Ser un cambiaformas tigre no es fácil. Primero, porque los tigres son una especie en peligro de extinción – especialmente en Corea del Sur-. Segundo, porque al ser cambiaformas, debe mantener su forma animal hasta los doce años, edad en que recién puede adoptar su forma humana. Por lo mismo, solo podían vivir en reservas o sitios muy aislados, lejos de la civilización para no ser descubiertos por seres humanos. Solo al cumplir los doce, podían insertarse en la sociedad, entremezclándose con las personas y aparentar ser uno más.
Desde que tenía memoria, Song MinGi creció en una reserva. Ahí era salvaje y libre, corría por los pastizales, trepaba árboles con sus hermanos y amigos que eran otros cambiaformas exóticos, como panteras y leones.
En otras palabras, era casi un paraíso.
Si, casi.
Lamentablemente había humanos que no respetaban la vida salvaje ni las prohibiciones respecto a la caza en la reserva, especialmente cuando había dinero de por medio. Grandes sumas de dinero.
Los cazadores acechaban su hogar para matarlos con sus escopetas y vender su piel y colmillos. Otras, para capturarlos y venderlos a gente de elite que los mantendría como mascotas. O peor, usarlos en medicinas tradicionales, ciertas personas creyendo que sus órganos obrarían milagros.
Eran horribles y de pequeño, a MinGi le aterrorizaban. Cada vez que olía un humano, huía.
Por suerte, los humanos eran bastante torpes, ruidosos y sus sentidos eran demasiado mediocres comparados con los suyos, eso facilitando el escapar.
El problema era cuando llegaban acompañados de perros.
Malditos perros.
Como odiaba a esos sabuesos traicioneros que, tan pronto captaban el aroma de un cambiaformas, aullaban como condenados y corrían igual que demonios, cazándolos. Ni siquiera en la copa de los árboles estaban seguros, eso obligándolos a escapar a las profundidades de las reservas para no ser atrapados.
Incluso, en un momento su familia barajó la posibilidad de migrar a un zoológico, pero su padre se negó a ser la entretención de humanos. De posar para sus estúpidas cámaras o tomarse una jodida selfie. Él ni su familia serían la entretención de personas que, teniendo la oportunidad, comprarían su pellejo sin dudar.
Bestias salvajes. Así llamaba su padre a los humanos.
MinGi incluía a los perros dentro de ese término. Bestias salvajes y traidores.
Los odiaba igual o más que los humanos. También les temía a ambos, aunque más a los humanos, sólo porque ellos cargaban armas.
Fue por esa aversión excesiva hacia los humanos, que MinGi se demoró en adoptar su forma humana aún después de cumplido los doce. No quería ser como esas bestias. Es más, quería cazarlos tal como ellos cazaban a los suyos.
"Si haces eso, no sólo serás como ellos, sino también les darás una razón más para matarnos", eran las palabras que usaba su padre para disuadirlo de sus planes. De la misma forma, fue quien lo motivó a adoptar su forma humana, porque, entre antes fuera humano, antes podrían irse de la reserva.
MinGi no deseaba irse de su adorada reserva. Tampoco quería ser un despreciable humano. Pero, no quería que mataran a su familia -y menos que terminaran en manos de un humano y sus retorcidos planes-, así que se obligó a transformase.
Con todo su pesar, adoptó esa piel sin pelo. No tenía las bonitas rayas negras y anaranjadas que caracterizaban a su especie, lo más cercano a ello siendo su cabello anaranjado con mechas negras, su piel sólo siendo morena.
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Domando al Tigre [YunGi]
FanfictionSong MinGi es un orgulloso cambiaformas tigre que odia dos cosas: los cazadores y los perros. Los aborrece. Los evita como la peste, especialmente a los canes. Cambiaformas o no, MinGi no quiere tener ningún tipo de relación con ellos. Hasta que apa...