6. Alucinado

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-¡MIERDA!

Llegó azotando la puerta, aventando el maletín sobre el sillón.

-¡Eres un imbécil, cabron!

Se agarraba el cabello cenizo con desesperación mientras iba de un lado a otro.

Primero fue a la cocina en busca de agua, pero no tuvo ganas de beberla; después fue a la sala echándose de nuevo en el sillón prendiendo el televisor esperando distraerse, pero tampoco funcionó; ahora más furioso se dirigió a su habitación.
Entro al baño recargando se sobre el ovalín. Fijo su mirada en el espejo y se dió cuenta que aún tenía la mano marcada en el cachete.

-¡Esa...Mujer!

Tenía que calmarse. No echaría a perder lo que le costó  tanto tiempo y dinero invertido en terapia para aprender a controlar su mal genio.

Contó hasta diez regulando su respiración.

Y una vez calmado, intento identificar cuál era la razón de su enojo.

Claramente se equivoco con Uraraka, y es que no pecaba de vanidoso al decir con orgullo que nunca ninguna mujer lo había rechazado, jamás.

Pero, ¿era el rechazo en sí lo que lo ponía tan furioso? o quizá ¿era el rechazo de Uraraka lo que lo ponía furioso?

"No eso no."

Apretó los párpados con frustración negando con la cabeza.

Habían pasado años, casi llego a enterrarla en lo más profundo de sus pensamientos, ella no podía revivir tales sentimientos de la nada tan solo con verla.

En lo profundo de sus pensamientos...

Y entonces lo entendió.

Aún por más vago y efímero, sin siquiera buscarlo o evitarlo, Ochako se había instalado en sus pensamientos desde que tenía memoria.

¿Que haría?
¿Cómo se vería?
¿Cómo se escucharía?
.
.
.
¿Con quién estaría?

Nunca había abandonado su cabeza, se quedó con él desde que podía recordarlo. Y aunque como la luz de una pobre vela se iba haciendo pequeña nunca había desaparecido por completo.

Ahora como una hoguera había regresado con llamas abrazadoras.

-Juro que vas a pagar, - dijo al espejo mirándose amenazante aún mirando la mano dibujada en su mejilla- de esta no vas a salir bien librada.




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Cuando entró al departamento relajo los hombros. Estiró los brazos girando de un lado a otro liberandose del entumecimiento de la oficina. Se deshizo de su saco, maletín y llaves colocándolas en sus respectivos lugares.

Había un olor agradable a comida mezclada con crema pastelera.

-Amor. -llamo con ternura.

Sorpresivamente no estaba en la cocina aunque parecía que estaba preparando comida para un batallón.

-Ochako.

Está vez elevó el tono de voz buscándola por el departamento. Escuchó un ruido sordo proveniente de su habitación y ya preocupado subió las escaleras.

-Ochako...

-Aqui estoy. -respondió agitada.

Él se detuvo a mitad de las escaleras más aliviado de verla.

-¿Que ocurre? ¿Esperas visitas? Porque pareciera que está invitado la mitad de Tokyo.

-Me tome la libertad de invitar a unos amigos. Espero que no te importe, porque cenarán con nosotros mañana.

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⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

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