arctic Monkeys




Bastian.

—¿Acaso eres ciego? —molesto me cruzo de brazos— ¿No ves el parecido o qué?

El príncipe suelta una carcajada.

Al segundo siguiente estoy en el suelo, con él encima, y con su puño impactando contra mi mandíbula.

—Pedazo de mierda —agarra el cuello de mi camisa— Apareces de la nada, después de tres malditos años solo para pedir su mano en matrimonio, —me jalonea de un lado a otro —bastardo infeliz ¿Cómo pudiste abandonarla sabiendo que llevaba a tu hija en su vientre? ¿Cómo fuiste capaz de dejarla volver con el miserable de nuestro padre?

Por breves instantes me quedo congelado, sin saber qué mierda está pasando.

—Adrián suéltalo —grita Elizabeth.

—Oh, no. Voy a matar a está escoria.

—Maldita sea, Sebastián. ¿Acaso quieres morir? —Trata de sacarlo de encima— No ves que estamos en su reino, idiota.

—Háganme el favor de quitarme a este salvaje de encima —les ordeno a mis hombres.

El príncipe forcejea cuando dos de mis hombres lo apresan, retirándolo de mi cuerpo. Aturdido me levanto del suelo, con la espalda y mandíbula doliendome. La gente de Morreau se acerca a su príncipe de manera intimidante, como si fueran a iniciar una pelea solo para que suelten a su heredero.

—Ustedes no se metan —los detiene la pelirroja— Él se lo busco al atacar a un rey en su propio reino, —lleva una de sus manos a su sien— no se puede ser tan estúpido, en serio.

—¿Cómo esperabas que reaccionara sabiendo que fue este el imbécil que te embarazó y encima te abandonó? —gruñe su hermano.

Sacudo el polvo de mis prendas, pensando en una de las mil maneras de cobrarme esta insolencia.

—No lo sé, tal vez preguntándome qué fue lo que en realidad sucedió, como lo haría cualquier persona con raciocinio. O acaso no se te ocurrió que tal vez el rey, al igual que todos aquí, no sabían de la existencia de Aurora.

La cara molesta del príncipe cambia a una más pálida, y es todo un exquisito poema.

—¿Él no sabía sobre la pequeña? —deja de forcejear con mi hombres.

—No, Adrián. El rey Dubois no sabía que tenía una hija.

La postura de la princesa se vuelve cansada.

—Ten por seguro, alteza, de que está insolencia no la dejaré pasar, —los dos me miran — pero por el momento es mejor que se retiren a las habitaciones a descansar. Dejaremos está conversación para después.

—Necesitamos solucionar esto ahora —refuta la princesa.

—No, en éste momento lo que todos necesitamos es un baño caliente, una cama para dormir y un vaso de whisky, de ser posible.

Con una de mis manos les hago una señal a mis hombres para que suelten al príncipe salvaje, un copo de nieve cae en mi nariz, y una fuerte ventisca me azota la cara, así que sin más atrapo a mi hija en brazos, tomo la mano de la princesa obstinada, y nos llevo dentro del castillo.

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⏰ Última actualización: May 31 ⏰

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