Desde afuera, la casa de Anna era igual a la de cualquier otra familia en el vecindario: pequeña pero acogedora, con un jardín bien cuidado que su madre mantenía con esmero. Los vecinos siempre hablaban bien de ellos. Eran la familia que sonreía en las cenas comunitarias, que asistía a la iglesia los domingos y que vivía con modestia, pero dignidad. Su madre era conocida por ser amable, y su padrastro, aunque serio, era respetado por su trabajo duro y su apariencia de hombre de familia.
Sin embargo, esa imagen perfecta se desmoronaba tan pronto como la puerta se cerraba.
Dentro de esas cuatro paredes, Anna vivía un infierno que nadie conocía. Su padrastro, un hombre al que todos respetaban, tenía dos caras. La que mostraba en público era la de un hombre amable y responsable, pero cuando nadie miraba, se convertía en un ser cruel y despiadado. Los golpes comenzaron cuando Anna era pequeña, pero con el tiempo, su crueldad se intensificó. No solo le gritaba e insultaba, sino que sus abusos tomaron formas más oscuras, que Anna se esforzaba en bloquear de su mente.
Cada día al llegar de la escuela, sentía cómo el nudo en su estómago se hacía más fuerte. Sabía que cualquier error, por mínimo que fuera, podía desencadenar la ira de su padrastro. Un plato fuera de lugar, una palabra mal dicha, cualquier excusa era suficiente para desatar su violencia. Y lo peor de todo era el silencio de su madre. Esa misma mujer que la abrazaba cuando era pequeña, ahora solo observaba desde la distancia, negándose a intervenir.
Era como si para su madre, todo fuera más sencillo si fingía que nada estaba mal. Ella prefería mantener la ilusión de la familia perfecta, aunque eso significara sacrificar a su hija. Cada vez que Anna la miraba, buscando un destello de compasión, solo recibía frialdad y negación. "No hagas enojar a tu padre", era todo lo que decía, como si eso justificara el dolor que Anna sufría.
De puertas para afuera, su madre era la perfecta esposa y el pilar de la familia. Todos la admiraban por haber encontrado un "buen hombre" después de haber quedado viuda tan joven. Pero dentro de esa casa, era solo una sombra de lo que debería ser, una mujer que había elegido la comodidad de su matrimonio sobre el bienestar de su propia hija.
Cada mañana, Anna practicaba su sonrisa frente al espejo. Tenía que ser convincente, para que nadie sospechara nada. Sus compañeros de la academia no podían saber la verdad, y los vecinos tampoco. Debía seguir siendo la hija de la familia trabajadora y perfecta que todos admiraban. Solo ella sabía que, detrás de esa sonrisa, su vida se desmoronaba lentamente
Cuando el silencio de la noche la envolvía, se refugiaba en la música, su único escape de la realidad. "Daddy Issues" de The Neighbourhood era como un espejo de su propio dolor, cada verso parecía hablarle directamente, revelando la complejidad de sus sentimientos hacia su padrastro: el odio por lo que le hacía y la desconcertante confusión de haber anhelado alguna vez su aprobación. Pero era "Dollhouse" de Melanie Martinez la que realmente capturaba lo que vivía cada día. La canción describía a la perfección su hogar: una familia que, como una casa de muñecas, era bonita por fuera pero llena de grietas y sombras por dentro. Escuchar esas canciones era su forma de gritar lo que no podía decir en voz alta, de soltar el peso de su verdad en medio de un mundo que no quería escuchar.
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Era una noche como cualquier otra. La joven trataba de concentrarse en su tarea de matemáticas, pero el ambiente en la casa estaba cargado. Sabía que su padrastro estaba de mal humor desde que llegó, lo podía sentir en el peso de sus pasos y en el sonido de las puertas cerrandose abruptamente.
—¿Qué haces, holgazaneando como siempre? —espetó su padrastro al pasar por su habitación, su voz llena de desdén.
Intentó ignorarlo. Había aprendido que cualquier respuesta, por inocente que fuera, solo empeoraba las cosas. Pero aquella noche algo era distinto, estaba cansada de ser siempre la culpable, de sentirse un blanco fácil para su maltrato.
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Más allá de los muros
Teen FictionAnna Smith, una chica de 16 años, consigue una beca para asistir a la prestigiosa Academia Royal, una escuela privada para la élite. Acostumbrada a vivir con lo justo, Anna se siente como sapo de otro pozo entre sus nuevos compañeros, quienes parece...