CAPITULO 7

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Jaemin exhaló sin dejar de ver el extravagante lugar que tenía en frente. No lo perdió de vista incluso si las personas que pasaban por ahí le lanzaban miradas para nada discretas.

Esperaba que la capucha que usaba tanto él como Taemin fuera suficiente para que les dé un poco de anonimato. No le convenía que su visita fuera de conocimiento para la condesa.

Ir a aquel lugar a plena luz del día podría ser un grave error, pero estaba enfadado.

Y alguien debía lidiar con las consecuencias de ello. Sabía quién era ese alguien.

-Vamos. -Le dijo a su fámulo sin voltear a mirarlo, y se encaminó hacia el interior de la casa que por puerta tenía una especie de cortina con retazos de telas coloridas.

Tan pronto como entró, el aroma a incienso se filtró por sus fosas nasales, obligándolo a arrugar la nariz. Una pequeña sala se abrió paso adelante suyo con una mesa circular en el centro.

Al igual que su exterior, el interior de aquel lugar era extravagante. Estaba atestado de figuras de porcelana con formas extrañas, también habían algunos atrapasueños que colgaban desde lo más alto del techo, algunos espejos cubrían ciertas paredes. Las repisas estaban llenas de velas aromáticas blancas y rojas.

Jaemin recorrió el espacio con la mirada como normalmente hacía. Aún no se acostumbraba a ese entorno a pesar de haberlo visitado en más de una ocasión. Su revisión terminó cuando escuchó unos pasos acercándose.

Por uno de los oscuros pasillos apareció una mujer, quien sonrió ampliamente a penas lo vio. No era una sonrisa agradable, sino más bien una cargada de burla.

Eso solo aumentó el enojo de Jaemin.

-Maldita bruja del demonio, ¿qué diablos fue lo que me diste? -La abordó sin darle siquiera oportunidad a decir algo.

La recién llegada no se mostró afectada por esas palabras. De hecho se regocijó por la actitud del joven omega.

-No no no. -Sacudió su cabeza, chistando-. Esas no son palabras que debe usar un conde como usted.

Jaemin apretó los puños a cada lado de su cuerpo.

-Será mejor que respondas antes de que estas sean las últimas palabras que escuches. -Le advirtió, pero la contraria se quedó de pie en su lugar sin la intención de contestar-. Taemin.

El beta miró a la mujer de una forma que no advertían cosas agradables.

-Bien, bien, no hace falta alterarse, mi joven amo. Solo jugaba.

-Responde ahora, bruja -exigió Jaemin -. Me estás haciendo perder la paciencia.

-Nunca ha sido una de sus virtudes, he de admitir.

Jaemin volteó hacia Taemin y le hizo un ademán con la cabeza. El beta entendió el mensaje, y sin moverse de su lugar, tan solo estirando una mano hizo caer una de las figuras de porcelana que habían en la repisa más cercana a él.

-Pero mi señor ¿por qué le hace esto a una honrada mujer? -La fémina corrió hacia dónde quedaban los restos de su escultura y recogió los pedazos uno a uno, cuidando no lastimarse.

Jaemin bufó. Sin poder creer el descaro de lo que escuchaba.

-No tienes nada de honrada, Karina-dijo mientras observaba a la aludida poner los restos de su figura en la mesa-. La última vez que estuve aquí perdí uno de mis broches de oro.

-¿Y eso qué tiene que ver conmigo?

-No creas que no vi afuera tu nuevo carruaje. No tienes ni para vivir en un mejor lugar, así que dudo que alguien como tú pueda permitirse ese tipo de lujos.

La joya del alfa ⚝ NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora