Tal y como le dijo más temprano a Lisandro, cuando Julieta salió de cursar se encaminó a la metalúrgica de sus hermanos. Eran al rededor de las cuatro de la tarde, lo último que comió fueron unas facturas del día anterior a las doce del mediodía. Así que cruzó al Starbucks que había frente a la universidad para comprarse un café, ya que la última clase del día, Anatomía, la había dejado sin energías.
Después que la chica le entregara la infusión, salió del local y empezó a caminar las únicas dos cuadras que la separaban de la metalúrgica. Sus tres hermanos trabajan allí, ya que Emiliano, el mayor, es el dueño.
Cuando sus dos padres murieron, Julieta tenía apenas ocho años. Emiliano, con tan solo diecinueve años, tuvo que hacerse responsable de sus hermanos. Gracias a los estudios secundarios es que ya sabía un poco sobre el oficio, así que con el dinero que cobraron por el seguro de vida de sus papás, abrió la metalúrgica. Con los años, no solo se profesionalizó mucho más en la labor, sino que el lugar creció, tanto que cuentan con tres sucursales en total: cada hermano maneja la suya, aunque trabajan todos en el mismo lugar físico. Allí es donde se dirigía Julieta ahora.
Sus hermanos se encargaron de darle todo y más, de alguna manera queriendo tapar la ausencia de sus padres a una edad tan temprana. La realidad es que, a medida que pasan los años, los recuerdos que Julieta tiene con sus padres son cada vez menos y más difusos. Con el correr de los años los olvida un poco más: los momentos que compartió, sus voces, sus olores, sus caras. Aunque sus hermanos intentan que no suceda, contando distintas anécdotas o hablando constantemente sobre ellos, ya que, a comparación de Julieta, los disfrutaron un poco más.
Mentiría si dijera que la ausencia de sus padres no le pesa. A esta altura, once años después de sus muertes, ya aprendió a vivir con ello. Sin embargo, y a pesar de tener tres hermanos mayores extraordinarios, aún le hacen falta. Hay cosas que le encantaría hablar con su madre, pedirle un consejo o simplemente contarle algo. También le gustaría saber la opinión de su padre acerca de la carrera que eligió.
Pero, como ya dije, sus hermanos intentan que la ausencia de sus padres para Julieta no sea tan notoria. Dos años después del accidente automovilístico dónde murieron sus padres, Emiliano sentó cabeza y se casó con una hermosa británica: Mandhina. A la cuál conoció esperando el bondi para ir a trabajar, ya la había visto un par de veces y un día se animó a invitarla a salir.
Mandhina es lo más parecido a una madre que tiene Julieta. Fue quién le habló sobre la menstruación cuando cumplió once años y, un año después, cuando se hizo señorita recurrió a ella. También es a quien le confío su primer beso, su primer noviecito, y su primer amor.
Después de cruzar la última calle que le quedaba para llegar a la metalúrgica, Julieta sacó su celular del bolsillo trasero de su pantalón para mirar un poco Twitter, mientras hace malabares con las manos para no dejar caer su café ni sus apuntes. Levantó apenas la cabeza, viendo que solo le quedaba el último tramo de dos metros para entrar por la puerta de rejas grande. Bloqueó su celular y lo guardó nuevamente en su bolsillo, cuándo se dió cuenta que sus cordones estaban desatados.
Pero antes de que pueda agacharse a solucionar aquello, un enorme cuerpo chocó de lleno con ella, provocando que sus apuntes terminen el piso. Y la mitad del vaso de café que le quedaba, encima de ellos. Las hojas ahora estaban teñidas de marrón, Julieta pasó sus ojos bien abiertos por la sorpresa de los apuntes a la persona que ocasionó eso.
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todo lo que odio de vos || enzo fernández
Fanfictiondónde Julieta y Enzo encuentran siempre una nueva razón para odiarse mutuamente × modismos argentinos × twitter y narración × prohibida la copia y/o adaptación