Capítulo 1

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Houyan mientras se encuentra sentada en una roca alta mirando que había más allá del Reino de Yonghei, recuerda en su mente lo que la Diosa del Destino le dijo antes de reencarnar.

"Cuando vuelvas a reencarnar siendo la Diosa Fénix, lo harás en el Reino de Yonghei, hogar de los demonios, y tu aspecto tanto físico como espiritual te destacará de los demás. Serás parte de una raza inexistente en ese lugar, pero que en el pasado se destacaron por su poder y belleza. Bajo este cuerpo, te acercaras al Dios Demonio Longwei, que se sentirá atraído por tu aspecto tan llamativo y, aprovechando esto a tu favor, te acercaras a él y cumplirás la misión destinada para ti, que es cambiar el corazón torcido y despiadado de este ser."

Y recordando estás palabras, mira al horizonte bajo un largo suspiro nostálgico.

– Es increíble que desde aquí, pueda ver el mundo que en algún momento de mi vida, siendo la Diosa Fénix viví y ahora me toque esconderme de él. ¿Por qué siempre me han tocado a mí las tareas más difíciles de la vida misma? Y para que no me falten más obstáculos, también me tengo que ocultar del Rey Demonio. ¿Cómo se supone que me acercaré a él con tantos problemas acechándome? Nunca me había sentido tan acorralada y sin ideas como ahora.

Se dice a si misma, mientras observa como el sol se oculta tras las montañas del Reino Inmortal y en ese momento, escucha una voz conocida que la llama por su nombre, mientras se encuentra sumida en sus propios pensamientos.

– Houyan. ¿Otra vez hablando sola? – expresa, mientras se acerca a ella con paso pausado y una gran sonrisa en su rostro.

Houyan miró hacia atrás y ahí se encontraba su amigo Weiyang, alguien con una personalidad cálida y destacable, que la conoce desde niña, y el gran dilema que comparte, en el mundo que vive, por mantenerse alejada de sus semejantes por su destacable presencia; sobretodo del Rey Demonio.

– Ya ves. Así soy yo. Reflexiva para mis adentros. – dice, respondiendo a la sonrisa de su amigo. – ¿Qué tal estás? ¿Qué te trae por aquí?

– Lo mismo que tú. El contemplar el atardecer y ver desde lejos, el reino de los inmortales. – responde, sentándose a su lado. – ¿Cómo crees que sea?

– Cálido y no tan oscuro como el nuestro. Pero, tampoco debemos quejarnos tanto, aquí no nos falta nada y estamos seguros.

– Seguramente, tú no tendrías problemas en ingresar al reino de los inmortales. Tú sola apariencia y el origen de tu existencia, harían que fueras alguien especial en ese lugar, como también lo eres aquí.

– Tienes razón. Pero ir al reino de los inmortales sería de todas formas peligroso. Además... – dice mirando a su compañero. – Me perdería de tan gran amigo como tú. – golpeando su hombro y bromeando con él. – Así que ni creas que te librarás de mí tan fácilmente.

Ambos se reían y sus risas resuenan por todo el lugar, retumbando en el silencio y en la paz que les brinda.

La noche termina cayendo y ambos deben regresar a casa con sus padres, como también para mantenerse resguardados de los peligros nocturnos que asechan en aquel reino a pesar de ser demonios, y convivir con seres muchas veces despiadados y otras veces simpáticos.

– No te parece irónico. – comenta Houyan mientras camina con Weiyang hacia sus hogares. – Que siendo también demonios, debemos cuidarnos de nuestros semejantes.

– Los Yinyue también conocidos como "Demonios de la Luna Oscura", no saben distinguir quienes son sus semejantes y quienes no, atacando a todos por igual. Se dicen que absorben energía espiritual de otros seres y que lentamente van debilitando a sus víctimas antes de acabar con ellas. Lo bueno de esto es que salen cuando la luna está completamente cubierta por las sombras o bien cuando no está. Hoy como es el principio de la Luna Nueva, debemos irnos antes de que la profunda noche se cierre completamente en la oscuridad.

– Así es. Mi abuela me contó que los Yinyue son una raza de demonios que solo salen cuando la luna está completamente cubierta por las sombras o bien durante noches sin luna. Se cree que fueron creados en las profundidades más oscuras del reino demoníaco, donde la luz no existe y el tiempo no fluye como en el resto del mundo y que incluso hasta los demonios más poderosos le temen. ¿Crees que eso también influye en nuestro rey? Es alguien muy poderoso en si, pero alguna debilidad puede tener.

– No lo sé. Y tampoco quiero cuestionarlo, no vaya a ser que lo invoques y estemos ambos perdidos. – dice riendo nerviosamente. – ¿O acaso quieres verlo y preguntarle? – bromeando.

– ¡Cómo crees! – exclama Houyan, agrandando sus ojos como platos. – Ni loca quiero encontrarme con nuestro rey. ¿Te imaginas que pasaría si me viera? Mejor ni me lo digas.

Weiyang se ríe con ganas e ingresa a la casa de Houyan. Muchas veces se queda un rato en ella ya que ambas familias se conocen muy bien, y luego de comer algo delicioso y charlar un rato más con su amiga, se despide y se dirige a su casa nuevamente, que por suerte no quedaba muy lejos.

Cuando llegan a la casa la madre de Houyan los recibe con una cálida sonrisa.

– Bienvenidos chicos. Ya me estaba preocupando por ustedes. Desde hace un buen rato Houyan se fue y no la había vuelto a ver, estuve a punto de ir a buscarte, pero al verte llegar con Weiyang me tranquilicé.

– Tranquila madre, de todas formas iba a venir antes de la noche. Hoy es Luna Nueva y sé que no sería conveniente quedarme hasta tan tarde por el peligro inminente de los Yinyue en estos días.

– De todas formas avísame a dónde vas. Sabes que el único peligro no solo son los Yinyue, también el Rey Demonio. Este incluso me parece más peligroso que los Yinyue, por lo menos estos últimos salen cuando la noche se cierra completamente, mientras que nuestro rey a cualquier hora tiene permitido salir de su palacio, lo que resultaría ser peligroso para ti, cariño. – dice, acariciando tiernamente la cabeza de su hija.

– Señora Xiaomei, no debe preocuparse. – expresa, Weiyang con un tono despreocupado. – Yo sé exactamente dónde puedo encontrar a Houyan y se la traería de nuevo. – dice, abrazando a su amiga y ella respondiendo el abrazo.

– Me resulta reconfortante que tengas un amigo así y me tranquiliza.

Pasando ese momento de tensión, Houyan le pregunta a su madre que había hecho de rico. Ya que notaba en el aire como un aroma dulce y afrutado

– Hice tartas de flores y frutas. El aroma dulce y afrutado que percibe se debe a la flor de Osmanthus, acompañada de cerezas y fresas. – dice con dulzura y calidez su madre, mirando con amor su obra de arte.

– Oh, mis favoritas. – expresa la joven emocionada. – ¿Puedo tomar una?

– Claro, las hice para comer. De paso comparte un poco a tu amigo, no seas una comilona. – comenta su madre, rozando la yema de su dedo índice en la nariz de la joven.

De esa manera compartieron otro rato ameno con su amigo y antes de que la noche se cerrara completamente, Weiyang, volvió a su hogar.

La Última TianmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora