Castigo

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— ¿Debo tener miedo?

— Oh, no es nada malo. Creería que incluso te alegrarás de haber perdido.

Dudoso, Hyunjin obedeció sin peros. Cuando su piel entró en contacto con la fría superficie de madera, sintió como la abundante humedad resbalaba por sus pliegues, y confirmó que estaba haciendo un desastre. Esperó que Jeongin no lo note, ya que lo avergonzaba. No había forma de que tanta humedad sea normal. Cuando estuvo acomodado como el menor le indicó lo miró, expectante.

— Dos reglas — inició Jeongin—. No puedes pararte de la silla hasta que yo lo diga, y no puedes usar tus manos de ninguna forma. Manos sujetas al borde de la silla, por favor.

Hyunjin no estaba acostumbrado a no ser quien dominaba estas situaciones. Sin embargo, estaba descubriendo que le encantaba el lado autoritario de Jeongin. Además, podía ver genuino placer en sus ojos al llevar la voz de mando, y verlo disfrutar era todo lo que quería. Por encima de todo, para el siempre estuvo el placer de Jeongin. Se colocó como se lo pidió, y el castaño sonrió satisfecho. Se subió a la cama y se sentó en el centro.

— Ahora solo disfruta, cariño.

Se acomodó sobre sus rodillas y echó su cabello hacia atrás. Estaba precioso, una deliciosa mezcla de dulzura y erotismo. Su piel pálida se veía tan suave que Hyunjin solo quería recostar sus mejillas en el. Los chupetones resaltaban en su cuerpo, y los acarició orgulloso.

— Me encanta que me marques.

Con la mirada más seductora del mundo, bajó sus manos hacia sus pezones. Los apretó a la vez, liberando un pequeño jadeo. Hyunjin tembló en su silla, ansioso por ser el quien tenga las manos sobre su cuerpo. Jeongin rió ante la impaciencia y sin quitar los ojos de Hyunjin, tomó sus pezones entre las puntas de sus dedos y dio un tirón suave, experimental. Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo, y liberó el primer gemido.

— Hyunjin...

Los ágiles dedos jugaron con sus pezones un rato más. De vez en cuando, en respuesta a una caricia especialmente placentera, las caderas de Jeongin se movían suavemente hacia adelante. Había descendido hasta que su centro casi tocaba el edredón, y aún seguía sobre sus rodillas, con las piernas abiertas. Hyunjin tenía una vista perfecta de su interior empapado.

Como si le leyera la mente, las manos de Jeongin bajaron por su abdomen, y acariciaron su cintura y su pelvis con lentitud. El menor buscó la mirada de su acompañante, y cuando logró sostenerla, le guiño un ojo, mordió su labio inferior y bajó una de sus manos hasta su entrada.

Hyunjin casi se desmaya en ese instante. Ver a Jeongin tocarse había sido durante muchos años una de sus más grandes fantasías. Se lo llegó a insinuar una vez, pero el menor era algo tímido, y con besos lo convenció de que prefería que el lo toque. Luego de eso, no lo intentó más, tenía miedo de incomodarlo. Sin embargo, nunca dejó de ser uno de sus más grandes deseos, y presenciarlo ahora, con la nueva actitud traviesa de Jeongin, lo tenía al borde de la locura.

Con solo su dedo índice, Jeongin trazó una lenta línea de su entrada. Se inclinó un poco hacia atrás, apoyándose en su otra mano, y comenzó a dibujar delicados círculos sobre su sensible nervio. Hyunjin se le hizo agua la boca. Jeongin aumentó la presión en su dedo y volvió a gemir, esta vez un poco más alto.

— Mm, Hyunjin, estoy tan mojado...

El mencionado tuvo que hacer grandes esfuerzos para no lanzarse sobre el.

— Déjame tocarte, por favor.

— No. Yo gané.

Bajó su dedo hasta su entrada nuevamente. Sonrió al ver el rostro de su compañero.

Teenage Dream | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora