LA LLEGADA | PARTE 1

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El calor insoportable del pequeño pueblo de Tue Fort agobiaba bastante a una rama del equipo RED, alojados en una fábrica abandonada no tan lejos de allí. No planeaban quedarse mucho tiempo, en una semana se iban a marchar a la guerra contra el equipo BLU.

El Engineer se encontraba trabajando en un nuevo proyecto, una máquina capaz de crear "copias de seguridad" de la consciencia de él y sus compañeros, en el caso de que algo malo les sucediera poder transferirlos a una computadora.

Mientras tanto, Scout veía televisión con Pyro. No eran de esas nuevas teles a color que recién llegaban al mercado, era una caja de chatarra oxidada modificada por el Engineer en 2 horas para que pudiera transmitir los dibujos animados que tanto le gustaban al pirómano. A penas y podía dar buena imagen, pero las prioridades del equipo eran otras. 

—¿Realmente te gustan estas cosas Pyro? ¡No lo entiendo! —exclamó el joven, boca arriba. —¡Ya es la quinta vez que el estúpido conejo dice temporada de patos! 

—Mrmhmrmhmhmph. —respondió alegre su compañero.  

—¡Perdón, perdón! Es que no sé qué te gusta de todo... esto. ¿No quieres hacer otra cosa? 

—Mhrmhp. —negó con la cabeza.

En otra parte de la fábrica, el Heavy estaba sentado en el comedor leyendo detenidamente un libro de poesía rusa mientras disfrutaba de un delicioso sandvich. Ya era conocimiento común entre los REDs que el teletransportador causaba tumores a los panes desde el incidente en la base principal, por eso el Heavy había decidido solo caminar en sus misiones para conservar su merienda intacta. 

Al lado suyo estaba el Demoman, que estaba tomando una profunda siesta tras no dormir toda la noche por "tomar el puesto de guardia". Por supuesto, nadie se lo había pedido porque las torretas ya se encargaban de eso, pero el escocés quería una pequeña excusa para beber tranquilo y disfrutar de la fresca brisa tranquilo. 

El Medic recién estaba saliendo de la sala de las operaciones, acompañado del Soldier. El patriota americano había tenido un pequeño incidente esta mañana, cuando se cortó el dedo pulgar con un pedazo de papel filoso por lo cual fue internado inmediatamente.

 —¡Gracias soldado, sin usted hubiera muerto!  Merece mil y una medallas por este servicio. —gritó eufórico el Soldier. 

—Je, no fue nada Soldier. Recuerda tomarte las pastillas que te di, o el implante de garras de buitre se infectaran, y te va a doler mucho. —sonrío el Medic de oreja a oreja, con una mirada perversa. 

—¿Mucho? —preguntó el Soldier, rajándose parte del cachete por rascarse.

—Muchísimo. —replicó el doctor, marchándose mientras se acomodaba los lentes.

La tranquilidad del equipo ese día no duraría ni una milésima de segundo más. El grito agónico del Engineer recorrió todas las instalaciones, proveniente de su taller. 

El primero en llegar fue Pyro, con un hacha en su mano que utilizó para derribar la puerta. La habitación estaba casi a oscuras, con solo una pequeña luz roja parpadeante siendo la fuente de iluminación. 

Allí dentro solo se podía escuchar los respiros del pirómano a través de su máscara de gas. Se adentró más en el taller, sumamente precavido. El sonido de sus botas militares resonaba en total soledad. 

El Pyro miró al suelo, viendo un charco de sangre que lo guiaba a lo peor que pudo haber pasado. El mercenario no dudo en correr hacia el origen, solo para encontrar el cuerpo sin vida de su amigo tirado en el suelo con un cuchillo en la espalda.   

La infiltración ya había empezado.




 

La Infiltración | TF2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora