01 - Los otros

435 64 195
                                    

Dream corría por las calles estrechas, su corazón latiendo como un tambor mientras las sirenas de la policía chillaban detrás de él.

—¡Alto! ¡Deténgase! —gritaban los policías.

Dream no se detuvo. Sabía que si lo atrapaban, su vida estaría arruinada. Llevaba diecisiete años de vida robando y no lo iban a atrapar solo por robar algunas celulares.

Corrió durante varios minutos, esquivando personas y autos, hasta que finalmente llegó a un callejón oscuro. Se detuvo y escuchó. Las sirenas se habían alejado.

—Y Dream gana de nuevo —dijo sonriendo y celebrando para sí mismo.

Se dirigió hacia un edificio abandonado y subió las escaleras hasta llegar a la azotea. Allí, dos hombres lo esperaban.

—¿Tienes la mercancía? —preguntó uno de ellos.

Dream asintió y les entregó una bolsa llena de celulares robados.

—Bien hecho, Dream —dijo el otro hombre.

—Sí, sí, ahora mi paga —Dream extendió su mano esperando que le entregaran un fajo de billetes—. Esperen, ¿cómo saben mi nombre?

Pero de repente, los hombres sacaron sus armas y apuntaron hacia él.

—Ah... por eso —murmuró Dream, viéndose atrapado.

Dream reaccionó rápido. Sacó una pistola de su chaqueta y disparó. Uno de los hombres cayó al suelo, pero el otro lo atrapó y lo tenía amenazado.

—Suelta el arma —pronunció el hombre con tono firme.

—¿Y si no lo hago, qué me harás, papi?

—Necesito refuerzos. Lo tengo capturado —dice el otro hombre, ignorándolo.

En cuestión de segundos suben un par de agentes. Uno le pone las esposas, mientras el otro lo venda.

—¿Esto es alguna clase de BDSM? —pregunta Dream, mientras lo guían a una furgoneta que estaba frente al edificio— Siempre ha sido mi fantasía y se los aceptaría como método de paga, pero de verdad que hoy tengo hambre y no me vendría bien un poco de efectivo, ¿saben?

Dream sienta que lo cargan por unos segundos para subirlo a la parte trasera de la furgoneta.

—¡Eh, eh, eh! Cuidado por dónde tocan. Aún soy menor de edad.

Uno de los hombres sacó una jeringuilla.

—No te muevas.

Le inyectó el sedante y todo se volvió oscuro.

Cuando despertó, estaba en una sala de interrogatorio. Un hombre joven con unos ojos más oscuros que su cabello le dio una mirada al darse cuenta que ya había despertado.

—Soy George, miembro de la CIA —tomó una de las carpetas que tenía a su derecha y la abrió—. Y tú debes ser Dream.

—No, no soy —dijo, cruzándose de brazos—. Creo que se equivocaron de chico.

—Aquí dice que eres Dream —el tipo le muestra la carpeta, donde tenían información suya.

—Awww, en esta foto tengo cinco años. ¿Cómo estás seguro que soy yo? Podría ser cualquiera. ¿Tienes idea de la cantidad de hombres blancos, rubios y de ojos verdes existen?

—Sí, pero acabas de confirmar que eres tú.

—Sí, sí. Lo que quieras. Solo quiero saber dónde carajos estoy. No puedo ir a prisión, soy menor de edad.

—Solo por dos semanas más. De todas formas, no irás a prisión. He estado buscándote por años.

—¿En serio? ¿Por qué?

El rubio metió su mano a su chaqueta para sacar su arma más no la encontró.

—Te hemos retirado cualquier objeto peligroso que llevabas contigo —dijo George a la vez que sonreía dulcemente.

Dream se levantó e intentó atacar a George, pero este esquivó fácilmente.

—No te recomiendo que hagas eso —George lo empujó nuevamente a su asiento.

Dream se detuvo, jadeando.

—¿Qué quieres de mí, hombre de pene chiquito? —preguntó Dream.

—¿Perdón?

—¿También eres sordo?

George se levantó, ignorándolo por completo.

—Te hemos traído aquí para que cumplas una gran función —abre la puerta y espera a que lo siga—. Pero primero, debes conocer a tus nuevos compañeros.

La puerta se abrió y dos hombres entraron. Sacaron a Dream de la sala y lo llevaron a una habitación con otros chicos.

—¿Qué es esto? ¿El orfanato?

—Tu habitación —George se despidió sonriendo malvadamente e inmediatamente la puerta se cerró.

—¡Espera! ¡No quise decirte pene de pitufo! ¡Por favor, no me dejes aquí!

Dream golpeaba la puerta con insistencia basta que George desapareció de su vista. Le dio una última patada a la puerta y se volteó a ver a sus nuevos compañeros de habitación.

Había vivido toda su vida solo en la calle, no necesitaba un lugar donde dormir ni amigos en los cuales confiar.

Los tres chicos que estaban ahí lo miraban con atención.

—¿Dream? —dijeron los tres chicos al unísono.

—¿Por qué mágicamente ahora todos me conocen? ¿Es algún programa de televisión de bromas? ¿Dónde está la cámara?

—Fuimos al mismo orfanato —menciona uno—. Soy Karl, ¿te acuerdas de mí?

—Yo nunca estuve en un orfanato... Al menos no que yo recuerde. Tal vez te confundiste con otro hombre blanco, rubio de ojos verdes.

—Tú me ayudaste una vez a escapar de la policía, ¿te acuerdas? Soy Sapnap.

—Eeeh... Tengo mala memoria, chicos. Sorry not sorry. No se quién carajos sean ustedes. Aunque a ti sí te recuerdo de algún lado —señala al tercer chico—. ¿Quackity?

—Yes, sir.

—¿Te atraparon por vender merca?

—En realidad, por robar un tomate.

—Típico de Quackity.

Dream suspira y le da un vistazo a la habitación. Tiene un olor a viejo que le desagrada como si antes hubieran guardado muebles ahí. La pintura de ese amarillo tan muerto de las paredes se está cayendo y deja a la vista el muro de concreto. No hay ninguna ventana, ducto de ventilación por el cual escapar. Solo tienen una puerta y un guardia de seguridad afuera.

—Esto parece la cárcel —murmura Dream.

—¿Alguna vez has ido? —pregunta Sapnap, asombrado.

—¿Tengo cara de haber ido a la cárcel? La CIA tuvo que capturarme, porque nadie más podría hacerlo. Por cierto, ¿y el baño?

Todos se quedan viendo entre sí hasta que Karl señala una bacinica en la esquina.

—¡NO! ¡Es imposible! ¡Me niego a usar eso! Prefiero cagar en un arbusto que en esa cosa. ¡Me voy a quejar! ¡George! —intenta llamarlo mientras golpea la puerta.

A lo lejos ve a George acercándose a paso firme.

—¿Ocurre algo?

—Necesito ir al baño.

—Hay una bacinica en la esquina. La usarán hasta que terminen con las instalaciones.

—¡No puedo aguantar hasta mañana!

—Podría hacer una excepción contigo, pero... no me agradas en verdad —George le sonríe y se va nuevamente.

—¡Apenas salga de aquí me voy a cagar en tu cara, hijo de puta!

The Dreamers [DreamNotFound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora