Nuestro destino

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El aire estaba pesado, oscuro. Mi respiración se volvía cada vez más difícil. Quería gritar, pero no salía ningún sonido de mi garganta. Todo era un vacío, una sombra negra que me envolvía, apretándome el pecho. Sentía que me hundía, que desaparecía en esa oscuridad sin fin. Mi corazón latía desbocado, mi mente luchaba por escapar. Pero la sombra, esa sombra me absorbía...

Desperté con un jadeo, mi cuerpo frío y bañado en sudor. Sentí cómo el aire volvía a llenar mis pulmones, pero aún me costaba creer que estaba despierto. Miré a mi alrededor, tratando de enfocarme en las paredes familiares de nuestra pequeña habitación en el orfanato.

—¿Otra vez la misma pesadilla, Sombra? —preguntó Radiant Hope en voz baja desde su cama, su silueta apenas visible en la penumbra.

Me senté lentamente, sintiendo la presión en mi pecho desaparecer, pero no del todo. Era como si una parte de esa oscuridad todavía me envolviera.

—Sí... —murmuré, mi voz quebrada por el miedo residual—. Siempre es la misma.

Radiant se levantó, sus ojos brillando a la luz de la luna que se colaba por la ventana. Ella siempre tenía esa luz en su mirada, una que no se apagaba, sin importar cuán oscuro estuviera mi mundo. Se acercó y se sentó junto a mí.

—No tienes que preocuparte, Sombra. Un día te curaré —dijo con una sonrisa cálida mientras me tocaba el hombro. Su toque era reconfortante, pero no borraba el miedo.

—Lo sé —susurré—. Pero... no es solo la pesadilla. Se acerca la Fiesta de la Aurora, ¿verdad?

Radiant suspiró, asintiendo con la cabeza. Lo sabía. Siempre lo sabía.

—Sí, falta poco. Pero esta vez será diferente, Sombra. Puede que este año sea distinto.

No lo creía. Cada año, cuando la Fiesta de la Aurora llegaba, yo caía. El dolor era insoportable. Era como si mi cuerpo no pudiera soportar la magia del Corazón de Cristal. Algo en mí se rompía, y me sentía más solo y diferente que nunca.

—No tengo muchas ganas de eso, Hope —murmuré, mirando hacia el suelo.

—Lo sé. Pero te prometo que todo mejorará. Un día, encontraremos la forma de que puedas disfrutar la fiesta como todos los demás. —Su sonrisa se hizo más amplia, como si ella pudiera ver un futuro que yo no podía.

Suspiré, sabiendo que ella no desistiría.

—Hoy vamos a visitar el Corazón de Cristal, ¿recuerdas? —me dijo, intentando animarme.

Miré hacia la ventana, observando el primer rayo de luz del amanecer. El Corazón de Cristal. La fuente de toda la magia en el Imperio de Cristal. Debería ser un símbolo de esperanza, de luz... pero para mí, era un recordatorio de lo que nunca sería.

—No tengo muchas ganas de ir —admití.

—¡Oh, vamos, Sombra! Será emocionante. Quizás esta vez el Corazón nos muestre algo increíble. —Sus ojos brillaban con entusiasmo, pero yo solo sentía un nudo en el estómago.

No quería decepcionarla, así que simplemente asentí, aunque por dentro lo último que quería era estar cerca de ese maldito Corazón.

Horas más tarde, nos encontramos en el enorme salón donde el Corazón de Cristal flotaba majestuosamente, irradiando una luz que parecía envolver todo el Imperio. La gente alrededor murmuraba en admiración, pero yo solo sentía esa familiar incomodidad en el pecho. El dolor comenzaba a insinuarse, pero lo ignoré.

—Vamos, acércate, Sombra —me animó Radiant, tirando suavemente de mi pata.

A regañadientes, caminé con ella hacia el Corazón, que brillaba con una intensidad cegadora. A medida que nos acercábamos, sentí una presión creciente en mi mente, como si algo dentro del Corazón intentara comunicarse conmigo. Mi visión se tornó borrosa por un momento, y entonces sucedió.

La visión.

Todo cambió a mi alrededor. Me vi más grande, más poderoso, pero... oscuro, envuelto en sombras. El Imperio de Cristal bajo mi dominio, aplastado bajo mi poder. Una sensación de vacío y desesperanza me llenaba. Era un futuro desastroso, un futuro que me asfixiaba... Y entonces la vi.

Una unicornio.

No era como los otros ponis de cristal. Era diferente, morada y brillante, con una determinación feroz en sus ojos. Me miraba desafiante, como si no tuviera miedo de lo que yo era, como si supiera cómo enfrentarme. Mi corazón latió con fuerza, como si algo en ella me atrapara de una manera que no podía entender.

¿Quién era ella?

No sabía su nombre, pero su imagen se quedó grabada en mi mente, incluso cuando la visión se desvaneció y volví a la realidad. El dolor en mi pecho había desaparecido, sustituido por una nueva clase de inquietud.

Radiant Hope me miraba expectante.

—¿Qué viste? —preguntó con curiosidad.

Intenté enfocarme, pero solo podía pensar en ella, esa unicornio morada. ¿Era parte de mi futuro? ¿De ese futuro oscuro y retorcido que había visto? ¿O sería algo más?

—Vi... algo. —Mi voz sonaba distante, como si ni siquiera fuera mía—. Vi un futuro desastroso... pero también vi a alguien.

—¿Alguien? ¿Quién? —Radiant sonaba más intrigada que nunca.

Sacudí la cabeza, intentando despejar la imagen de la unicornio de mi mente. Pero era inútil. Sus ojos seguían ahí, desafiantes, valientes, y algo dentro de mí había cambiado.

No sabía quién era, ni cómo encajaba en ese destino sombrío que me aguardaba, pero de repente, ya no me importaba mi futuro. Solo podía pensar en ella.

¿Cuál sería su nombre?

(...)

1000 años después...

La oscuridad envolvía el campo de batalla. Los ecos de la magia resonaban a su alrededor, cargados de poder, tensión, y algo mucho más antiguo que el tiempo mismo. Los ojos de Twilight Sparkle se clavaban en la figura sombría frente a ella: Sombra. Su enemigo. Su obsesión.

Sombra sonrió, su usual expresión de arrogancia pintada en su rostro. A pesar del caos, parecía disfrutar el desafío que Twilight le ofrecía. Sus sombras danzaban a su alrededor, envolviendo el espacio con una densa niebla oscura.

—¿Es todo lo que tienes, princesa? —se burló Sombra, sus ojos brillando con malicia—. Esperaba más de ti.

Twilight no respondió, concentrada en bloquear sus ataques. Sabía que no podía caer en sus provocaciones. Respiró hondo, calmando su mente, sabiendo que la oportunidad perfecta para lo que tenía planeado se estaba acercando. Sombra dio un paso más cerca.

Twilight frunció el ceño, confundido por su repentina proximidad. T

—¿Qué haces? —murmuró ella.

Sombra se inclinó hacia ella, lo suficiente como para que solo ella pudiera oír lo que estaba a punto de decir. El aire entre ambos parecía congelarse. El sonido de la batalla se desvaneció en el fondo. Todo lo que quedaba era la tensión entre ellos.

Finalmente, con una voz apenas audible, pero cargada de significado, Sombra susurró:

—Finalmente te encontré.


-FIN- 


by MysticMoon77

Historias Cruzadas | TwibraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora