I.I Isabelle y Pierre Boucher.

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Los alcanzó la noche antes de que lograran encontrar un lugar, ambos estaban hambrientos, por lo que Pierre se detuvo en una tienda. Poco después regresó con lo más barato que pudo encontrar.

—Oye, te recuerdo que no puedo comer cualquier cosa... —mencionó Isabelle.

—Lo sé, pero hasta que no encuentre un trabajo, no puedo derrochar dinero. Tendrás que comer para lo que alcance... —explicó dándole su cena. Ella suspiró y obedeció sin más.

Después de un tiempo de viaje, Isabelle tenía sus necesidades.

—¿Podrías detenerte?, tengo que ir al baño...

—¿Por qué no me lo dijiste cuando estábamos en la tienda?

—¡Porque en ese instante no tenía ganas! —Pierre suspiró.

—Entonces tendrás que ir aquí, en medio de la nada...

—¿Qué?, ¿lo dices en serio? —preguntó incrédula.

—Bueno, por si no te has dado cuenta, estamos a kilómetros del próximo sanitario...

—¡Bien, iré ahora mismo, detente! —pidió y él se estacionó a la orilla de un bosque muy oscuro.

—¿Tienes miedo?, te acompaño...

—¡No, no quiero que me veas! —respondió nerviosa.

—¿Acaso olvidaste por qué estás embarazada? —cuestionó gracioso y ella se ruborizó.

—¿Tan siquiera tienes algo para defendernos?

—¡Claro que sí! —Buscó entre las cosas de los asientos traseros y sacó un bate—. ¿Con esto es suficiente?

—Podría funcionar... —Resopló—. Entonces vamos...

Bajaron del auto y Pierre acompañó a Isabelle, buscaron un lugar adecuado y algo escondido de la carretera.

—Ahora date la vuelta —pidió ella.

—Ya vi todo de ti, ¿es realmente necesario?

—No voy a dejar que me veas de nuevo después de todo lo que provocaste...

—Bueno... tienes razón, no lo merezco... —Se dio media vuelta e hizo guardia con el bate recargado en el hombro.

En ese instante escucharon un ruido extraño, Isabelle trató de apresurarse, estaba asustada. En tanto él se puso en guardia para cualquier cosa.

—¿Terminaste? —preguntó.

—¡Ya casi! —respondió un poco alterada.

—Date prisa...

—¿Crees que es muy fácil?, tú bien puedes orinar de pie y sin problemas...

—¿A qué viene eso?

—¡Sólo no molestes! —Pierre fue un poco paciente hasta que ella estuvo lista.

Los ruidos se escuchaban más cerca, Isabelle subió al auto y, fuera lo que fuera, Pierre le lanzó un golpe a la criatura que los estaba acechando.

—¿Pero qué de-?... —Al mirar gracias a la luz del vehículo, pudo notar que era una cabra quien los había espantado y ahora estaba noqueada—. Será mejor que nos vayamos de aquí... —Abordó su auto y arrancó de inmediato.

—¡¿Por qué rayos había un animal así en medio de la nada?! —cuestionó ella extrañada.

—No tengo ni la más mínima idea, pero prefiero olvidarlo... A las cabras las relacionan con... cosas del mal... —contestó un poco asustado. Isabelle besó su mejilla sin pensar.

Secretos del Bosque: Relatos Inéditos. "Los hermanos Boucher"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora