Alessia aún no podía sacarse de la cabeza el impacto que le había causado aquel encuentro en la villa la noche anterior. Desde que sus ojos se cruzaron con los de Maximiliano, algo en su interior había cambiado. El eco de ese instante la acompañaba mientras caminaba por las bulliciosas calles de Catania, pero ahora todo parecía más intenso, más vibrante, como si una energía desconocida la rodeara.—¿Alessia, estás bien? —preguntó Kiara, sacándola de sus pensamientos mientras tomaban un café en una terraza frente a la universidad.
—Sí, solo que...— Alessia dudó. ¿Cómo podría explicar lo que sentía cuando ni siquiera ella lo comprendía del todo?
—¿Estás pensando en él? —dijo Kiara con una sonrisa pícara. —No me digas que ya te enamoraste de un italiano misterioso.
—¡No! —Alessia rió, intentando quitarle importancia, pero sabía que no era solo eso. Había algo en Maximiliano que la atraía de una forma inexplicable, algo más allá de la atracción física.
Kiara alzó una ceja, no muy convencida, pero decidió dejar el tema por el momento. El día había comenzado a avanzar rápidamente, y las clases en la universidad eran inminentes.
Mientras tanto, en la villa de Maximiliano, el joven no podía apartar de su mente la imagen de Alessia. La había buscado entre la multitud durante la fiesta, pero ella y su amiga habían desaparecido antes de que pudiera acercarse de nuevo. Desde la muerte de Bianca, Maximiliano había vivido en una rutina vacía, un ciclo interminable de fiestas y excesos para llenar el hueco que ella había dejado. Sin embargo, el breve encuentro con Alessia había encendido algo dentro de él, una chispa que no sentía desde hacía años.
—¿Quién era esa chica? —se preguntaba mientras paseaba por el jardín de la villa.
Stefano, su amigo de siempre, lo observaba desde la distancia, curioso por el repentino cambio en la actitud de Maximiliano.
—Maxi, ¿todo bien? —preguntó, acercándose con una copa de vino en la mano.
—Sí, solo estoy pensando en... —Maximiliano se detuvo, sin querer confesar lo que realmente le rondaba la cabeza. —Nada importante.
Stefano lo miró con escepticismo, pero decidió no insistir.
—Bueno, espero que estés listo para la fiesta de mañana. Hay que seguir siendo los reyes de Sicilia, ¿no?
Maximiliano asintió, pero su mente estaba lejos de las fiestas. Algo dentro de él le decía que su vida estaba por cambiar, y ese cambio tenía un nombre: Alessia.
Más tarde, ese día, Alessia y Kiara asistieron a sus primeras clases en la universidad. Mientras la profesora de Historia del Arte hablaba sobre las influencias griegas en la arquitectura siciliana, Alessia no podía dejar de pensar en Maximiliano. Sentía una atracción hacia él que iba más allá de lo racional. ¿Por qué su presencia le había afectado tanto? Había algo en sus ojos, algo familiar y, al mismo tiempo, inquietante.
Al finalizar la clase, Kiara sugirió que exploraran más de la ciudad. Sin pensarlo dos veces, Alessia aceptó, esperando distraerse de sus pensamientos confusos. Caminaron por las estrechas calles empedradas, admirando las coloridas tiendas y los pequeños cafés que parecían sacados de un cuento de hadas. Sin embargo, el sentimiento de que algo importante estaba por suceder no abandonaba a Alessia.
—Mira, ¡esa es la villa de la fiesta! —exclamó Kiara de repente, señalando hacia una majestuosa propiedad en lo alto de una colina.
El corazón de Alessia dio un vuelco. Recordó la mirada de Maximiliano desde la terraza, cómo sus ojos parecían atravesarla, como si hubieran compartido algo más allá de las palabras.
—Deberíamos ir a ver si hay más fiestas —sugirió Kiara, emocionada ante la posibilidad de una nueva aventura.
—No lo sé... —Alessia titubeó, pero al mismo tiempo sentía una necesidad inexplicable de volver a ese lugar, de encontrar respuestas a las preguntas que habían comenzado a surgir desde su llegada a Sicilia.
Antes de que pudieran decidir qué hacer, un coche deportivo se detuvo frente a ellas. Alessia reconoció de inmediato a Maximiliano, sentado al volante, mirándola con la misma intensidad que la noche anterior.
—Hola, Alessia, ¿te gustaría dar un paseo? —preguntó, su voz profunda resonando en el aire cálido de la tarde.
Kiara la miró con los ojos muy abiertos, claramente sorprendida, pero también emocionada por el giro inesperado de los eventos. Alessia, por su parte, sintió cómo todo su cuerpo reaccionaba a la propuesta. Sabía que algo en ese paseo cambiaría todo, que el destino la estaba llevando a un camino que nunca habría imaginado.
—Está bien —dijo finalmente, mientras subía al coche, sin saber que ese encuentro marcaría el inicio de una aventura que cambiaría sus vidas para siempre.
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Destino de Hechizos ✨
FantasíaUna historia de amor, magia y secretos ocultos en la antigua isla de Sicilia. Alessia y Maximiliano, dos jóvenes marcados por poderes sobrenaturales, se encuentran en un romance apasionado mientras descubren sus dones y enfrentan oscuros misterios f...