Capitulo 14: Regreso a casa

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Lizy se encontraba en el interior de una iglesia, rodeada por el eco silencioso de sus propios pensamientos. El lugar, normalmente un refugio de paz, se sentía abrumador mientras sus ojos se mantenían fijos en la cruz. La luz de las velas titilaba suavemente a su alrededor, pero no lograba calmar el torbellino de emociones que se arremolinaban en su interior. Cada paso que la había llevado a ese momento estaba impregnado de dolor, rabia y confusión.

Arrodillada ante el altar, Lizy apretaba los puños con fuerza, sintiendo el frío y el peso de la pequeña pistola que llevaba en el bolsillo. La revolver de Logan, un símbolo de su protección, ahora estaba en sus manos, una herramienta que ella no quería pero que sentía que necesitaba. Logan le había contado en el hospital dónde la había lanzado para que nadie la encontrara, pero ahora Lizy la tenía consigo, como si el destino la hubiera empujado a este punto.

Sus labios se movían en una oración, una súplica desesperada al cielo.

Lizy: (en un susurro) Dios... sé que lo que estoy a punto de hacer no tiene perdón. Lo sé. Pero no puedo seguir así. No puedo vivir con esto. Lori... lo que le hizo a Logan... no tiene justificación. Ella debe pagar.

Las palabras le salían con dificultad, cada una cargada de culpa, pero también de una determinación oscura. Sentía que no podía permitir que Lori siguiera con su vida, no después de todo el dolor que había causado. Pero, al mismo tiempo, sabía que lo que estaba planeando iba en contra de todo lo que le habían enseñado. En contra de su propia naturaleza.

Lizy: (cerrando los ojos, con lágrimas cayendo por sus mejillas) Perdóname... por lo que voy a hacer.

El peso de la decisión era abrumador, y por un momento, su mano tembló al acariciar el contorno de la pistola en su bolsillo. A pesar de que sabía que lo que planeaba no estaba bien, el deseo de venganza ardía en su interior con una fuerza que no podía controlar. La imagen de Logan herido, de sus lágrimas y sufrimiento, la atormentaba. Todo lo que quería era protegerlo, vengarlo, y asegurarse de que nadie más le hiciera daño.

Pero había algo en el silencio de la iglesia que la hacía detenerse. El crucifijo frente a ella, una representación del sacrificio y el perdón, parecía mirarla con una gravedad que la abrumaba. Lizy sabía que estaba en una encrucijada, y el peso de su decisión podía cambiarlo todo.

De repente, sus pensamientos se interrumpieron por el sonido de una puerta abriéndose suavemente. Lizy no se movió, no levantó la vista, pero supo que no estaba sola. Alguien más estaba allí, observándola en su momento más vulnerable.

La presencia detrás de ella era silenciosa pero palpable. ¿Sería una señal? ¿Una respuesta a su súplica?

Lizy giró bruscamente al escuchar la voz de su hermano. Allí estaba Logan, apenas pudiendo mantenerse de pie, con una mano apoyada en la pared para no perder el equilibrio. La expresión de dolor en su rostro era evidente, pero lo más impactante era su determinación. No debería estar allí, no en las condiciones en las que estaba. Lizy corrió hacia él, sus ojos llenos de preocupación.

Lizy: (con desesperación) ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Deberías estar en cama! ¡No puedes moverte así, Logan!

Pero Logan la interrumpió levantando su mano débilmente, haciéndole un gesto para que se detuviera. Su mirada era seria, más madura de lo que cualquier adolescente debería tener que ser. Logan extendió su mano hacia ella, sus dedos temblaban ligeramente, pero sus palabras eran firmes.

Logan: Dame el arma, Lizy... Yo me voy a encargar de Lori.

El corazón de Lizy se detuvo un segundo, el peso de sus palabras cayendo como una losa sobre ella. Retrocedió un paso, aferrándose más fuerte al arma en su bolsillo, como si hacerlo le diera algún control sobre la situación. Sabía lo que Logan estaba sugiriendo, y eso la aterraba.

Ella es mi hija (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora