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En la casa de Minho, Felix finalmente dejó salir todo lo que había estado acumulando durante tanto tiempo. Estaba sentado en el suelo, con las rodillas recogidas y la cabeza gacha. No podía contener más las lágrimas que brotaban sin cesar. Minho lo observaba desde el sofá, dejando que su amigo hablara sin interrupciones, consciente de que Felix necesitaba desahogarse.

—Minho... —comenzó Felix, su voz quebrada—. No entiendo por qué nunca se fijó en mí. Han pasado cuatro años desde que somos amigos, desde que lo conozco, y... nunca, nunca me vio como algo más.

Minho lo escuchaba atentamente, viendo cómo Felix, quien siempre intentaba mostrarse fuerte, ahora se desmoronaba frente a él.

—He intentado todo, ¿sabes? —continuó Felix entre sollozos—. Hice lo que pude para que al menos me considerara una opción, pero... nunca lo logré. Y ahora, de la nada, llega ella, Sophia... y parece que Hyunjin se está rindiendo completamente a sus pies.

Cada palabra que decía Felix parecía salir con más dificultad, como si el peso de sus emociones lo estuviera aplastando.

—Ella es todo lo que Hyunjin podría querer. Es hermosa, amable, divertida... Todo lo bueno que puede existir en una mujer —Felix dejó escapar un suspiro, lleno de dolor—. Y yo... yo nunca podría competir con eso. Es como si... como si fuera invisible para él.

Felix se llevó las manos a la cara, tapándose los ojos, intentando controlar las lágrimas, pero era imposible. Todo lo que sentía estaba desbordándose.

—Minho... a veces... —su voz se volvió apenas un susurro—. A veces desearía que ella estuviera muerta. Sé que está mal, sé que es horrible pensar así, pero no puedo soportarlo. No puedo soportar verlo a él tan cerca de ella, como si yo nunca hubiera importado.

Minho frunció el ceño, pero no dijo nada. Sabía que Felix no hablaba desde el odio, sino desde la desesperación, desde el dolor profundo de ver a la persona que amaba cada vez más lejos.

—Hyunjin nunca se fijaría en alguien como yo teniendo a un ángel como ella a su lado —Felix rompió en llanto, sin poder controlar más su angustia.

Minho, aunque dolido por ver a su amigo sufrir tanto, se levantó y se acercó a Felix. Lo abrazó fuertemente, permitiéndole llorar sin reservas. No había palabras mágicas que pudieran arreglar la situación en ese momento, pero Minho sabía que estar ahí para Felix, en silencio, era lo único que podía hacer.

Minho, al ver el estado tan frágil de Felix, sabía que no podía quedarse en silencio. Mientras lo abrazaba, sintió una mezcla de tristeza y frustración. Finalmente, se separó un poco para mirarlo a los ojos, con una expresión seria y firme.

—Felix —dijo Minho con voz grave—, tienes que escucharme. Estás siendo muy duro contigo mismo, y eso no está bien. ¿Sabes cuánto vales? Eres una de las personas más valiosas y extraordinarias que he conocido. Si Hyunjin no puede verlo, eso es su problema, no el tuyo.

Felix levantó la vista, sus ojos aún llenos de lágrimas, pero Minho continuó sin detenerse.

—No deberías llorar por alguien que no te valora como mereces. No puedes permitir que una sola persona te haga sentir tan miserable. Eres increíble tal como eres. Eres amable, inteligente, divertido, y lo más importante, eres leal. Si Hyunjin no puede ver todo eso, entonces él es quien está perdiendo, no tú.

Minho se inclinó un poco más cerca, su tono volviéndose más intenso.

—Lo que realmente importa es cómo te ves a ti mismo. No dejes que el rechazo de alguien te haga olvidar tu propio valor. Eres fuerte, y no deberías caer tan fácilmente solo porque alguien más no te corresponda de la manera que esperabas. Tienes a tantas personas que te aprecian y te valoran, y mereces ser tratado con el respeto y amor que ofreces.

HeatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora