Entre Luces y Sombras

Un encuentro inesperado

Luna se despertó muy temprano en la mañana con la sensación de que el día sería diferente, aunque no podía precisar por qué. Las primeras luces del amanecer se filtraban a través de las cortinas, iluminando su habitación con un tono dorado suave. La alarma sonó, rompiendo el silencio de la mañana, y Luna se levantó con un suspiro. El día de hoy no era un día cualquiera; era el día de la exposición de artes y moda en la universidad, un evento que había estado esperando y temiendo a partes iguales.

En el baño, mientras se preparaba, se miró en el espejo y estudió su reflejo. Sus ojos verdes, normalmente llenos de una mezcla de determinación y preocupación, mostraban una luz de nerviosismo. Se aplicó el maquillaje con cuidado, intentando ocultar las ojeras que revelaban noches sin dormir. El día de hoy debía ser perfecto, pero el temor a no estar a la altura la hacía sentir una presión casi insoportable.

Se vistió con una blusa blanca y una falda corta negra elegante, intentando proyectar una imagen de profesionalismo y confianza. Sin embargo, mientras se miraba en el espejo, no pudo evitar preguntarse si estaba realmente lista para este momento. Había trabajado arduamente en sus clases de cinematografía, pero siempre sentía que podría haber hecho más, que sus esfuerzos nunca eran suficientes.

Salió de casa con el corazón acelerado, el eco de sus pasos resonando en las calles aún tranquilas de la mañana. El campus universitario estaba despertando, con estudiantes y profesores preparándose para el evento. Luna se dirigió hacia la sala de exposiciones, donde todo estaba en plena preparación. El bullicio y la actividad la hicieron sentir un poco abrumada, pero se centró en su objetivo: mostrar su trabajo y hacerlo de la mejor manera posible.

Al llegar, vio a Evan, su amigo de la infancia, esperando cerca de la entrada. Su presencia era una fuente de consuelo en medio de la ansiedad de Luna. Evan siempre había estado a su lado, desde los días de clases hasta las largas noches de estudio. Con su sonrisa cálida y su actitud relajada, era el apoyo perfecto en estos momentos de incertidumbre.

—¡Luna! —exclamó Evan al verla—. ¡Estás radiante hoy! No te preocupes, todo saldrá genial.

Luna le devolvió una sonrisa agradecida, aunque su mente seguía agitada. Evan tenía un don para calmarla, pero esta vez su ansiedad parecía ser demasiado grande.

—Gracias, Evan. —dijo Luna, tratando de sonar más segura de lo que se sentía—. Espero que tengas razón.

La sala de exposiciones estaba llena de estudiantes y profesores, todos moviéndose de un lado a otro, ajustando detalles y preparándose para la gran apertura. Luna se sintió un poco perdida en la multitud, pero trató de concentrarse en la visión general y en los comentarios positivos que escuchaba sobre los otros cortometrajes y películas. Sus pensamientos, sin embargo, seguían regresando a su propia exhibición y al temor de que no fuera lo suficientemente impactante.

A medida que la mañana avanzaba, Luna decidió explorar las distintas áreas del evento para distraerse un poco. Al pasar por el pasillo que conectaba la sala de exposiciones con los camerinos de moda, notó un bullicio inusual. La sala de moda estaba llena de actividad y, al asomarse, vio a Aeris en el centro de la escena. Su presencia era magnética: su cabello perfectamente arreglado, su atuendo elegante y su actitud desenvuelta la hacían destacar entre el grupo de modelos.

Luna, atrapada entre la admiración y la envidia, no pudo evitar mirar hacia ella. Aeris parecía ser la encarnación de la perfección: segura de sí misma, hermosa y llena de una confianza que parecía casi palpable. Mientras Luna observaba, sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando sus miradas se cruzaron brevemente. Aeris le dedicó una sonrisa fugaz, una expresión que parecía llena de promesas no dichas. Luna se sonrojó de inmediato y apartó la vista, sintiendo una oleada de vergüenza y confusión.