“Es extraño sentir a un bebé pateando dentro de mí; se mueve poco, tal vez sea un dormilón. Hay días en los que no lo siento en absoluto y mi corazón se estremece ante la idea de que haya muerto, a pesar de que mi mente dice que eso sería lo mejor. No obstante, cuando la angustia me atrapa, lo siento moverse; entonces un desconocido alivio invade mi alma. ¿Te mueves porque me sientes triste? ¿O solo es un consuelo que quiero darme a mí misma para ignorar esta soledad y el vacío que siempre ha vivido en mi pecho?
Tantos sentimientos contradictorios me matan al pensar en ti; no fuiste creado por el amor ni por el deseo, pero mientras más pasan los días, el vacío que siempre me ha acompañado comienza a llenarse. Las personas nunca me han importado; sus halagos, sus palabras, su poder, su amor, su tristeza, alegría o sufrimiento, nada de eso me afecta, no provoca ningún sentimiento en mí; y aquí estás, dentro de mí, causando tantas emociones que nunca había sentido. No eres algo que anhelaba, sin embargo, eres mío, mi creación, mi bebé, mi hijo”.
—Es que, ¿cómo quieres que crea eso? —Nirei pregunta nervioso—. Que el dios Umemiya los ha visitado disfrazado de mí y les entregó un narciso mágico que cambia la apariencia de una persona, además de que quiere ayudar a Haruka.—¿Por qué te mentiría?
—Suo, la primera vez que nos conocimos, dijiste que lo que había bajo tu parche era un demonio sellado, o algo así.
Él solo llegó, y Suo le cuenta una anécdota fantasiosa que solo ha leído en sus libros. Además, por lo que sabe, Hayato no adora a Umemiya; que un dios contacte directamente a una persona que no sea su profeta es muy extraño, peor aun cuando esta persona no es un creyente. Le recuerda a esos libros de aventura en donde el protagonista era “el elegido” y los dioses lo contactaban para una misión o salvar el mundo. Sin embargo, esta es la vida real.
—Lo entiendo —admite Suo con facilidad—. Entonces, pregúntale a Haruka, él es incapaz de mentir; incluso, dudo que sepa lo que es una broma.
Akihiko voltea para mirar a Haruka, quien está en el suelo pintando sobre una hoja de papel. Es fascinante verlo conocer el mundo. La manera en la que sus ojos dispares se iluminan al presenciar algo que, para la mayoría de las personas, no es la gran cosa, por alguna razón, le transmite una sensación de consuelo. También le recuerda a sí mismo cuando era un niño que escuchaba las historias que su abuelo y su padre le contaban antes de ir a dormir; no puede evitar encontrarlo entrañable.
Nirei asiente ante la idea de Suo, para luego levantarse y dirigirse con pasos cuidadosos hacia Haruka; sí, teme recibir un golpe real por no tomar precauciones. Akihiko es un poco cobarde. Se sienta cerca y observa las manchas de pintura, la creación del chico bicolor; no le encuentra ninguna forma, solo manchas de amarillo, naranja, verde y café. Es un caos. Las manos, ropa y cara de Sakura están manchadas de pintura, tanto que es difícil saber si la obra de arte está en el papel o en el cuerpo de él.
—¿Qué pintas?
—El atardecer.
Ahora que lo menciona es cuando Akihiko puede encontrarle una forma a ese caos. Tal vez no se trata de que Sakura sea un pintor terrible, sino que a Nirei le falta imaginación y creatividad. Se queda en silencio unos segundos, observando a Haruka trabajar diligentemente en esa pintura.
—Suo me dijo que los visitó un dios, Umemiya, y que llegó disfrazado de mí, ¿es eso cierto?
—Sí, él no es humano, se sentía… perigroso.
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Adventure Is Out There
Adventure"Sabes quién es Sakura Haruka, ¿no?" Nirei mira a su alrededor nervioso mientras susurra. "No, no lo sé. ¿Es algún noble?" El comportamiento comienza a preocuparlo, no es habitual que su informante más confiable (el único que quiso venderle informac...