𝗧𝗨𝗚 𝗢𝗙 𝗪𝗔𝗥

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El aire en el dormitorio era pesado con el miedo no expresado de los jugadores. Tras el segundo juego, muchos de ellos sabían que no podían confiar en la suerte ni en las habilidades individuales. El tercer juego estaba a la vuelta de la esquina, y la tensión que colgaba sobre todos era palpable. Los murmullos habían comenzado a girar en torno a posibles alianzas, y las miradas desconfiadas se intercambiaban constantemente entre las literas.

Kibum estaba sentado en su litera, su mirada clavada en el techo mientras las voces a su alrededor se desvanecían en un zumbido distante. Las palabras de Minho de la noche anterior seguían resonando en su mente: "Si no aprendes a cuidar de ti mismo aquí dentro, no sobrevivirás ni fuera ni dentro de los juegos." A pesar de que no quería depender de nadie, sentía que algo dentro de él comenzaba a cambiar. La fragilidad emocional que siempre había sido su naturaleza lo estaba poniendo en peligro. Sabía que tenía que volverse más fuerte, pero no estaba seguro de cómo hacerlo.

Minho, en cambio, permanecía tan distante y frío como siempre. A veces Kibum sentía que lo observaba, aunque siempre con una expresión impenetrable. El hecho de que Minho le hubiera dirigido la palabra la noche anterior fue un pequeño rayo de luz, pero sabía que el hombre seguía viéndolo como alguien débil. Alguien que, si caía, no valía la pena salvar.

Antes de que Kibum pudiera sumergirse más en sus pensamientos, la puerta metálica del dormitorio se abrió de golpe, haciendo eco en la vasta sala. Los guardias enmascarados comenzaron a entrar, silenciosos y amenazantes como de costumbre, mientras los jugadores automáticamente se ponían de pie y formaban las filas que se habían vuelto parte de su rutina diaria.

—Jugadores, síganme —anunció uno de los guardias, su voz distorsionada resonando por el altavoz.

Sin más preguntas ni resistencia, todos comenzaron a caminar. Kibum se unió al grupo, con la mente dando vueltas sobre qué juego podría seguir. El segundo había sido cuestión de precisión y paciencia. ¿Y el tercero? No había pistas, solo el eco de sus pasos en el corredor que los conducía nuevamente hacia lo desconocido.

Llegaron a una gran sala dividida por una enorme estructura metálica. En el centro, una plataforma colgante se extendía de lado a lado, con dos extremos conectados a cuerdas que parecían caer en abismos profundos a cada lado. Era un escenario inquietante, casi brutal en su simplicidad. Frente a ellos, una cuerda gruesa colgaba de la estructura, dividiendo el espacio en dos partes iguales.

Kibum sintió su corazón latir con fuerza. Tira y afloja. Lo había jugado de niño, pero aquí todo era diferente. Si caías, caías para siempre. Las implicaciones eran evidentes, y el pánico comenzó a apoderarse de él.

—El tercer juego es tira y afloja —anunció la voz robótica de uno de los guardias, confirmando sus peores temores—. Serán divididos en equipos de diez. El equipo que logre tirar al otro al vacío sobrevivirá. El equipo que pierda... será eliminado.

El silencio que siguió fue sofocante. Algunos jugadores comenzaron a susurrar nerviosamente entre ellos, mientras otros simplemente permanecían inmóviles, demasiado asustados para reaccionar.

—Elijan sus equipos.

El caos estalló de inmediato. Kibum vio cómo los jugadores más fuertes, aquellos que ya habían comenzado a formar alianzas, se agrupaban rápidamente. Los más corpulentos y atléticos se buscaban mutuamente, buscando un equipo que pudiera asegurar su victoria. Los demás quedaban dispersos, luchando por encontrar un lugar.

Kibum observó la escena con creciente ansiedad. No conocía a nadie, no tenía alianzas. Sus ojos buscaban a alguien a quien aferrarse, alguien con quien formar un equipo. Y entonces lo vio: Minho, de pie en un extremo de la sala, observando con su habitual calma impenetrable.

𝑆𝑄𝑈𝐼𝐷 𝐺𝛥𝑀𝛴˖ ⇸Minkey⇷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora