࿐♡ 02

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Chan corría hasta su casa con la que vivía él y su novio, acababa de salir del taxi que lo había traído del aeropuerto hasta ahí, colocó la llave esperando ver a su novio con los brazos abiertos frente a él, siempre que volvía a casa era así.

Pero cuando abrió no había nadie, silencio total, esperaba que su noviecito estuviera dormido... aunque eran las 11 de la mañana, no quería que estuviera enojado con él, no, no podría.

Dejó sus zapatos y maletas en la entrada yendo a buscar a su lindo novio, cuando pasó por la sala, vio un tazón de palomitas, talvez Jeongin había estado viendo películas la noche anterior.

Subió las escaleras y paró en seco, aterrado al ver a Jeongin en el suelo, aún con pijama y sus mejillas rojas, jadeaba levemente, como si algo le doliera.

—Amor, Jeongin —intentó despertarlo sin saber qué hacer.

Miró su pie y vio que su delgado tobillo estaba rojo y un poco hinchado.

Tocó su frente y esta ardía, analizó todo rápidamente, Jeongin no traía calcetines, la cama no parecía haber sido destapada, la mañana estaba fría. Su pequeño se había resfriado, otra vez.

—Te dije que te cuidaras... —lo tomó en brazos cual princesa y lo llevó hasta la cama y lo tapó con las suficientes sábanas.

—Y tú dijiste que volverías ayer en la tarde —susurró aún en sus brazos con un puchero en sus labios y la nariz roja por la enfermedad.

—Amor... lo siento, en verdad lo siento, mamá no tenía crédito y papá nunca lleva su teléfono con él, no había forma de contactarte —le dio de tomar una píldora que había en el cajón del baño y miró su pijama, era una delgada, debía cambiársela—. Te traeré otra pijama.

—No quiero tu ayuda —ahora que había tomado la píldora, podía sentir su cabeza más tranquila, no dolía tanto, además, seguía enojado.

—Ya dije que lo siento —dejó su chaqueta negra en el colgador—. Déjame ayudarte, tu tobillo debe de doler.

Jeongin no respondió, sus labios estaban abultados, sí, hace un rato dijo que quería responder las llamadas de Chan, pero su vaga explicación del porqué no le avisó, revivió su enojo.

Se sentó en la cama sintiéndose algo mareado, arregló un poco su rubio cabello y se paró, mala idea, cayó al suelo otra vez.

Su tobillo sí que dolía.

—Jeongin, vamos, déjame ayudarte —lo volvió a levantar acostándolo sobre la cama—. Ya te pedí perdón y te expliqué por qué no te avisé —besó su mejilla—. ¿Me puedes disculpar? —estaba a escasos 3 centímetros de su rostro.

Jeongin flaqueó, su debilidad más grande era Chan, aquel chico que al principio fue tan indiferente, ahora pedía besos y abrazos casi todo el día, aunque su ropa era casi totalmente obscura, su funda de celular tenía stickers que Jeongin le había comprado, amaba mucho a ese hombre.

—¿Cómo podría decirte que no? —se ferró al cuello y caderas de Chan, enredando sus brazos y piernas en estas.

—Vamos, espérame aquí, traeré tu pijama rosa —besó nuevamente su esponjosa mejilla y se separó de sus brazos para traer las prendas dichas, era una pijama rosa durazno con helados estampados, era calentita y cómoda.

Volvió colocando las prendas a un lado, desabotonó la pijama de Jeongin para sacársela, pero no pudo evitar hacerle cosquillas en su fina cintura y su tierna pancita.

Jeongin no tenía six pac, no, era muy flojo como para hacer ejercicio, tenía una muy pequeña pancita la cual Chan amaba con todo su corazón, era suavecita y blandita, amaba acostarse ahí y hacerle cosquillas.

Le colocó la pijama que acababa de traer, parte superior e inferior, le gustaba vestirlo, aunque él mismo no vestía ropas de colores pasteles y suaves como Jeongin lo hacía, amaba que su novio vistiera de esa manera, era una de las muchas cosas que amaba completamente de Jeongin.

—Te traeré un mate, espérame —besó su frente yendo hacia la cocina, dejando a un muy satisfecho Jeongin por el servicio, Chan no podía enojarse con Jeongin por no haberse cuidado, no podía enojarse con él por ninguna razón.

Jeongin quería estar enojado con Chan, pero no podía, esos ojos y esa sonrisa que únicamente eran dedicadas a él, lo atrapaban y abrazaban.

Sí, eran muy diferentes, demasiado... y eso era lo perfecto, eran tan diferentes que se complementaban a la perfección, cada parte de ellos encajaba con la del otro, como si hubieran estado hechos para estar el uno con el otro.

Sus labios encajaban tan bien, la pequeña mano de Jeongin encajaba perfectamente al estar entrelazada con la de Chan, la cual era notablemente más grande, su cuerpo cabía a la perfección en los brazos del más alto y sus piernas se entrelazaban con tal facilidad y flexibilidad para todo tipo de ocasiones.

8 minutos pasaron hasta que Chan volvió con un mate caliente de manzanilla, un tazón de agua con un trapito y un pudín para consentir a Jeongin.

—¡Pudín! —levantó sus manos esperando el delicioso pudín que Chan traía.

—Primero tomarás el mate con medicina —dejó en pudín lejos de Jeongin, acercándose a él junto con la taza de manzanilla.

—Pero no me gusta esa medicina —era propóleo, odiaba el simple olor, lo odiaba.

—Será esto o llamaré a un médico para que te de inyecciones, elije —sabía que Jeongin le aterraban las agujas, así que preferiría tomar un mate con medicina fea.

—Pero... —pataleó un poco—, ash.... dame ese mate.

Se tapó la nariz y empezó a tomar aquella medicina.

—Jeongin.

—¿Sí?

—¿Puedo besarte?

—Channie, estoy enfermo.

—Tomaré el riesgo.

—Tomaré el riesgo

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Cold ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora