𝒥ℯ𝒶𝓁ℴ𝓊𝓈𝓎 𝒻ℴ𝓇 𝒻𝓊𝓃.

𝒯𝒽ℯ 𝓅𝓇𝒾𝒸ℯ ℴ𝒻 𝑔𝒶𝓂ℯ𝓈🍃

Al día siguiente, Seungmin no pudo evitar recordar la expresión de su novio la noche anterior.

Ese control feroz que había logrado mantener, pero que estuvo a punto de desmoronarse.

No lo admitía, pero le encantaba ver esa lucha interna en su caliente novio, la tensión entre el deseo de controlarse y la ganas de hacerlo suyo, claro, más de lo que ya era.

Decidido a seguir con su juego, Seungmin planeó algo más arriesgado para esa noche.

Iban a salir todos de nuevo, esta vez a un club. Seungmin sabía que ese tipo de ambiente era peligroso para Chris.

A Chris no le gustaba compartir, mucho menos en lugares donde otro pudieran verlo.

Cuando llegaron al club, Seungmin hizo su movimiento. Se mantuvo cerca de Chris al principio, pero poco a poco comenzó a distanciarse.

Bailaba con los demás, se reía con Hyunjin, dejando que sus manos se deslizaran un poco más cerca de lo necesario. Sentía la mirada de Chris arder en su espalda, pero se negaba a mirarlo.

Finalmente, cuando la tensión se volvió insoportable, Chris se acercó.

Sin previo aviso, lo tomó por la cintura y lo alejó de los demás, su agarre era firme y posesivo.

—Ya fue suficiente, Seungmin — le dijo al oído, su voz cargada de autoridad.

—¿Por qué? —preguntó Seungmin, aunque sabía perfectamente el por qué. Le sonrió provocativamente —Solo estoy bailando.

—No me trates como un idiota —gruñó Chris, y antes de que Seungmin pudiera responder, lo arrastró fuera del club.

El aire frío de la noche los golpeó al salir, pero Chris no aflojó su agarre.

Caminó hasta una calle más apartada y lo empujó suavemente contra la pared. Seungmin lo miraba desafiante, pero su corazón latía con fuerza.

Sabía que había llevado las cosas demasiado lejos, y en el fondo, esperaba ver que haría Chris.

—No te gusta obedecer, ¿verdad? — Chris susurró contra su oído, su aliento cálido contrastando con el frío de la noche.

—¿Qué vas a hacer? —provocó Seungmin, su voz apenas un murmullo.

—Vas a aprender a no jugar conmigo, bonito.

Chris lo miró con intensidad, esa mirada que lo hacía temblar de anticipación. Le encantaba empujar a Chris hasta el límite, pero sabía que también había un precio que pagar por sus juegos.

Y esta vez, estaba más que dispuesto a aceptarlo.