Cap. 10: Un Nuevo Heredero

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Sir Criston se encontraba en las puertas del castillo, preocupado y enojado consigo mismo por haber perdido de vista a Aemond y Visenya, dando vueltas y pensando ahora, qué podría decir para salir ileso. Alicent lo colgaría si se entera de que dejó salir a los príncipes, pensó. Fue entonces que vio dos siluetas, encapuchadas, venían bastante juntas, lo cual lo extrañó e hizo dudar por unos segundos... cuando se acercaron, efectivamente se trataba de ellos, Criston dio un suspiro de alivio para acercarse a ellos.

—Por los dioses, donde se metieron?—preguntó acercándose a ellos.

—Eso no es de su incumbencia, Crispin—respondió Visenya, su aliento apestaba a alcohol y dificilmente se podría juzgar si estaba o no ebria, ya que sus pasos eran firmes pero su mirada perdida. Criston miró a Aemond y este sonrió un poco.

—Le dio de beber, mi príncipe?—dijo acercándose a él.

—No le di nada, ella bebió por su cuenta.—se defendió—Es una pésima bebedora, debo decir... marearse con 2 jarras, es de novatos.

—¿Dos jarras? mi principe, la princesa no está acostumbrada a beber y lo sabe muy bien.

Aemond tomó de la muñeca a Visenya y la atrajo hacia él, ella se rió. 

—Nunca te dije lo elegante que te hace el parche, pero me llevaré el mérito porque fui yo la artista de esta obra de arte—se rió la joven, Aemond gruñó. 

—Suficiente por hoy, querida.

Aemond la jaló y llevó con él adentro del castillo. Criston fue tras él. Visenya iba riendo todo el camino llamando la atención de los guardias, sir Erryk los vió y siguió. 

—¿Qué está ocurriendo?—preguntó.

—Sir Arryk!—dijo alegremente Visenya.

—¿Qué le pasó, princesa?—respondió el guardia, acercandose a ella, Aemond bajó un poco la mirada, algo apenado mientras Criston miraba a sir Erryk.

—No ocurre nada, tranquilo Sir... yo... —dijo Visenya—necesito tomar un baño, con permiso—la joven se abrió paso empujando a los tres hombres frente a ella y dirigiendose a su habitación, cerrando de golpe sin siquiera darle la oportunidad a las sirvientas de ir con ella.

—Bueno, problema resuelto.—dijo Aemond dándose media vuelta.

—¿Ella está bien?—preguntó Erryk, preocupado.

—Lo está, gracias por su preocupación sir. Ya puede volver a sus actividades nocturnas—dijo Aemond, mientras Criston permanecía en silencio aún.

—Debo avisarle a la princesa Rhaenyra que su hija volvió, estuvo preocupada todo el día, mi principe.—dijo el guardia, Criston se acercó.

—No querrá meter en problemas a la princesa, ¿o si? Dejémoslo así.—agregó.—Yo me encargaré de hacerle saber a la princesa que su hija volvió. Puede volver a lo que sea que estaba haciendo antes de meterse en lo que no le incumbe. 

—Soy un guardia real como usted, sir.—dijo Erryk—Estoy prometido a servir fielmente a la princesa, que no se le olvide. La princesa Visenya debe estar segura bajo mi guardia y lo que acabo de ver, sir Criston... no me parece que sea del todo seguro.

—Sir Erryk—dijo Aemond, poniéndose en medio de ambos caballeros.—Yo me ocuparé de mi prometida—Aemond hizo una pausa y un sonido para sí mismo.—Como príncipe e hijo del rey Viserys, le doy la orden de retirarse.—Aemond sólo miró a ambos hombres para caminar hacia la habitación de Visenya, entrando y cerrando la puerta. Dejando a ambos guardias perplejos, y a las sirvientas murmurando cosas.

𝐁𝐀𝐒𝐓𝐀𝐑𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora