Negar lo inevitable

67 5 0
                                    

Beomgyu siempre había tenido una imagen clara de quién era, o al menos eso intentaba convencerse. En su mente, había líneas que no debía cruzar, normas que no podía romper. Nunca se vio a sí mismo como alguien que pudiera sentir algo más que amistad por otro hombre. Eso era lo que había aprendido, lo que había visto, y aunque nunca fue alguien que juzgara a otros, estaba seguro de que él no encajaba en esa categoría.

Pero entonces apareció Yeonjun.

Al principio, Yeonjun era simplemente parte de su grupo de amigos. Tenían conocidos en común desde la universidad, y Beomgyu nunca pensó demasiado en él. Claro, Yeonjun era carismático, popular y a menudo el centro de atención en cualquier lugar que pisaba. Era fácil admirarlo, pero Beomgyu lo justificaba pensando que todos lo hacían; era normal, ¿no?

El problema comenzó cuando las interacciones casuales se volvieron más personales. No fue inmediato, pero poco a poco Yeonjun empezó a acercarse más, a entablar conversaciones privadas, a invitarlo a pasar tiempo juntos después de las salidas grupales. Beomgyu lo ignoró al principio, convencido de que todo era solo una amistad que se estaba fortaleciendo. Pero entonces empezaron los pequeños detalles: las sonrisas compartidas, los momentos en que sus brazos se rozaban accidentalmente, las miradas prolongadas.

Era la peor sensación del mundo. No podía estar pasando, no con él. No podía gustarle un chico.

...

El sábado por la noche, después de una fiesta en el apartamento de Taehyun, Beomgyu y Yeonjun terminaron caminando juntos hacía el departamento de Beomgyu. Era tarde, y el aire frío de la noche parecía agudizar cada emoción que Beomgyu trataba de suprimir. Iban en silencio, caminando lado a lado, mientras los demás ya se habían dispersado.

Cuando llegaron al apartamento de Beomgyu, él se quedó parado frente a la puerta, inseguro de cómo despedirse. Yeonjun se apoyó contra la pared, mirando hacia el cielo como si no tuviera prisa por irse.

—Hoy estuvo bien, ¿no? —comentó Yeonjun con una sonrisa suave.

Beomgyu asintió, pero sentía una presión en el pecho que no podía explicar. Había pasado gran parte de la noche en la fiesta, intentando mantener una distancia emocional de Yeonjun, pero ahora, solos en medio de la quietud de la noche, se le hacía imposible ignorar lo que sentía.

—Sí… Estuvo bien —murmuró, pero su voz sonaba apagada, distante.

Yeonjun lo notó de inmediato. Había aprendido a leer a Beomgyu con el tiempo, y sabía que algo lo estaba preocupando. Con cuidado, se apartó de la pared y dio un paso hacia él.

—¿Estás bien? —preguntó Yeonjun, su tono serio ahora—. Te noto distante desde hace unos días.

Beomgyu tensó los hombros. No quería tener esta conversación. No estaba listo, y no sabía si alguna vez lo estaría. Las emociones se acumulaban en su pecho como una tormenta, y no sabía cómo controlarlas.

—Estoy bien, solo… cansado, supongo —mintió, evitando mirarlo a los ojos.

Yeonjun no parecía convencido. Hubo un breve silencio antes de que hablara de nuevo.

—Beomgyu… ¿me estás evitando? —preguntó directamente, su voz baja pero firme.

El corazón de Beomgyu dio un vuelco. Sabía que Yeonjun lo había notado, que no podía seguir fingiendo que todo estaba bien. Pero admitir la verdad… era aterrador. ¿Cómo podía admitir algo que llevaba tanto tiempo negando?

—No estoy evitando a nadie —respondió rápidamente, su voz más aguda de lo que pretendía—. Solo… no es nada.

Yeonjun se quedó en silencio, observándolo con una expresión seria, evaluando sus palabras. Luego, de manera repentina, dio un paso más hacia él, acortando la distancia entre ambos. Beomgyu sintió cómo su respiración se aceleraba al instante.

—Beomgyu, sé que algo te pasa conmigo —susurró Yeonjun, su mirada fija en la de él—. Si es así, quiero que me lo digas. No tienes que tener miedo de ser honesto conmigo.

El estómago de Beomgyu se retorció de nervios. Era imposible seguir negándolo. Sabía lo que sentía, y eso lo aterrorizaba. No podía decirlo en voz alta, porque decirlo lo haría real. Y si lo hacía real, ¿qué pasaría después?

—Yo… no… —comenzó a decir, pero las palabras se le atragantaron.

Yeonjun se acercó aún más, ahora tan cerca que Beomgyu podía sentir el calor de su cuerpo, el leve aroma de su colonia. Era demasiado. Demasiado intenso, demasiado cerca, demasiado real.

—No tienes que negarlo —susurró Yeonjun, su voz suave pero firme—. Está bien, Beomgyu.

Esas palabras fueron el quiebre. Beomgyu cerró los ojos con fuerza, tratando de contener la oleada de emociones que lo abrumaban, pero ya no podía más.

—¡No es normal! —exclamó de repente, su voz quebrada por la frustración—. No debería… no puedo sentir esto por ti. No está bien.

Yeonjun lo miró, sorprendido por su confesión. Beomgyu, con los ojos llenos de lágrimas contenidas, finalmente había dicho en voz alta lo que tanto había tratado de ignorar.

—No quiero que me gusten los hombres, Yeonjun —continuó Beomgyu, su voz temblando—. No quiero sentir esto.

Yeonjun lo observó con una mezcla de compasión y tristeza. Lentamente, levantó una mano y la colocó suavemente en el brazo de Beomgyu.

—No está mal sentir lo que sientes —dijo Yeonjun en un tono bajo, sus ojos reflejando comprensión—. No tienes que luchar contra esto.

Beomgyu sacudió la cabeza, sintiéndose abrumado. Había pasado tanto tiempo convenciéndose de que estaba bien, de que sus sentimientos eran solo una fase, algo que eventualmente pasaría. Pero frente a Yeonjun, frente a la verdad que ya no podía ignorar, se sentía indefenso.

—No sé cómo manejarlo —confesó finalmente, las lágrimas empezando a rodar por sus mejillas—. No sé como vivir con esto.

Yeonjun, con una ternura que hizo que el corazón de Beomgyu se rompiera aún más, lo rodeó con sus brazos, envolviéndolo en un abrazo suave pero firme. Beomgyu, incapaz de contenerse más, apoyó la cabeza en su hombro y dejó que las lágrimas fluyeran libremente.

—No tienes que hacerlo solo —susurró Yeonjun, acariciando suavemente su espalda—. Estoy aquí contigo.

El calor del abrazo de Yeonjun, su apoyo incondicional, fue lo que finalmente permitió que Beomgyu aceptara lo que tanto había temido. No sabía lo que el futuro les depararía, ni cómo cambiaría su vida a partir de ahora. Pero, en ese momento, en los brazos de Yeonjun, supo que ya no tenía que luchar solo.

yeongyu one shots ᥫ᭡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora