Capítulo 7: Miradas que Hablan

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Los días en la Academia de los Elementos habían comenzado a encontrar su ritmo. Astra, Orion, Kaia y Lunaris ya se habían adaptado a sus estudios y a las lecciones del Maestro Zephyrus, así como a la dinámica de trabajar juntos. Sin embargo, a pesar de la armonía que estaban desarrollando en el grupo, algo continuaba inquietando a Astra. Una sensación que no podía dejar de lado, una presencia que sentía cada vez que caminaba por los pasillos de la Academia.

Era Noctis.

Desde la primera vez que lo vio en la ceremonia de bienvenida, Astra no había podido apartar la sensación de que había algo más detrás de esa mirada oscura. Aunque no estaban en el mismo grupo, lo veía ocasionalmente cruzando los patios, su figura destacando entre los demás estudiantes del Reino de la Luna. Siempre envuelto en ese aire de calma y misterio, Noctis parecía evitar cualquier interacción innecesaria con otros. No obstante, Astra sentía que algo los atraía de manera inevitable, como si el cosmos mismo los uniera de alguna manera.

El destino, siempre jugando con las coincidencias, había decidido que ese día sería diferente. El Maestro Zephyrus anunció al final de su lección que los estudiantes de los cuatro reinos serían asignados a un ejercicio en parejas, para fomentar la cooperación y el entendimiento mutuo entre los elementos. La noticia fue recibida con murmullos de interés por parte de los alumnos, pero para Astra, una mezcla de emoción y nerviosismo comenzó a agitarse en su interior. Sabía, sin saber cómo, que su destino estaba ligado a Noctis en esta actividad.

Cuando los nombres de las parejas fueron revelados, su intuición fue confirmada.

-Astra del Reino del Sol y Noctis del Reino de la Luna -anunció el Maestro Zephyrus, con su voz serena pero autoritaria.

Astra sintió cómo una oleada de calor se apoderaba de ella. Su mirada buscó inmediatamente a Noctis al otro lado de la sala, quien permanecía impasible, con los ojos fijos en el Maestro Zephyrus, como si el anuncio no lo hubiera afectado en absoluto. Sin embargo, cuando sus ojos se encontraron, algo cambió. Por un instante, el bullicio de la sala pareció desvanecerse, y el mundo quedó reducido a ese momento de conexión silenciosa entre ellos.

Ambos sabían que las viejas historias y prohibiciones de sus reinos no permitían que la luz y la oscuridad se acercaran. Pero allí, en la Academia, esas reglas parecían perder su poder. El destino, que siempre había mantenido sus caminos separados, ahora los empujaba a un mismo rumbo, obligándolos a enfrentarse a lo que sus corazones ya sospechaban.

Al día siguiente, cuando la clase comenzó, Astra llegó temprano. La sala de prácticas estaba iluminada por la luz del sol que se filtraba a través de los ventanales altos, y el aire fresco de la mañana le daba un aire de serenidad. Mientras esperaba la llegada de Noctis, su mente se llenaba de preguntas. ¿Cómo sería trabajar con alguien cuya esencia era tan opuesta a la suya? ¿Qué dirían sus compañeros cuando supieran que trabajaría junto a un hijo de la Luna? Pero más allá de sus dudas, una chispa de curiosidad la impulsaba. Necesitaba entender por qué sentía esa conexión con él.

El sonido suave de pasos interrumpió sus pensamientos. Noctis había llegado. Se acercó con su andar sereno y controlado, su túnica oscura ondeando ligeramente con cada movimiento. Aunque mantenía su habitual expresión neutral, había algo en su presencia que indicaba que también sentía el peso de lo que estaba por suceder.

Astra lo observó en silencio mientras él se acercaba. Se dieron un simple asentimiento de cabeza, sin decir una palabra. Era como si ambos supieran que cualquier palabra en ese momento no podría captar la intensidad de lo que estaba a punto de ocurrir.

El Maestro Zephyrus les indicó que comenzaran con el ejercicio. Su tarea era simple en apariencia: canalizar sus energías opuestas, luz y oscuridad, para crear un equilibrio. Los demás estudiantes observaban a sus compañeros desde los otros extremos de la sala, pero Astra y Noctis se encontraban en una esquina apartada, casi como si el destino mismo hubiera querido que tuvieran ese momento para ellos solos.

Al empezar, Astra extendió sus manos hacia adelante, concentrándose en su elemento. Los rayos de luz comenzaron a emanar de sus palmas, un brillo cálido y brillante que iluminó la sala. Del otro lado, Noctis, con los ojos entrecerrados, canalizó la oscuridad. Una suave sombra envolvió sus manos, creando un manto de penumbra que parecía absorber la luz que lo rodeaba.

Durante un breve instante, la luz de Astra y la oscuridad de Noctis parecieron repelerse, como si el universo recordara que esos dos elementos estaban destinados a mantenerse separados. Sin embargo, cuando sus energías finalmente se tocaron, algo inesperado sucedió. No hubo una explosión de energía ni un rechazo violento, como habían temido. En su lugar, sus elementos comenzaron a entrelazarse suavemente, como si cada uno reconociera en el otro una parte faltante de sí mismo.

Astra, sorprendida por la suavidad con la que sus energías se unieron, levantó la vista y se encontró con los ojos de Noctis. Él también la estaba mirando, con una expresión de ligera sorpresa, como si tampoco hubiera anticipado esa armonía. Ninguno de los dos habló, pero la intensidad de sus miradas lo decía todo. En ese instante, ambos comprendieron que, a pesar de las diferencias de sus reinos, había algo más grande que los conectaba, algo más profundo que luz y oscuridad.

El ejercicio continuó, pero el resto del mundo parecía desvanecerse para ellos. El vínculo entre sus elementos era solo una manifestación externa de algo mucho más poderoso que estaba comenzando a florecer entre ellos. Astra y Noctis no sabían aún qué les deparaba el destino, pero una cosa era segura: ya no eran simples representantes de sus reinos. Eran algo más, algo que apenas comenzaba a despertar en lo profundo de sus corazones.

Cuando finalmente terminaron, el Maestro Zephyrus se acercó y, con una leve sonrisa, les dijo:

-Lo han hecho bien. Parece que ambos tienen más en común de lo que pensaban.

Astra y Noctis se limitaron a asentir, pero dentro de ellos, algo había cambiado para siempre. Mientras se preparaban para abandonar la sala, sus miradas volvieron a cruzarse, y aunque ninguno dijo una palabra, ambos sabían que ese simple encuentro había marcado el comienzo de algo que no podrían ignorar.

La clase terminó, pero el vínculo entre la luz y la oscuridad apenas comenzaba a revelarse.

Los Reinos en EquilibrioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora