Dos

173 11 1
                                    

Violeta

Violeta agradeció a la camarera su café y las tres aguas para la mesa. Rodeó su taza con ambas manos y dejó el menú cerrado. No era necesario mirar antes de que llegaran Olivia y su amiga. Violeta había encontrado el lugar en Yelp a principios de semana, así que ya sabía que tenía una buena oferta. Había querido ir al lugar favorito de Olivia para desayunar, pero su hija no había tenido ninguna sugerencia; aún no había salido del campus para desayunar.

El restaurante era bonito: las paredes amarillas brillaban con la luz de los grandes ventanales. Del alto techo colgaban sombrillas abiertas de distintos colores y diseños. Violeta tuvo que abrirse paso entre media docena de personas que esperaban una mesa para dar a la anfitriona su nombre para la reserva.

Violeta echaba de menos a Olivia. La custodia compartida en el instituto había sido bastante mala. Olivia había hecho el gobierno estudiantil y la feria de ciencias y las clases de arte -tanto tomando como enseñando-, además de pasar la mitad del tiempo en el nuevo apartamento de su padre.

Pero era diferente, con ella lejos en la universidad. Peor aún. Apenas había pasado más de un mes, pero Violeta la echaba de menos.

Deseó no tener que compartirla con Hugo este fin de semana. Aunque, si Hugo no estuviera también de visita, Violeta no habría estado en ese bar anoche. Aunque fuera ridículo que se hubiera acostado con una estudiante universitaria, no podía arrepentirse.

El rubor se apoderó de sus mejillas al pensar en la noche anterior. Se había enrollado con una estudiante universitaria en el asiento trasero de su coche de alquiler. A Denna le encantaría esto, pero Violeta no había decidido si se lo diría. Su mejor amiga había tratado de que se acostara con alguien... desde hace tres años, básicamente desde que el divorcio fue definitivo.

Cada cita que Violeta había tenido en los últimos tres años, Denna le hacía hacer un recuento completo, a veces literalmente, dependiendo de cómo hubiera ido la cita. A ella le encantaría el recuento de la última noche. Violeta no podía ni imaginar cómo le explicaría a Denna lo de Chiara. La forma en que Chiara la había mirado, la forma en que la había tocado, sin vacilar.

Violeta sacudió la cabeza y sonrió a su taza de café. Debería estar pensando en su hija, no en la mujer engreída de sonrisa sucia que le había invitado a una copa.

Como si fuera convocado por los pensamientos de Violeta, Olivia apareció junto a la mesa.

"¡Cariño!" Violeta se lanzó a abrazar a su hija.

La apretó con fuerza, con los ojos cerrados, y la respiró. Su hija. Olivia olía como el perfume barato que llevaba desde el primer año de instituto.

Violeta le dio un beso a un lado de la cabeza y la soltó antes de que pudiera ser reprendida por haber aguantado demasiado tiempo.

La sonrisa de Olivia era amplia y dentada, y Violeta tuvo ganas de llorar. Dios, la había echado de menos.

"Mamá, esta es Chiara", dijo Olivia. "Chiara, esta es mi madre".

La madre de mi mejor amiga| KiviWhere stories live. Discover now