Especial

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La Noche de Bodas

La noche era tranquila y serena, pero dentro de la habitación, el ambiente estaba cargado de nervios y expectativas no dichas. Anya se encontraba de pie frente a la ventana, observando el jardín iluminado por la suave luz de la luna, mientras Damian la observaba desde el otro lado de la habitación. La joven había cambiado de su vestido de novia a una bata ligera, pero seguía luciendo deslumbrante, lo que causaba que Damian se quedara sin palabras.

Él había imaginado esta noche de muchas formas posibles, pero ninguna se había parecido a la realidad que tenía frente a él. Ahora casados, el peso del compromiso que habían adquirido no sólo a nivel político, sino personal, se sentía más real que nunca.

—No esperaba... que esto se sintiera tan... extraño —dijo Anya suavemente, rompiendo el silencio.

Damian, que había estado luchando con sus propios pensamientos, alzó la vista hacia ella. Sus ojos se encontraron, y por un momento, la tensión entre ellos pareció desvanecerse.

—Es extraño, sí —admitió Damian—. Pero creo que no podemos escapar de esto. No ahora.

Anya se giró para mirarlo directamente, y Damian no pudo evitar quedarse impactado por su belleza. Era la misma niña con la que había compartido la Academia Eden, pero algo en ella había cambiado. Era más madura, más fuerte, pero también más vulnerable en ese momento. Y eso lo desarmaba.

Se acercó lentamente a ella, aún con esa seriedad que lo caracterizaba, pero ahora con una suave incomodidad que Anya notó de inmediato. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, extendió la mano, dudando si debía tocarla o no.

—¿Estás bien? —preguntó, su tono más suave de lo habitual.

Anya asintió, pero él pudo ver la incertidumbre en sus ojos. Era una situación extraña para ambos. Habían sido empujados hacia esta unión, un matrimonio que ninguno había pedido, pero que, de algún modo, había comenzado a cambiar la forma en que se miraban.

—Damian... —murmuró ella, y por un momento, pareció dudar. Pero luego agregó—: No sé qué se supone que hagamos ahora.

Damian soltó una pequeña risa, casi sin poder contenerse. La naturalidad de sus palabras rompió un poco el hielo que se había formado entre ellos.

—Tampoco yo — mintió —. Pero... tal vez no tengamos que hacer nada esta noche. Tal vez solo podamos... hablar.

Anya lo miró sorprendida, pero agradecida. La idea de tener que cumplir con alguna expectativa física la había llenado de ansiedad, pero Damian parecía estar dispuesto a tomarse las cosas con calma.

Se sentaron en la cama, uno al lado del otro, aunque con un espacio prudente entre ellos. Durante un rato, el silencio fue su único acompañante, pero esta vez no era incómodo. Era más bien un momento de reflexión mutua.

—Nunca pensé que estaría casada contigo, Damian —dijo Anya en voz baja, mirando sus manos entrelazadas sobre su regazo.

—Tampoco yo. Pero aquí estamos —respondió él, con una leve sonrisa en los labios—. Supongo que... tendremos que hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos.

Anya lo miró nuevamente, esta vez con una pequeña chispa de confianza en sus ojos. Había mucho que todavía no entendían sobre el otro, pero la noche les brindaba una oportunidad para empezar de cero, sin la presión de los compromisos que habían impuesto sobre ellos.

Damian la observó en silencio por un momento más, y aunque no dijo nada, algo dentro de él comenzó a cambiar. Tal vez, solo tal vez, esta unión no fuera tan mala como había temido. Y tal vez, había algo en Anya que aún no había descubierto del todo.

Con esa idea en mente, ambos decidieron que esta primera noche no sería el final de algo, sino el comienzo de una relación que, con el tiempo, aprenderían a manejar a su manera.

Promesa De PazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora