Capítulo 11

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Jungwon no llega a casa, le pide a Jake y Ni-ki que lleven a su pequeña, ella sabra como decirles el camino

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Jungwon no llega a casa, le pide a Jake y Ni-ki que lleven a su pequeña, ella sabra como decirles el camino. No puede caminar del todo bien, le duele el cuerpo y no puede abrir del todo los ojos por lo que salir de noche sin un guía seria bastante fastidioso, pero tampoco se puede quedar en la pequeña casa de Sunghoon, porque él no quiere, así que cuando se da cuenta ya esta pidiéndole asilo por una noche a Sunoo quien no se niega, a ese punto no sabe si el rubio es buena persona o simplemente tiene el mismo pensamiento de Sunghoon. Pero no pasa la noche ahí, porque hay algo que no lo deja en paz y ronda en su cabeza todo el tiempo, deja una nota en la mesa y sale del departamento, siente que se tambalea al caminar, pero quizá son lo hace y es su propio mareo, toma fuerza de los muros y cuando ya no quedan se mantiene solo con los animos de seguir.

Camina por la noche observando la ciudad, hay personas vagando, calentadose quemando lo que se encontrasen, personas perdidas y alguno que otro niño que le rompe el corazón, porque ellos lo miran vagar con moretones y el rostro hinchado, esos pequeños lo miran porque sufren las mismas heridas, ellos se ocultan en los lugares oscuros y solo brilla lo poco que tiene valor.
No se detiene, sigue su camino ante los pequeños ojos de los desamparados, ojos achicados y moribundos que solo salen en la oscuridad, quizás ellos ya no estén ahí mañana, quizás de hecho no estén ahí en una hora, pero Jungwon no puede hacer nada, es lo que sufren todos en la ciudad, el miedo a morir solo es superado por el dolor de sobrevivir. Por un segundo se siente parte de ellos y ellos de él, pero no, no morirá esa noche ni en la siguiente, aún le quedan fuerzas pero más que eso tiene voluntad, su madre y hermana dependen de él y no puede dejarlas, no lo hará ni aunque sus huesos se rompan. Cae al suelo y no consigue ponerse en pie, sus rodillas se niegan y sus brazos han dejado de acompañarlo, solo se queda ahí por un momento. Su rostro sigue mal, pero ahora hay moretones en vez de hinchazón, ahora puede reconocerse a si mismo al verse en la ventana de un viejo y dañado local, puede observar la sangre seca de su labio y duda que algo de lo que haga valga la pena, debería regresar y quedarse con Sunoo, incluso piensa en ir a casa y aguantar los regaños de su padre, pero no puede.

Solo pasan un par de minutos cuando consigue levantarse, toma fuerza y se sostiene del vidrio transparente del local, sus piernas son delgadas pero resisten aun con moretones en ellas, toma un respiro y sigue adelante ignorando las pocas miradas que recaen sobre él. No son miradas de curiosidad, aquellos ojos moribundos están en él pidiendo auxilio, pero no puede hacer nada al respecto, jamás lo hizo y jamás lo hará, porque salvar a una persona es hacerse cargo de ella y Jungwon no podía hacerse cargo de nadie más que no fuera su familia. Sigue su camino con dificultad.

El dolor sigue ahí, no hay manera de que se vaya si sigue caminando y esforzándose en hacerlo, ni siquiera los medicamentos que Sunghoon le dio puede hacer que se calme, aun los tiene, los cuida y asegura de no perderlos, se supone que alivian el dolor, pero no los tomara, al menos no en ese momento mientras camina a paso lento por el límite de la ciudad, está a punto de llegar y siente que ha caminado por horas, quizás es así, pero no tiene nada para asegurarlo. Cuando llega reconoce el olor a tierra húmeda y a esa fragancia en el túnel que le hace recordar el porque de sus heridas. Sigue caminando apoyándose en las inestables paredes de tierra, observa la luz roja proveniente de la lámpara y suspira, está cansado pero ahora que falta poco debe seguir. Se deja caer un momento, no sabe cómo llegar sin alterar al sucio, así que solo espera, quizás dormirá ahí donde está, quizás dejara que las ratas trepen por sus piernas, solo quiere descansar un momento.

Sucio | JAYWONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora