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Los días pasaron tan rápido no sabía que día era la verdad no importaba, cada día lo esperaba, esperaba que tocara la puerta y todo esto se resolviera de una forma me tomo muy de sorpresa su repentino cambió de humor hacia mi, en mi mente no dejaban de dar vueltas esas palabras proveniente de su boca

"Eres muy dependiente de mi no me dejas respirar"

En verdad lo hacía sentir así? Todo el tiempo fui una carga para el, Entonces porque todas las noches junto a él me hacían sentir tan cómodo, talvez solo era yo el que sentía eso el..solo lo hacía por lástima se quedaba a mi lado por lástima.
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-Sergio-
Me que de perplejo al escuchar esa voz

-Kelly?, te puedo ayudar en algo-

-Mira seré directo, me harías un gran favor si dejaras de buscar a Max-

-No entiendo?-

-Se que tu y el se ven cada semana todos los días, y últimamente lo he notado muy distraído-

-Eso me involucra a mi?-

-Sergio, estoy embarazada-
Sus palabras me calleron como un balde de agua fría, ahora todo tenía sentido por ese motivo no venía más,

-Ah, pues no se que decir felicidades- mi voz temblorosa, mis lágrimas amenazaban con salir intentando mostrar una sonrisa

-Sabes que no te preocupes por eso yo no me veo con Max desde las boda-

-Oh bueno, supongo que me voy- solo le sonreí, cerrando la puerta detrás de ella

Después de cerrar la puerta, me quedé apoyado en ella, dejando que el peso de sus palabras me aplastara. El aire se sentía denso, casi imposible de respirar. Mi corazón latía tan fuerte que lo escuchaba en mis oídos, pero al mismo tiempo todo a mi alrededor se sentía vacío, como si de repente no existiera nada más.
"Estoy embarazada."
Esas dos palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza, rebotando en las paredes del departamento, golpeándome más fuerte con cada repetición. Max tenía una vida aparte, una vida que ya no me incluía. De pronto, todo lo que compartimos, cada sonrisa, cada beso, todo se sentía como una mentira. Tal vez siempre lo fue.

Mis piernas comenzaron a temblar, y el pánico me invadió. Sin pensarlo demasiado, caminé hacia el baño. Mi reflejo en el espejo apenas parecía el mío; los ojos hinchados de tantas noches sin dormir, el cabello despeinado, las ojeras profundas. No era ni la sombra de lo que fui cuando Max estaba a mi lado.
Abrí el gabinete con manos temblorosas. Ahí estaban mis pastillas, el tratamiento que había comenzado hacía meses por mi enfermedad. Sabía que debía tomarlas todos los días, pero últimamente ni siquiera eso me importaba. Nada lo hacía. Sin Max, no había motivo para seguir.
Tomé el frasco, lo abrí sin titubear y me quedé mirando las pequeñas pastillas blancas. Quería que todo terminara, que el dolor desapareciera, que la sensación de vacío en mi pecho se detuviera. Sin pensar demasiado, vertí varias en mi mano y me las llevé a la boca. El amargo sabor me recorrió la garganta, pero no me detuve. Me apoyé en el borde del lavabo, cerrando los ojos, esperando que el dolor se desvaneciera.

Pasaron unas cuantas horas Max recibió una llamada de un amigo en común. Kelly había ido a buscarme, y eso lo llenó de ansiedad. No había sabido nada de mí desde nuestra última conversación, y aunque intentaba mantener la distancia, algo dentro de él no lo dejaba tranquilo.
No lo pensó dos veces antes de subirse al coche y conducir hasta el departamento. Cada minuto en el volante lo hacía sentir más nervioso. Había algo en el fondo su mente que le decía que algo estaba mal, que quizás todo esto se había ido más lejos de lo que pensaba.

Al llegar, Max tocó la puerta varias veces, pero no hubo respuesta. Sintió cómo su corazón se aceleraba, y sin dudarlo más, sacó las llaves que tenía de mi departamento y abrió la puerta. El lugar estaba en silencio, pero no ese silencio pacífico que solíamos compartir. Este era un silencio denso, como si el aire estuviera cargado de algo oscuro.
Max buscó por todos lados hasta dar con el baño encontrándolo tirado en el suelo del baño. El frasco de pastillas estaba vacío a su lado. En ese instante, todo dentro de él se congeló. Sintió cómo su garganta se cerraba y una mezcla de pánico y culpa lo golpeó con tanta fuerza que apenas podía respirar.

-¡Checo! -gritó, corriendo hacia mí.

Me levantó en sus brazos, pero mi cuerpo estaba completamente inerte. Mi piel fría. Max no lo pensó dos veces y me llevó al hospital, conduciendo tan rápido que apenas veía las luces del camino. Su mente iba a mil por hora, recordando cada momento que pasamos juntos, cada risa, cada beso, preguntándose cómo había llegado todo a esto.
Cuando llegaron al hospital, los doctores lo apartaron rápidamente, llevándome a una camilla y desapareciendo tras las puertas de urgencias.

Max se quedó en el pasillo, sin poder moverse, con las manos temblando y el pecho a punto de explotar.
Pasaron horas. O al menos, eso le pareció a él. El tiempo no tenía sentido mientras esperaba. Finalmente, un doctor salió. La expresión en su rostro lo decía todo, pero aún así, Max se aferró a la esperanza.

-Lo siento -dijo el doctor, con una voz que parecía tan lejana-. Hicimos todo lo que pudimos, pero fue demasiado tarde.

Max sintió como si todo el mundo se desmoronara a su alrededor. No había nada que pudiera decir, nada que pudiera hacer. El dolor lo inundó por completo. Había perdido a Checo, y todo por su culpa.

Las últimas semanas no os pasaba del todo bien Max no sabía cómo continuar. Todo a su alrededor se sentía vacío, y el remordimiento lo carcomía desde dentro. Sin embargo, decidió hacer algo que había estado en su mente durante mucho tiempo.

Compró una pequeña casa en un campo alejado, justo como a Checo le habría gustado, con un pequeño jardín de flores de colores tenues, todo en perfecta paz.
El lugar estaba alejado de todo, justo como Checo lo había descrito aquella vez, con un cielo claro y montañas a lo lejos.

Eso era todo lo que checo había descrito aquella vez los días ahí eran tranquilos no se escuchaba nada que pudiera atormentarlo todo era paz, Max se sentaba todas las tardes en el jardín, mirando el horizonte, recordando los momentos felices, preguntándose qué habría pasado si hubiera hecho las cosas de manera diferente, que hubiera pasado? Su pecas estaría ahí con el disfrutando de eso?

Una noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Max sintió que su cuerpo finalmente se rendía. Cerró los ojos, respirando profundamente por última vez. Sabía que pronto estaría junto a él junto a su pecas en ese lugar donde ya no habría más dolor, ni culpa, ni despedidas.
Y en aquella cabaña, rodeado de la paz que Checo siempre soñó.

Max falleció en silencio, llevándose con él los recuerdos de un amor que, aunque trágico, fue verdadero.











FIN▪︎











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HOLAAA como están? Yo publicando esto muy tempranito por la mañana hoy es 14/septiembre/2024
Casi mi cumple faltan 9 días y me pone muy feliz saber que concluí esta historia que tanto quería hacer

Muchas gracias por los votos o vistas de verdad me hace muy feliz, aunque no son muchos, me emociona que algunas personitas si la leen de verdad gracias

14/09/24 6:49am acabé mi sueño de verdad GRACIAS!!!!
LOS QUIERO♡

ADIOS🐨☆♡

Mi momento mas feliz...? ( Chestappen )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora