FREDDY : libertinaje (pt.3)

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«Gustabo García, ¿sí o no?»

CW: Consumo de drogas. Lenguaje adulto. Contenido sexual explícito.

Esta es la versión SIN CENSURA. He decidido darle una oportunidad aquí. Por favor, sean amables. Si esto va bien, borraré la versión censurada y dejaré sólo esta.

Cruda anticipación hierve en el interior del costoso superdeportivo de un modo que resulta ser asfixiante para ambos hombres, en consecuencia, el viaje a casa de Isidoro termina desprovisto de cualquier sonido más que el rugir violento del motor

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Cruda anticipación hierve en el interior del costoso superdeportivo de un modo que resulta ser asfixiante para ambos hombres, en consecuencia, el viaje a casa de Isidoro termina desprovisto de cualquier sonido más que el rugir violento del motor.

La expectativa por lo que les espera una vez crucen los límites de la propiedad es capaz de distraer sus mentes hasta el borde de lo absurdo, incluso viéndose incapaces de formular cualquier palabra que funcione como distractor pasajero.

A pesar de lo poco acostumbrado que está a conducir con ambas manos sobre el volante, Trucazo puede sentir en el fondo de su mente la urgente necesidad de un polo a tierra que lo mantenga sujeto a la realidad, de lo contrario, el riesgo de perderse en la inmensidad del océano que conforma la mirada de su acompañante se vuelve casi inevitable; es consciente de la innecesaria fuerza que está usando para sostener el volante y se pregunta si alguna vez el anhelo fue capaz de consumirlo de tal forma.

La oscuridad de la noche es igual de densa y profunda que las pupilas dilatadas en su mirada chocolate, fruto del deseo que ruge en su interior con la intensidad de una bestia al borde de la locura y que se ve reflejado en la tensión de su mandíbula, en especial ahora que han dejado atrás las luces de la ciudad, siendo las pocas estrellas en el cielo su patético sustituto.

Hay un suspiro entrecortado que se escucha a su lado y consigue arrastrarlo de regreso al presente, por lo que decide apartar la mirada de la carretera por un breve instante, y lo que se encuentra son un par de topacios azules apuntando a lo que parecen ser sus labios. Su respuesta es automática; la ironía se desborda de su sonrisa y es la culpable de alertar a su espectador, quien, habiendo sido descubierto, desvía la mirada sólo para encontrarse nuevamente con los ojos de Trucazo, resultando en un momento que peca de sentirse eterno.

—No me había fijado en la cicatriz en tu boca —suelta Gustabo de la nada, regresando la mirada al frente con un carraspeo poco disimulado.

Después de soltar una breve risa burlona, Trucazo imita las acciones de su acompañante, vislumbrando a lo lejos la colina sobre la que está construida la mansión.

—Oístes, neno, y más que te quedan por descubrir. Qué no te espanten, eh, Gustabiño.

Es el turno del joven Inspector de mofarse con el desprecio que el bufón favorito del rey le mostraría a su lamentable intento de reemplazo.

—Lo mismo te puedo decir, Freddy.

Una vez han cruzado la entrada de la propiedad, se detienen frente a la puerta del garaje, aún sin apagar el motor del coche.

[PAUSA] SUBCOMISARIO GARCÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora