Cuando era más joven, Yao estuvo obsesionado con una banda muy famosa; durante estos años había pensado en aquella época como un recuerdo lejano que quizás nunca volvería a repetirse en su vida. No tenía idea de cuanto había extrañado aquellas canciones hasta que escuchó la canción de "Moments" mientras entraba a la habitación.
—¡Vaya! —exclamó sorprendido, mientras aspiraba lentamente el olor a lirios que se distribuía en toda la habitación.
En medio de la cama el niño simplemente miraba al vacío, las lágrimas inundaban sus ojos mientras miraba hacia el frente, susurrando una y otra vez: "¿Por qué?"
La escena cambió rápidamente ante los ojos del sacerdote. Las sábanas lilas de aquella recámara habían sido remplazadas por unas de color blanco, mientras el joven apuesto que había admirado en los retratos se encontraba a un lado, suplicando por su vida.
Lejos de lo que había comentado su esposa, no eran ladrones quienes se encontraban junto a él, sino su propia madre, quien empuñaba una pistola apuntando a su propio hijo.
El hombre parecía no creer ni entender lo que sucedía, pues era su propia madre quien lo amenazaba en aquel momento. La mujer lo miró fríamente, parecía haber perdido cualquier pizca de amor o compasión, por lo que decía el hombre y simplemente disparó.
"Fue rápido" pensó Yao. La música se detuvo de repente mientras todo volvía a la normalidad, ese había sido lo que el difunto había guardado como último recuerdo, quizás por el trauma o quizás porque no tenía la fuerza para aceptar la razón de su muerte.
El joven sacerdote colocó sus dedos sobre su mandíbula pensativamente. El hombre parecía confundido y triste, más no parecía desear una venganza. ¿Qué lo retendría en este mundo?
—¿Quién es usted y cómo entró a mi casa? — gritó una mujer. Yao volteó rápidamente, maldiciendo a su mala suerte por no haberse escondido antes.
—Señora, sé que quizás no me crea, pero vine ayudarla...
—Un momento, ¡Eres el loco que dijo que mi hijo te había contratado! Traté de ser amable, pero esto es demasiado, ¡Llamaré a la policía de inmediato!
—¡Por favor! Escúcheme, sé que esto parece malo, pero puedo explicarlo...
—Los estafadores parecen esforzarse más últimamente. — interrumpió Herber, mostrando cierta arrogancia en sus palabras.
La señora marcó inmediatamente el número de la policía dispuesta a delatar a aquel vulgar mentiroso, más un fuerte ruido la detuvo en el acto. El candelabro que había comprado recientemente se había caído justo a los pies del vidente que había contratado.
La luz del día había desaparecido junto a la luz artificial, llenando de frío el lugar.
— El niño se está manifestando, es hora de...
— Basta, deja de mentir. — lo paró en seco Yao. —Sé que no tienes el don, pero no es un niño a quien te enfrentas. Si continúas con tu acto, morirás.
— ¿Cómo te atreves?
— La telequinesis es un don maravilloso, pero no es lo mismo que la clarividencia, apártate ahora.
Herber miró sorprendido a Yao, recordando brevemente aquella noche, cuando al escuchar a sus padres peleando los vidrios de la casa se rompieron, revelando por primera vez aquel don. El resto había sido historia, para él siempre había sido fácil fingir que había fantasmas en un lugar, en especial cuando podía crear los escenarios por su cuenta.
Sus huesos se helaron de repente, sentía que era muy difícil respirar, como si alguna fuerza lo aplastará contra el suelo una y otra vez.
Yao junto sus manos, recitando unas palabras que empujaron lejos las sensaciones que el farsante estaba experimentando.
— ¿Cómo se llamaba tu esposo? —preguntó viendo directamente a la mujer.
— No te lo diré, entraste a mi casa sin permiso, aun si él es un farsante, no quiero que te entrometas...
— Entiendo...
Acercándose al fantasma, Yao abrió el pequeño relicario que le habían dado como pago, logrando que la mujer estallará en lágrimas.
— Tengo una pequeña idea de por qué estás en este mundo, pero debes recordar lo que sucedió o nunca serás libre.
Colocando su mano en la frente del hombre, susurró unas palabras, regresando nuevamente a hechos del pasado.
La madre del fantasma sostenía su cuerpo llorando, mientras culpaba al hombre por aquella escena; en su mente retorcida, él la había abandonado por culpa de una mujer y había olvidado aquel maravilloso vínculo que compartían.
Cualquiera pensaría que aquella mujer se detendría allí, pero, al contrario, lo único que deseaba era destruir a los culpables que lo habían alejado de su hijo. Comenzando por los pequeños, pues quería que la bruja de su nuera sufriera en carne propia lo que había hecho. Una vez que todos supieron la verdad, el fantasma se transformó en una bella luz que nunca regresó, todo lo que quería era advertir y proteger a su familia.
—Sasha se ha estado enfermando. —susurró destrozada la mujer. —yo dejé que esa mujer se le acercará, yo...
—Lo que decidas hacer ahora, depende de ti. —habló firmemente Yao, colocando sobre la palma de la mujer aquel relicario con el que le habían pagado y sin decir nada más se marchó de aquel lugar, su misión había terminado.
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Silver
FanfictionEn un mundo donde los exorcistas luchan codo a codo con los Yokais, Jin Guangyao se encuentra en una posición desafiante: incapaz de establecer una conexión con algún Yokai. A pesar de ello, recorre el mundo promocionando su agencia de detectives so...