𝓒𝓪𝓹 18: Cade

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"La belleza no está en el número en la báscula, sino en tu capacidad para levantarte cada día."

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Cade🎧🎮

Me seco el sudor de la frente antes de sentarme junto a Bautista.

El pobre sigue sin poder entrenar por el puñetazo que le dio a Oliver.

Se que le cabrea porque tiene una mueca de molestia en los labios, me mira enfurruñado.

-¿Qué no se supone que deberías estar jugando con los demás?.

-Nunca me eligen para los equipos -intento restarle importancia para que no piense que eso me afecta, aunque lo haga.

Frunce el ceño y se le arruga la nariz cuando lo hace.

-¿No te eligen?.

-Oye, esta bien de todos modos no quería jugar -miento.

Se que no me cree porque me observa por unos segundos más.

-Ojalá pierdan por imbéciles -masculla pasándose las manos por el cabello.

Me suena el estómago y maldigo internamente cuando siento su mirada en mi perfil.

-¿Almorzaste antes de venir?.

-Sí -apreto los labios sin mirarlo.

-Cade -murmura y me obliga a girar el rostro- como me estés mintiendo voy a enfadarme, voy a preguntártelo de nuevo, ¿comiste algo hoy?.

-No tengo hambre -me excuso pero mi estómago vuelve a sonar.

-No respondiste mi pregunta.

-Iré a cargar agua para que cuando terminen de entrenar tengan los termos llenos -murmuro levantándome de la banca.

Me sientó fatal cuando se da cuenta que no he comido nada, pero estoy bien, no tengo hambre ya comeré más tarde.

Me toma de la muñeca, se levanta y tira de mí hasta la puerta que nos separa de la salida y el campo.

-¿A dónde se creen que van?.

Bautista mira al entrenador con cara de fastidio, que no se molesta ni en disimular.

-Tenemos que hablar con la profesora de Hitoria -masculla de mala gana antes de que ambos salgamos.

Lo miro confundido.

-¿Por qué debemos hablar con ella?.

Él niega y me suelta mientras seguimos caminando.

-Vamos a la cantina.

Hago una mueca con los labios.

-No quiero comer.

-Aunque sea un poco, Cade, te hará mal estar tantas horas sin comida en tu cuerpo.

No digo nada y lo sigo frustrado.

Odio que gasten dinero en mí, y más si es la tercera vez.

Él siempre insiste en invitarme.

Me quedo sumido en mis pensamientos que no escucho lo que dice, siento su mano en mi espalda baja y soy un respingo.

-¿Eh?.

Tanto la señora que atiende la cantina como él me miran divertidos.

-Que pidas lo que quieras -murmura con una pequeña sonrisa.

Lo peor de todo es que al ser el único lugar que vende cosas dentro del colegio todo está demasiado caro.

Me siento fatal.

Punto De QuiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora