MIA
Después de una semana de estar en el hospital, mi salud ha mejorado poco a poco. El tratamiento contra la preeclampsia ha sido efectivo, y me siento mucho mejor. He recuperado la energía que me había abandonado, mi piel ha recuperado su color saludable, y, lo más importante para mí, he vuelto a sentirme como yo misma, con mi alegría habitual. Alessandro ha estado a mi lado durante toda esta semana, sin moverse de aquí, cuidándome cada segundo. No ha vuelto a la mansión desde que ingresé, y eso también lo ha agotado, pero es su manera de mostrarme lo importante que somos para él. Su presencia constante me ha dado fuerza, aunque sé que también debe estar preocupado por nuestra pequeña Nora.
Cada día, mi cuñado Dylan ha enviado fotos al celular de Alessandro, mostrándonos que Nora está bien bajo su cuidado. Ver esas fotos ha sido mi consuelo, pero no ha sido suficiente. La extraño mucho. Una semana sin poder verla ha sido increíblemente difícil, y sé que Alessandro también la extraña, aunque él no lo dice. Solo por las fotos, veo esa chispa en sus ojos cuando su mirada se posa en la pantalla, aunque no dice mucho más que un "ella está bien". Ver a Nora riendo, jugando, o incluso durmiendo, es lo único que me ha permitido soportar estar lejos de ella.
Esta es mi última noche en el hospital. El médico ya me ha confirmado que mañana podré volver a casa, lo cual me tiene ansiosa y llena de emoción. No veo la hora de abrazar a mi pequeña Nora, de volver a estar en casa, de recuperar mi vida cotidiana, aunque sé que debo seguir cuidándome. Alessandro, aunque siempre mantiene su expresión seria, también parece más relajado. Hemos pasado por esta etapa juntos, y mañana será el final de este capítulo.
Me despierto en la mitad de la noche, aún algo desorientada. La habitación está oscura, pero la suave luz de la luna entra por las ventanas, bañando el cuarto en un tono plateado. Me siento en la cama, sintiendo por primera vez en todo este embarazo algo que hasta ahora había extrañado: mis antojos nocturnos. De repente, el deseo por un helado de chocolate con trozos de chocolate de mi marca favorita se apodera de mí con una intensidad que me sorprende. Es como si de repente mi cuerpo me gritara que es lo único que necesito en este momento.
A mi lado, Alessandro duerme profundamente en el pequeño sillón que ha sido su lugar de descanso durante toda la semana. Su postura no parece cómoda, pero no se ha quejado en ningún momento. Lo miro por un segundo, debatiéndome si debería despertarlo o no. Pero mi antojo es tan fuerte que no puedo evitarlo. Digo su nombre en voz baja.
—Alessandro...
No hay respuesta. Se lo repito un par de veces más, pero sigue dormido. Suspiro y me levanto con cuidado de la cama. Ahora que me siento más fuerte, puedo caminar por mi cuenta sin problema. Me acerco a su lado y lo sacudo suavemente, esperando que eso lo despierte.
—Alessandro... —susurro mientras lo muevo un poco más fuerte—. Quiero helado de chocolate.
Nada. Ni un movimiento. Empiezo a desesperarme. ¿Cómo puede seguir dormido cuando mi antojo es tan fuerte?. Al final, mi paciencia se agota, y levanto un poco más la voz.
—¡Alessandro, despierta!, ¡Quiero helado de chocolate!.
Él abre los ojos de golpe y se sienta rápidamente en el sillón, su expresión cambiando de inmediato de un sueño pesado a una preocupación visible. Me mira con esa seriedad característica, pero puedo ver que está alarmado.
—¿Estás bien? —me pregunta, aún adormilado—.
—Quiero helado de chocolate —repito, mirándolo con los ojos brillantes, esta vez más emocionada que desesperada—.
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La Sombra Del Anillo
RomanceAl despertar la mañana siguiente, Mia se encuentra en una habitación desconocida, compartiendo la cama con el hombre del bar. La sorpresa no termina ahí: ambos llevan argollas de matrimonio en sus dedos. Desconcertada y con resaca, intenta recordar...