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Knox

─Knox, ¿qué estás haciendo? ─pregunta Layla cuando camino hacia donde está sentada en el futón.

─Voy a tomar lo que más quiere.

Cuando estoy justo delante de ella pongo una rodilla en el futón y sus ojos se abren de par en par.

─Intentó alejarme de ti para tenerte solo para él.

─¿Qué? ─Parpadea y luego mira a papá ─. Él...

─Me echó, Layla. Sabía cuánto te amaba y no podía soportar que me amaras también.

─¿Es verdad? ─Le pregunta ella, pero guarda silencio.

─Oye ─le digo, y sus ojos encuentran los míos─, me amas, ¿verdad?

No sé por qué tengo que preguntarlo, porque sé que me ama. Solo quiero oírla decirlo. Quiero que él la oiga decirlo.

Por mucho que intentara separarnos, no podría hacer nada para romper nuestra conexión.

─Por supuesto que sí. ─Deja escapar un pequeño suspiro mientras levanta la mano y me acaricia la mejilla─. Sabes que te amo más que a nadie en el mundo entero. Siempre has sido mi mejor amigo y la única persona con la que puedo ser yo misma. Eres mi hermano mayor y mi protector. Te amo más que a nadie.

─¿Confías en mí? ─Levanto una ceja y ella me sonríe.

─Con mi vida.

─Entonces, ¿por qué no te tumbas y me dejas que te enseñe lo mucho que te amo? ─Sus ojos se dirigen a papá, pero me pongo en su campo de visión─. Solo tú y yo para siempre, ¿verdad?

─Sí ─acepta rápidamente.

─Así me gusta.

Le pongo la mano en el muslo y, cuando me subo al futón, ella se tumba en él.

─No me quites esos preciosos ojos de encima. 

Me inclino y beso una rodilla y luego la otra. Luego pongo las manos entre ellas y las separo. Hace lo que le digo y solo me mira mientras la abro.

─Jesús ─oigo decir a papá desde detrás de mí.

Me aseguré de que lo viera todo, pero que no estuviera tan cerca como para hacer nada. Meto la cabeza entre sus muslos y lamo el centro de su coño desnudo.

Todavía está pegajoso de cuando se lo comí antes, y me encanta cómo se ha vuelto más dulce.

Gime cuando vuelvo a hacerlo, y miro hacia arriba para ver sus ojos cerrados mientras se pierde en el placer.

─Sabes tan dulce ─digo y vuelvo a lamerla─. La hermanita más dulce que podría desear.

─¿Volverás a hacer eso de chupar? ─Layla me mira con ojos necesitados y mejillas sonrojadas.

─¿Te ha gustado? ─digo y lamo en círculos alrededor de su clítoris. Asiente y sonrío─. ¿Por qué no le dices a papá lo mucho que te ha gustado?

─No puedo ver esto ─dice papá, pero cuando miro hacia él, veo que su polla ya está tensándose contra sus pantalones.

No importa lo que diga, le gusta mirar.

Lamo entre los labios del coño de Layla y luego le chupo el clítoris. grita y sus dedos se agarran a mi pelo. Los aprieto cuando vuelvo a hacerlo, y ella gime fuerte.

─Dile que te gusta ─vuelvo a decirle, y ella no tarda en responder.

─Me encanta, papá. ─Gime cuando le chupo el clítoris y le paso la lengua por encima─. Me encanta cuando me lame. Oh, Dios.

Ecos de lo prohibido [+21] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora